Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

El padre Recojón

El saco, un arma contra el hambre.
El saco, un arma contra el hambre.
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El saco, un arma contra el hambre.

Sirva esta columna como testimonio fiel y verídico para dejar por escrito que en cierta localidad de la ribera navarra del Ebro existió la figura de un fraile franciscano que, en honor a la función que desempeñaba, era conocido como el padre Recojón. No eran buenos tiempos, había terminado la guerra y ganarse el sustento mínimo era todavía y por desgracia la principal de las tareas que todo hijo de vecino debía realizar.

Los frailes también tenían que comer y sus actividades de oración y trabajo, como es bien sabido, no suelen generar grandes riquezas en esta vida. El ayuno, por contra, aunque santo y con buena prensa, no puede en nadie ser infinito. Así que el padre guardián pensó una solución de urgencia. Recordó el origen medieval de las órdenes mendicantes y no lo pensó más. Eligió al más avispado del convento y le encomendó una misión capital.

El fraile elegido, pertrechado con un gran saco de arpillera, debía moverse por los alrededores del convento y por los pueblos más cercanos con el objetivo de pedir comida en las casas para la manutención de sus hermanos, que no eran pocos.

El fraile elegido, pertrechado con un gran saco de arpillera, debía moverse por los alrededores del convento y por los pueblos más cercanos con el objetivo de pedir comida en las casas para la manutención de sus hermanos, que no eran pocos. Por lo visto, el monje seleccionado no hizo nada mal su labor. Ya sea por la providencia, por su buena maña o por el buen corazón de la gente, no había tarde que no volviera con el saco lleno.

La fama del padre Recojón -recogedor profesional de viandas- empezó a ser más que notable. Su simpatía era el mejor picaporte y su leyenda corrió como un reguero de pólvora. Se decía que el padre rector de los Jesuitas le había ofrecido al padre guardián dos hermanos legos y cincuenta mil pesetas a cambio del padre Recojón. Era un rumor que corría por los rincones y los casinos, pero que nunca llegó a convertirse en realidad.

Me temo que la cláusula de rescisión del padre Recojón era mucho más alta o, seguramente, imposible de afrontar por nadie. Eran otros tiempos y la gente se ayudaba de un modo que ahora no entendemos o no queremos entender. Que no caiga en el olvido la gran figura, entre bondadosa y necesariamente pícara, del padre Recojón, ese soldado desconocido de la triste guerra contra el hambre.

Juan Luis Saldaña
Periodista y escritor

Colecciono coca colas falsas en lata y hago fotos a las bolsas de plástico en los árboles. He publicado libros de poemas y relatos. Mi última novela es "Hilo musical para una piscifactoría". Se llevó al cine bajo el título de "Miau". He sido redactor en prensa, presentador en tele y radio y ahora me piden que opine. Licenciado en derecho, MBA, máster en periodismo y doctor en comunicación e información. He tenido una agencia de marketing, alguna experiencia de éxito en comercio electrónico y doy clases en algún máster sobre esto.

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