El inspirador discurso completo de Lucía Galán, 'Lucía, mi pediatra', ganadora del Premio Especial 20minutos

Lucía mi pediatra
Lucía mi pediatra
Elena Buenavista
Lucía mi pediatra

Lucía Galán, pediatra con más de 20 años de experiencia en medicina y autora de la cuenta de Instagram Lucía, mi pediatra, fue la ganadora este lunes del el Premio Especial Creadores de 20minutos, que se entregó en un multitudinario acto celebrado en el Auditorio del CaixaForum en Madrid. 

Fue allí, ante un público compuesto por creadores de contenido de todos los ámbitos del conocimiento, por la prensa y representantes de las más importantes empresas e instituciones, donde dio un inspirador discurso sobre la opinión, la información y el conocimiento. 

Por su interés, reproducimos a continuación el discurso completo, que se puede ver en el vídeo íntegro de la gala (abajo) a partir del minuto 1:25:08 y del que en esta noticia pueden verse algunos cortes. 

El discurso

Quiero daros las gracias de verdad a 20 minutos por este reconocimiento. Efectivamente... 20 años de profesión como pediatra. Diez años divulgando en redes sociales. Escribiendo libros de mano de mis compañeros de Planeta. Ayudando a padres, a madres, a familias a pie de consulta y a millones de seguidores en las redes sociales. Esta mañana cogía el AVE para venirme aquí y me despedía de mis hijos, ya adolescentes, y me enorgullece reconocer que han sido educados en la curiosidad y en ser niños preguntones, como lo fue su madre. Y mi hija me preguntó: mamá, ¿y vas a tener que dar un discurso? Digo, pues sí, me han dicho que tengo cinco minutillos. ¿Y de qué les vas a hablar? Y les digo pues mira, de algo que de lo que yo he hablado mucho con vosotros e intento recalcar cada vez en mis libros y en las redes sociales, que es la diferencia entre la opinión, la información y el conocimiento.

Y esto me gustaría ponerlo en valor porque todos podemos forjarnos una opinión y emitir una opinión sobre cualquier cosa, ¿verdad? Podemos tener una opinión de lo que está pasando en Gaza, en Israel, en Ucrania, en el Amazonas, y es absolutamente respetable, pero la información es muy diferente. La información es cuando vamos a las fuentes fiables, científicas, avaladas, contrastamos, analizamos, reflexionamos y le dedicamos tiempo también para el análisis de todas esas fuentes.

Y el conocimiento es un paso más. El conocimiento es tener toda esa información, pero además irte a Gaza, o a Israel, o a Ucrania, o al Amazonas, o hablar con familias que han vivido en primera persona esos dramas que están ocurriendo. Vivirlo en primera persona, eso es conocimiento. Y en la salud yo a veces echo en falta que se diferencien estos tres términos. En salud esto nos ocurre cuando lees un libro, dos o tres y crees tener una opinión forjada sobre, no sé, las vacunas. Y escuchas o decir o opinar cosas como "uf, es que las vacunas, ¡madre mía, qué de vacunas! Pobre chiquillo, pobrecito mío, ¿no las podemos retrasar?" o "antes no se ponían tantas vacunas y aquí estamos todos tan sanos". Eso una opinión. 

La información es ir a fuentes oficiales, como puede ser la Asociación Española de Pediatría, la Academia Americana de Pediatría, la OMS... hay infinidad de fuentes. Cuando estudié medicina no teníamos prácticamente internet y mi jefe me mandaba a las fuentes del saber, que era bajar a la biblioteca del hospital a leer libros y a revisarse revistas científicas. Ahora tenemos mucha información para contrastar. Eso es información. Pero el conocimiento es vivir la era que viví yo hace 20 años, cuando te ingresaba un niño con una sospecha de sepsis o de meningitis y te temblaban hasta las pestañas porque las meningitis estaban a la orden del día y nuestros pacientes se morían de eso. Ahora mucho menos, gracias a las vacunas.

Eso es conocimiento. O con la vacuna del rotavirus o con la vacuna de la bronquiolitis. Todos los sanitarios que hay aquí en esta sala hemos vivido todos los inviernos las UCIs colapsadas de neonatos, de lactantes con niños ingresados de bronquiolitis y este año, por primera vez en la historia, la incidencia de esta enfermedad bajó un 80% y disminuyó de forma muy importante la morbimortalidad por bronquiolitis, gracias a una vacuna.

Conocimiento también es irte a África y conocer a mujeres como las conocimos mi querida Boticaria García y yo. Se recorrían kilómetros y kilómetros a altísimas temperaturas con sus niños a cuestas para recibir una vacuna. Porque allí la primera causa de mortalidad era la diarrea o la neumonía, causas inmunoprevenibles en nuestro país. Y allí no hay debate. Ahí las vacunas salvan vidas y aquí también.

De hecho, salvan entre dos y tres millones de vidas cada año, la inmensa mayoría de las veces niños. Y esto es conocimiento. Y la divulgación es cuando juntas opinión, información y conocimiento. Y esto hay que ponerlo en valor, porque opinión tenemos todos , pero información, no todos, los curiosos. Pero el conocimiento no está al alcance de cualquiera. Divulgar es transmitir todo esto así, de forma sencilla, que parece fácil, pero no lo es.

Y a mí muchas veces me decían ¿pero cuál es el secreto de tu éxito? Y yo decía "pues no sé, yo hablo de lo que sé y de lo que conozco y de lo que llevo toda la vida estudiando". No me veréis a mí nunca hablando de política, ni de arquitectura, ni de reciclaje. No tengo ni idea.

