Valencia

Un juzgado investiga a un párroco y a la cuidadora de un anciano que murió a los días de designarles como herederos

Un coche de la Guardia Civil.
EP

Un juzgado de Sueca, en Valencia, está investigando a un párroco y a la cuidadora de un anciano de 91 años que acababa de ser contratada para atenderle en Cullera. El hombre cambió el testamento a su favor a los 18 días de empezar a trabajar para él, en julio del pasado año. Mes y medio después, el varón falleció por una insuficiencia respiratoria sin que se le llegara a hacer la autopsia, fue incinerado y dejó una vivienda para la mujer y 6.000 euros a la parroquia.

Un sobrino del anciano denunció los hechos ante la Guardia Civil, que abrió una investigación. Un informe de los investigadores, adelantado por À Punt, ha considerado que el párroco y la cuidadora idearon un plan para quedarse con el patrimonio del anciano aprovechándose de su estado y dado que no tenía "herederos forzosos". Sin embargo, la defensa del sacerdote ha asegurado que el párroco no tenía relación de amistad ni con la cuidadora ni con el anciano, a quien conocía desde dos años atrás porque acudía a la parroquia y que, con la evolución de la enfermedad que sufría, reclamaba su presencia para que le administrara los sacramentos.

Según ha asegurado el abogado defensor, Juan Molpeceres, no se le puede atribuir ninguna responsabilidad al cura porque únicamente propuso a la mujer como "posible cuidadora" y, por tanto, queda en manos de la familia la relación que tuviera con ella. Asimismo, ha afirmado que tuvo conocimiento de los 6.000 euros legados después del fallecimiento del anciano, cantidad que siempre rechazó y a la que sigue renunciando. "Confiamos plenamente en su inocencia y negamos que se le pueda atribuir ningún tipo de responsabilidad, ya que su única actuación ha sido asistirle como sacerdote", ha indicado.

No declaran

Este jueves los acusados se han personado en el juzgado que se encarga de la instrucción de la causa, donde se han acogido a su derecho a no declarar. De acuerdo con Levante-EMV, además de cambiar el testimonio a favor de la mujer, el anciano también donaba todos los muebles y enseres personales a la parroquia, salvo una máquina de coser, que se la dejaba a su cuidadora.

El fedatario público confirmó el cambio de voluntad en una visita a la casa del nonagenario, en la que consideró que tenía capacidad de decisión si bien presentaba dificultades para hablar y respirar. De acuerdo con esta información, la Guardia Civil ha sostenido que la cuidadora mintió a la notaría al asegurar que llevaba años trabajando para el hombre y ocultó también que el nonagenario había sufrido episodios de alucinaciones en días previos y que había aumentado de modo deliberado la medicación con antipsicóticos.

La causa está abierta inicialmente por los delitos de homicidio y extorsión de acuerdo con lo reflejado en el informe de la Guardia Civil aunque. Según declaraciones a los medios de la abogada de la acusación particular, Reyes Albero, que representa al sobrino, por su parte, van a atribuirles los delitos de estafa y asesinato porque hay indicios probados "muy relevantes". 

"Perplejidad" y "dolor"

El sacerdote ha expresado su "perplejidad" y "dolor" por la denuncia ya que únicamente asegura que se limitó a intentar ayudar a una búsqueda de cuidadora para el anciano ante una petición de un sobrino, que le comunicó que "sentía que no podían con el cuidado" de su tío. Por tanto, "se limitó a intentar ayudar con alguien que pudiera tener experiencia en el cuidado de ancianos y lo que hizo fue presentarlos".

Además de no tener relación de amistad con el anciano, tampoco la mantenía con la cuidadora, a la que conocía de más de dos décadas antes porque eran del mismo barrio de la misma localidad de nacimiento. Tras estos años transcurridos, la mujer había acudido a la Cáritas parroquial, donde le dijo que había estado prestando asistencia a otros mayores enfermos también en Cullera. Por tanto, el párroco la propuso como una "posible cuidadora" y la puso en contacto con el sobrino "sin conocer a qué acuerdo habían llegado". 

El sacerdote ha añadido que cuando el nonagenario le llamó para informarle de que estaba "muy enfadado" porque su sobrino "le había quitado los poderes y quería dejarle parte de su herencia, se negó rotundamente". Posteriormente, el notario le comunicó que quería legar una cantidad económica de 6.000 euros y los enseres de la casa, pero asegura que "de nuevo dijo que no", y no fue hasta después del fallecimiento cuando tuvo conocimiento del legado, porque no había recibido comunicación oficial.

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