Joan Ferran Historiador y articulista
OPINIÓN

Algo para quemar

Hoguera de Sant Joan
Una hoguera de Sant Joan.
AJUNTAMENT BARCELONA/TWITTER - Archivo
Hoguera de Sant Joan

En jerga política, hoguera, purga y papelera son sinónimos. Hace un montón de siglos que los celtas, en el solsticio de verano, ya encendían hogueras para rogarle al Sol que no se ocultara. Con el tiempo aquella celebración pagana -como tantas otras- se convirtió en una tradición cristiana. Según la Biblia, San Zacarías, esposo de Santa Isabel (prima de la Virgen María y madre de San Juan Bautista) encendió una hoguera la noche del 23 al 24 de junio para anunciar el nacimiento de su hijo. 

No es una noche cualquiera, es la fiesta del fuego purificador que cierra una etapa y abre otra nueva. Es la noche mágica en que se corta con el pasado, se queman los malos hábitos y los trastos viejos. También es el momento de la verbena, palabra que da nombre a una flor de color rosa pálido que se empleaba para lucir en la solapa los días de baile. En la época victoriana, se creía que estas flores podían curar heridas emocionales. 

En estos tiempos de solsticio, de cambio político y de estación, más de un partido deberá optar entre mandar a sus líderes vencidos a la hoguera o bien acogerse a las virtudes terapéuticas de la verbena

Algunos cuadros, con intención de perpetuarse, versionan a conveniencia el ‘Per Sant Joan’ de Serrat, sobre todo la estrofa que reza: ‘Doneu-me un tros de fusta per cremar o la prendré d’on pugui com ahir’. Esos son los que instan a quemar madera vieja, a buscar chivos expiatorios entre los liderazgos derrotados sin valorar los servicios prestados. Injusto y triste.

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