Análisis de la dinámica criminal y el 'período de enfriamiento' de Dinamita Montilla, el asesino sexagenario y Tiktoker

Dinamita Montilla
Dinamita Montilla
Henar de Pedro
Dinamita Montilla

Es probable que se trate del primer asesino en serie Tiktoker. Parece un capítulo de Black Mirror, pero es la era en la que vivimos. Dinamita Montilla fue condenado a 123 años de prisión por el asesinato de cuatro personas entre 1985 y 1987, en la provincia de Málaga. Tras la derogación de la doctrina Parot en 2013, Dinamita salió. Cumplió solo 28 años y quedó en libertad. Como todo asesino serial, el narcisismo es paradigma de su personalidad. Y el sexagenario encontró en Internet el escenario perfecto para darle cuerda a su ego. En sus publicaciones narraba sus viajes. Solía dar largas charlas sobre turismo, historia o cambio climático. Un abuelito entrañable. Pero cuando apagaba la cámara, Dinamita mataba. Alguno de sus más de 6.000 seguidores ya conocía su pasado, aunque ninguno imaginaría su presente. La imagen proyectada por redes sociales, a menudo, esconde otras realidades.

Con 18 años robó a un feriante y le cayeron unos meses de cárcel. A los 25 ya había sido acusado de asesinato. Para comprender su dinámica delictiva procedamos a trazar un recorrido a su carrera criminal. En noviembre de 1985 mató a Francisco González, de 57 años. Un vecino de Puerto de la Torre. Le disparó con una escopeta al ser sorprendido en su finca. En marzo de 1987 acabó con la vida de Antonio Paniagua, de 46 años. Su cuerpo fue hallado semicarbonizado en una casa de campo de Campanillas. Dos meses más tarde disparó a dos turistas que paseaban por Las Mellizas, en Álora. Un alemán de 22 años y un inglés de 30. En agosto de 2022 habría usado una escopeta para matar a David, un chico de 21 años que hacía senderismo en los Montes de Málaga. Ahora es acusado también por la muerte de Ester Estepa, desaparecida desde el verano de 2023, cuyo cadáver ha sido encontrado hace pocos días. Fue la última persona en verla con vida.

El comportamiento del asesino en serie sigue un patrón temporal. El tiempo transcurrido entre los asesinatos es llamado “periodo de enfriamiento”. Durante esa franja el delincuente procesa el crimen. Asienta sus pulsiones. Recalibra su vida y simula ser una persona normal hasta la siguiente víctima.

Desde que aquellos visionarios del FBI se dispusieran, en los años 70, a entrevistar asesinos para elaborar perfiles criminales, las investigaciones han proliferado. Hoy en día la tipología criminal puede clasificarse en función de diversas variables. Existen asesinos seriales englobados por el móvil, tipología victimal, por zona geográfica o modus operandi.

En el caso de Dinamita, según ciertos estudios, podría incluirse en el arquetipo del asesino itinerante. Se desplazan y cometen crímenes en sus viajes. Son difíciles de capturar porque no matan en un entorno específico. No se les puede aplicar la técnica del círculo de Canter, usada para delimitar zonas de actuación en función de la cartografía. Montilla es nómada. No tiene una residencia fija. De no haber sido un asesino influencer, habría resultado más difícil atraparle.

En cuanto al modus operandi, el criminal ha usado tanto arma blanca como escopeta, en función de lo que dispusiera. Y sucede algo parecido con las víctimas. De hecho, es precisamente en este aspecto en lo que se diferencia del serial típico.

En general, escogen víctimas específicas. Mujeres jóvenes, vagabundos o prostitutas. Estas últimas dos categorías se justifican por la dificultad que presentan para su investigación. Suelen ser personas sin una red de apoyo férrea, y sus muertes pueden pasar desapercibidas. La pulsión por matar queda amparada en cierto halo de olvido. No ocurre así en el caso de mujeres jóvenes, cuyas muertes causan mayor revuelo mediático. Pero la depravación late tan intensa que no pueden, o no quieren, refrenarla.

Aquí nos encontramos con un asesino sin víctima delimitada. Varones jóvenes, hombres mayores y, presuntamente, una mujer. El móvil, por tanto, no parece una venganza específica por algún acontecimiento traumático previo. Tampoco un deseo sexual depravado. Ni siquiera el desprecio. Su motivación se sustenta en la mera oportunidad. Mata por robo, disputa o por simple molestia. Por inercia. La vida ajena parece un simple attrezzo, y cualquier excusa es válida. No existe empatía alguna. Su desapego hacia el prójimo resulta inaudito. Ni siquiera escoge a sus víctimas por un duelo específico. Es el abandono total al estado más desalmado, ya ni siquiera animal.

Su desfachatez se irgue tan aguda, que durante semanas simuló en Tiktok estar consternado por la desaparición de su supuesta amiga

Ahora se encuentra a la espera de que avancen las investigaciones. Mientras, los agentes han descubierto, a través de los vídeos publicados, que había regresado al lugar del crimen de Ester. Su desfachatez se irgue tan aguda, que durante semanas simuló en Tiktok estar consternado por la desaparición de su supuesta amiga, la presunta última víctima. Una vez más el ejercicio de ego y las ansias de protagonismo.

A medida que siguen las pesquisas, el temor se disemina. El periodo de enfriamiento de Dinamita Montilla oscila. En los 80 mató a intervalos de pocos meses. La pulsión criminal, lejos de atenuarse, aumenta con el tiempo. La dinámica habitual es matar a intervalos cada vez más cerrados. Por ello se baraja la posibilidad de que Montilla haya asesinado más veces, y es posible que algunas desapariciones lleguen a atribuírsele. Se le avecina otra vida en la cárcel. Los psicópatas puros rara vez pueden reinsertarse.

Biografía

Carmen Corazzini estudió periodismo y Comunicación Audiovisual. Se especializó con un máster en 'Estudios Avanzados en Terrorismo: análisis y estrategias' y otro en 'Criminología, Victimología y Delincuencia'.

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