Son las diez de la mañana de un miércoles 19 de junio en la Puerta del Sol. Quien sale del metro por las escaleras y asoma la cabeza, lo primero que se encuentra es una bandera de España que cubre el balcón de la Sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid. Junto a ella, cuelga una lona con la foto del rey Felipe VI, que este miércoles celebra el X aniversario de su proclamación como monarca del Reino de España.
En el ambiente de la plaza se percibe un día más en el ajetreo de la capital: grupos de turistas recorren las calles durante un freetour, alumnos uniformados escuchan atentos al guía de la excursión y otros tantos ciudadanos van y vienen al trabajo, a su centro de estudios o, simplemente, pasean. Nada hace presagiar que en un rato, un par de calles más abajo, Felipe VI se asomará al balcón del Palacio Real para saludar a los que acudan a felicitarle.
Por la calle Mayor, a la altura de la plaza de la Villa y con el tráfico cortado, irrumpe la banda de música de la Guardia Real, lo que despierta la curiosidad de los turistas ataviados con la mochila a la espalda y la cámara de fotos al cuello. "¿Qué pasa hoy en Madrid?", pregunta un francés a una señora que espera el paso de los reyes en coche por esta calle. "Hace diez años que nombraron rey a Felipe y ahora va a pasar por aquí y luego va a saludar desde el Palacio Real", le responde. Tras estas explicaciones, el turista y su pareja ponen rumbo a la plaza de Oriente, frente al Palacio, para ver qué se cuece.
Al doblar la esquina en la calle Bailén, con la Catedral de la Almudena y el Palacio Real de fondo, la gente ya está colocada tras las vallas para ver el desfile militar e intentar capturar alguna imagen del cambio de guardia que se está produciendo en el Patio de Armas. "Vengo a felicitar al rey y a gritarle unos vivas", cuenta Susana mientras de fondo suenan las potentes salvas de los cañones. "Hace diez años viene a ver su proclamación y no pude estar tan cerca porque había mucha gente, esta vez he cogido sitio y le veré mejor", explica mientras se anuda la bandera de España al cuello.
Ya dentro de la plaza de Oriente, frente al balcón donde se asomará el monarca en unos minutos, se mezclan los turistas que van de camino al Palacio Real con los ciudadanos que llevan un rato esperando por detrás de las vallas. "Me perece una cosa muy curiosa el ver al rey saludar desde el balcón", cuenta Carmen, una argentina que está visitando Madrid. "Allá no creo que fuera posible la institución de la monarquía, pero conocemos a Felipe VI y le respetamos porque viven muchos españoles", argumenta.
Subida a un banco de piedra y ondeando una bandera de España, Ana cuenta muy contenta que viene a "darle ánimos con el reinado". Comenta que estuvo presente hace diez años y que le gusta tanto Felipe VI como el rey emérito, Juan Carlos I, aunque reconoce que prefiere al actual monarca porque "es más moderno".
La mayoría de los presentes en la plaza de Oriente superan los sesenta años, pues se trata de un día laboral, aunque entre la multitud asoma algún veinteañero como Constantine, que ataviado con un lazo de la bandera de España recuerda que vino de pequeño a ver la proclamación: "Hace diez años vine a este mismo sitio y recuerdo ver a mucha gente. Esta vez vengo siendo más mayor y no quería perderme este día de fiesta". El joven argumenta que "la figura del rey debe mantenerse porque es el punto de unión de todos los españoles".
Al igual que Constantine, un grupo de amigos jubilados que pasea cada día por esta zona piensa que Felipe VI es "el que sujeta un poco el circo que hay en el Congreso". A su vez, sostienen que con el precedente del padre, "habrá que ver como evoluciona", pues "Juan Carlos a su edad también lo hacía muy bien".
A las doce en punto, tal y como estaba previsto, Felipe VI, junto a la reina Letizia, la princesa Leonor y la infanta Sofía, salen al balcón del Palacio Real y despiertan los aplausos de los presentes. Al grito de "viva el rey" la gente muestra sus respetos al monarca, quien les devuelve el gesto saludando con la mano en alto. Dos minutos después, la familia real vuelve a meterse dentro del palacio y se cierran las ventanas del balcón. "¿Y ya está? Menos mal que no hemos tenido que esperar para estar en las primeras filas", comenta un hombre mientras abandona los jardines frente al Teatro Real rumbo a su casa.
Con la plaza de Oriente ya vacía, la gente se dispersa por las calles aledañas, principalmente hacia la calle Arenal dirección a la Puerta del Sol. Aquí, cada uno va a lo suyo: los camareros sirven las mesas, las tiendas de ropa venden camisetas y los repartidores cargan y descargan bolsas de hielos para los bares, pues vuelve el calor a una ciudad donde el ritmo no para.
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