"La Corona debe buscar la cercanía con los ciudadanos, saber ganarse continuamente su aprecio, su respeto y su confianza; y para ello, velar por la dignidad de la institución, preservar su prestigio y observar una conducta íntegra, honesta y transparente, como corresponde a su función institucional y a su responsabilidad social". Con estas palabras, Felipe VI se comprometía a llevar a cabo una "una Monarquía renovada para un tiempo nuevo".
Lo hacía el día de su proclamación como rey, diecisiete días después de que los españoles conocieran la noticia de la abdicación del emérito Juan Carlos I, tras un año y medio de planificaciones bajo máximo secreto.
Un histórico mes de junio
Aquel 19 de junio de 2014, Felipe VI se proclamó rey de España. Lo hizo acompañado de sus padres, Juan Carlos y Sofía, su mujer, Letizia y sus hijas Leonor y Sofía.
De aquella jornada quedará para la historia la icónica imagen de las tres generaciones de la corona española saludando al pueblo desde el balcón del Palacio Real. Allí terminaba todo un despliegue que había comenzado horas antes, cuando Juan Carlos I había colocado a su hijo el fajín de capitán general de las Fuerzas Armadas.
La siguiente aparición de don Felipe y doña Letizia aquella mañana tendría lugar en el Palacio de las Cortes: allí les esperaban compañías de los tres ejércitos formados y cientos de ciudadanos que recibían al rey al grito de "Felipe, Felipe".
Comenzaba entonces el acto oficial de proclamación. Bajo la atenta mirada de diputados, presidente autonómicos, representantes de los poderes del Estado, diplomáticos, expresidentes del Gobierno y por supuesto, del entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y los ministros de su gabinete, así como del líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, Felipe VI se convertía en rey de España.
Finalmente, tras los juramentos, las ovaciones y la interpretación del himno nacional, don Felipe pronunciaba su primer discurso como jefe del Estado.
Un paseo para recordar: aclamar al nuevo rey
Entonces sí, arropado por el pueblo, el ya proclamado rey de España partía desde el Congreso hacia el Palacio Real por las calles del centro de Madrid, acompañado de un desfile militar y escoltado por la Guardia Real a caballo.
Repartidas por las plazas de la ciudad se habían instalado grandes pantallas para observar en directo la ceremonia del Congreso y el avance de la caravana. Aquel día, todos los ojos estaban puestos sobre el rey, que de pie sobre el coche descapotable no cesó de saludar a la multitud, acompañado de doña Letizia.
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