Francisco Gan Pampols Teniente general retirado
OPINIÓN

Del designio político al mando estratégico-militar

Vladimir Putin, y eljefe del Estado Mayor del Ejército ruso Valery Gerasimov
Vladimir Putin, y eljefe del Estado Mayor del Ejército ruso Valery Gerasimov
Getty/ Kremlin Pool
Vladimir Putin, y eljefe del Estado Mayor del Ejército ruso Valery Gerasimov

En el capítulo III del libro El arte de la guerra, el general Sun Tzu, estratega y consejero de emperadores del siglo VI A.C., afirma: "Resultará vencedor quien disponga de un estratega competente y de un soberano que no interfiera en los asuntos militares".

Al releer este principio, me viene a la mente una capacidad de la que mucho se presume en la actualidad pero que en realidad no abunda: el trabajo en equipo. El maestro pone de manifiesto la importancia capital del líder, aquel de quien depende la acción en su conjunto. Tiene que saber rodearse de los mejores asesores -estrategas-, tiene que saber relacionarse con el soberano -el mando político de la nación- y tiene que tener el buen juicio y la capacidad intelectual para conjugar el conocimiento puro, el conocimiento práctico, la comunicación política y la puesta en acción.

Pongamos nombre a esas figuras en los dos escenarios que ocupan nuestro tiempo y nuestros medios de comunicación: la guerra de Ucrania y la guerra de Gaza. En el primer caso, nos encontramos con los generales Vitali Gerasimov por parte rusa, y Oleksander Syrskyi por parte ucraniana. En el segundo caso, por parte de Israel, es el general Herzi Halevi, y en el caso de Hamás, -un poco más complejo definirlo- en lo que respecta a la autoridad militar en la franja de Gaza, es Yahya Sinwar

Factor común a todos los mencionados, excepción hecha del último, es que la interferencia que experimentan en la dirección de las operaciones por parte de sus 'soberanos' es permanente y determinante. Digo a excepción del último -Hamás en Gaza- porque su autonomía es plena rayando ya en la independencia respecto al mando político, Ismail Haniyah, que no demuestra capacidad real de influencia sobre aquel.

¿Qué está ocurriendo en realidad? Si comenzamos con Rusia, de los objetivos políticos iniciales a los actuales hay una notable diferencia. Si el mando político no fija nítidamente el estado final deseado y los plazos para alcanzarlo, difícilmente el mando estratégico podrá desarrollar un planeamiento adecuado. Además de las declaraciones públicas, las fuerzas armadas rusas no disponen, más allá de la soflamas y bravatas habituales, de un objetivo definido, decisivo, alcanzable y medible, así que difícilmente sabrán dónde situar el éxito estratégico.

Por parte ucraniana, y siendo capaces de distinguir lo que quiere Ucrania y lo que esperan quienes la apoyan, tampoco es fácil saber en términos realistas hasta dónde esperan llegar. La contraofensiva del verano 2023 fue una muestra de presión política sobre el mando estratégico con consecuencias adversas. Una guerra de desgaste no favorece necesariamente al defensor si se encuentra en inferioridad numérica y sujeto a factores externos que no controla. Una acción ofensiva resolutiva no parece ni posible ni asumible en las actuales condiciones.

Pensando en Israel, cada vez es más patente la ruptura de un principio capital: la unidad de esfuerzo. A las peticiones del primer ministro, el ejército responde que no sólo no es posible lo que pide, sino que es desaconsejable, y que el fracaso es una hipótesis cada vez más plausible. Perdido el relato, escalar en la senda del victimismo es un absurdo, y obviar la necesaria hipótesis de salida de Gaza y la normalización del "día después" es una maniobra de supervivencia de un gobierno rayana en la traición al estado de Israel.

Por último, Hamás y la hidra de nueve cabezas. Si negociar en Oriente Medio es difícil, hacerlo sin saber quien es realmente el interlocutor válido se convierte en un infierno. Sin un interlocutor fiable, con autoridad y voluntad de negociación no hay alto el fuego posible. El nihilismo de Yahiya Sinwar hace que -a su criterio- todo sacrificio humano de los palestinos sea poco y siempre beneficioso para la causa. Si la preservación de la vida no es el principio rector, nada hay que permita aproximar posturas. Si lo que se persigue es la aniquilación del otro, hablamos de un conflicto existencial que por definición es la negación de la vida del adversario. No hay salida.

Lo cierto es que el discurso político permanente y la necesidad de copar los medios de comunicación introducen un factor de desconcierto y de variabilidad en las operaciones militares; se hace muy complejo traducir lo que se dice en lo que se quiere, y esto último en lo que se puede conseguir. Al margen del relato que se quiera defender, se necesita sosiego, determinación, liderazgo y discreción para permitir que quienes se juegan la vida a diario lo hagan sabiendo al menos por qué lo hacen y no sientan que son elementos prescindibles de un juego que excede su comprensión. Cualquier mando político que se precie debiera tener en cuenta que sus decisiones cuestan vidas y son irrecuperables, y que él es el responsable último de sus decisiones.

"Quien conoce al enemigo y se conoce a sí mismo disputa cien combates sin peligro. Quien conoce al enemigo, pero no se conoce a sí mismo, vence una vez y pierde otra. Quien no conoce al enemigo ni se conoce a sí mismo es derrotado en todas las ocasiones". La ignorancia a la que aludía Sun Tzu hace 2.500 años tiene un equivalente igualmente perverso en la sobrevaloración de las fortalezas propias y la subestimación del adversario. Ambas son el camino más directo al fracaso.

Una última reflexión: es imprescindible tomar distancia y conseguir perspectiva sobre lo que acontece para poder formarse un criterio propio al margen del relato oficial. Todos tenemos la obligación de pensar por nosotros mismos y alejarnos de seguidismos miopes y sesgados.

“Las raíces de la victoria y la derrota a menudo deben buscarse lejos del campo de batalla, en factores políticos, sociales y económicos que explican por qué los ejércitos están constituidos como están y por qué sus líderes los conducen de la manera en que lo hacen” (Sir Michael Howard, El uso y abuso de la historia militar, 1961).

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