Tradiciones artesanales, obras de arte y monumentos arquitectónicos pasarán a formar parte del registro de Bien de Interés Cultural (BIC) de la Comunidad de Madrid. Esta semana se han iniciado varios expedientes para conceder esta categoría en la región. El hilado de esparto, la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora en Valdemorillo, la villa romana de Getafe o la pintura de Sansón y el león de Pedro Pablo Rubens adquirirán esta consideración en las próximas semanas.
El hilado del esparto ha representado el principal sostén socioeconómico de una parte significativa de la población madrileña hasta la década de 1960, cuando la mecanización de las labores agrícolas y la posición preponderante en el mercado de los materiales sintéticos provocaron su abandono. Villarejo de Salvanés y Colmenar de Oreja son dos regiones donde esta técnica tuvo gran relevancia "al constituir uno de los principales modos de subsistencia", explica la administración autonómica.
Los procesos industriales y el uso de otros materiales redujo la producción de los productos de esparto. "Estos conocimientos se encuentran amenazados ante la falta objetiva de relevo generacional y la falta de rendimiento económico", por ello el Gobierno regional ha dedicado otorgarle esta protección como Bien de Interés Cultural del Patrimonio Inmaterial de la región.
El hilado era una práctica tradicionalmente femenina. Machacando las plantas contra una superficie de piedra y humedeciéndolo con agua, se iba obteniendo las fibras. El material se extrae de dos plantas diferentes: la atocha (esparto fino) y el albardín (esparto basto); el área del sureste de la Comunidad de Madrid, en la que más se ha desarrollado y donde se conserva esta técnica tradicional, es una zona esteparia semiárida, rica en atochales y albardines, en la que se puede recolectar fácilmente la materia prima.
Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora
En la Plaza de la Iglesia 1 en el municipio de Valdemorillo, se erige la iglesia parroquial Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora. Construida a finales del siglo XVI y un ejemplo de la arquitectura tardogótica castellana. "La documentación ha permitido la atribución por los especialistas de la construcción de la cabecera a Juan Campero El Viejo, uno de los maestros destacados de la escuela abulense", específica el expediente de la administración. La iglesia todavía constituye un punto de reunión y encuentro en la localidad, donde los parroquianos acuden de manera periódica a misa.
Junto a esta obra arquitectónica, la villa romana de Getafe, La Torrecilla, también se incluirá dentro del catálogo BIC regional. Los restos arqueológicos corresponden a una hacienda rural de época romana constituida por estancias residenciales y domésticas, a la que se le asocia la necrópolis conocida como El Jardinillo, a unos 200 metros de la villa.
La organización de este asentamiento sigue el modelo típico del Mediterráneo oriental, caracterizada por estar organizada en torno a un patio y destaca por ser uno de los pocos ejemplos de villa romana de esta tipología en la Comunidad de Madrid. Es interesante además porque la secuencia crono-estratigráfica indica una continuidad desde el período altoimperial hasta el período tardoantiguo, siendo un hecho poco común las villae con una perduración a lo largo de tres siglos.
El complejo arqueológico cuenta con un grado dos de protección urbanística. La declaración de BIC en su categoría de Zona Arqueológica remarca la protección de este espacio y destaca su relevancia histórica. Entre los motivos que esgrime la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte para concederle este estatus mencionan que "hay que destacar que los materiales localizados son de notable importancia, destacando los mosaicos, estucos (algunos con grafitos ilegibles), losetas de yeso con relieves y decoración floral y geométrica, cerámica (Terra Sigillata) en buen estado de conservación. Además, es uno de los pocos yacimientos donde se ha localizado nácar".
Además de estas localizaciones, también será BIC la pintura Sansón y el león, obra de Pedro Pablo Rubens. La obra del pintor barroco formó parte de la Colección Real "decorando uno de los espacios más significativos de representación, el Salón Nuevo del Real Alcázar de Madrid, lo cual ilustra el gusto por el coleccionismo de Felipe IV y las buenas relaciones artísticas con Flandes". Entre las justificaciones que alega la administración para conceder esta categoría se menciona que Rubens "aúna la influencia en las formas heroicas de la Antigüedad Clásica y el realismo de tradición nórdica".
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