Yo creo que el secreto es hablar de lo que hacemos y la forma de comunicar de la misma manera, exactamente igual, de la que yo me comunico con mis pacientes. Pero la divulgación también es esto, os lo voy a enseñar... [saca el móvil]

Hace cuatro días tuve un día regular en la consulta y volví a casa triste, porque los médicos también tenemos nuestros momentos de debilidad y de vulnerabilidad. Y escribí un texto así, a bote pronto, y lo publiqué sin más, por supuesto, sin edición, sin bailes, sin rótulos. Yo divulgo lo que escribo, lo que siento y lo que veo en la consulta. No tengo mucho tiempo para dejarme llevar por las últimas tendencias que se escuchan por ahí. Pues este fue el texto que escribí y que se viralizó:

Hoy me paso por aquí para deciros que los pediatras hablamos mucho de mocos sí, y de cacas también. Y de fiebres y de toses. Y parece que siempre vamos por los pasillos con nuestra sonrisa puesta y con un ‘tranquila, no es nada importante. O con esto es un virus escrito en la frente’. Pero me gustaría que supierais que hay días como el de hoy, en los que tu pediatra tiene que decirle a unos padres que la enfermedad de su bebé es grave, que es incapacitante y que le va a acompañar el resto de su vida.

Mientras esa madre arrasada por el llanto te dice “¿Y si todo esto es un error, Lucía? Y si esto no está sucediendo?”, te levantas y la abrazas. Porque en esta profesión no siempre hay que contestar con palabras, no siempre hay palabras para todo. Incluso hay días en que casi al mismo tiempo que esto está sucediendo, recibes la noticia de que una de tus pacientes, un adolescente con toda la vida por delante, se ha intentado suicidar.

Y antes de que puedas tragar saliva y recuperar el aliento, tus ojos rebosan en lágrimas y dejas de ver la pantalla. -Casi como lo que me está pasando a mí ahora-. Y sí, esto también es ser pediatra. ¿Y sabéis qué? Que a veces me da la sensación de que se banaliza esta profesión. Y disculpadme si esto no es así, pero es lo que en ocasiones yo personalmente siento y me duele.

Quizá esté equivocada. No lo sé. Quizá hoy esté yo especialmente sensible. Quizá. Pero me gustaría deciros que el pediatra o la pediatra que atiende a tu hijo y que intenta hacerlo de la mejor manera y con la mejor de sus sonrisas y su calma, también duda. Y también sufre. También llora cuando la vida nos recuerda lo frágil que es. Y también vuelve a casa con la sensación de que quizá podría haberlo hecho mejor. Sólo quería que lo supierais, nada más. Me apetecía compartir esto hoy con todos vosotros. Gracias por estar ahí.

Y esto se viralizó. Y diréis ¿por qué? Por que esto es la divulgación. Esto conecta con el corazón de las personas, porque escribes desde el corazón y cuando escribes desde el corazón llegas al corazón de las personas. Pero esta publicación lo que esgrime es mucho conocimiento, un conocimiento profundo sobre esta profesión, que no se puede adquirir tras ver un vídeo en YouTube de alguien que no ha tenido contacto nunca con un niño, ni tampoco la puedes tener por haberte leído uno, dos o tres libros.

Mis inicios no fueron fáciles y empecé siendo muy pequeñita. Yo. Mis hijos eran pequeñitos y yo era pequeñita en conocimiento, pero pronto descubrí que si en una mañana llegaba a 20 pacientes explicándoles cosas a veces verdaderamente importantes, con un vídeo podía llegar a un millón de personas. ¿Y es esto poderoso o no es poderoso? ¿Es poderoso o no es poderoso explicar a unos padres cuales son las maneras de prevenir el síndrome de la muerte súbita en el lactante? Que los padres y las madres sepan cuáles son los signos precoces de una diabetes mellitus es muy poderoso y eso me hizo seguir escribiendo libros, publicandos muchos de ellos ya traducidos a otros idiomas. Y mis hijos fueron creciendo conmigo, con su madre, que dedicó muchas horas a la divulgación y adquirir este conocimiento.

Pasaron los años y entendí que yo sola no podía. Que yo no sé si a vosotros os pasa, pero yo cuanto más sé, más dudo y más necesidad tengo de seguir estudiando y formándome. Así que creé mi propio proyecto, Creciendo, del que me siento inmensamente orgullosa, en el que somos ya más de 160 profesionales sanitarios. Cada uno sabemos mucho de lo que sabemos.

Tenemos una visión transversal de la sanidad y de los cuidados que necesitan niños, adultos y adolescentes. Trabajamos en equipo unidos y también dudamos, también lloramos, también compartimos. Quiero dar las gracias a parte de mi equipo, que están ahí al fondo. Confiaron en mí y en este proyecto loco que empezó con cinco pediatras y cinco psicólogos, porque tenía claro que la salud mental va de la mano de la salud que Hipócrates nos enseñó a los médicos, que no hay salud sin salud mental. Este es un proyecto que no deja atrás a nadie y los años fueron pasando y yo minutos antes de recoger este premio, me venía a la cabeza esta frase que me la escribí aquí mientras estaba uno de los premiados recogiendo el suyo, una frase de Eduardo Galeano, que decía que "Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo".

Así que si me regaláis dos minutos más, yo voy a agradecer a toda esta gente pequeña que ha cambiado mi mundo, empezando por todos mis compañeros de Centro Creciendo, que se desviven por dar lo mejor de ellos a cada uno de nuestros pacientes, desde que entran hasta que salen por la puerta. Quiero dar las gracias a mis padres y a mi hermano José, porque fueron el vivo ejemplo de los valores como el sacrificio, el esfuerzo y el amor y el apoyo incondicional.

Quiero dar las gracias a mi pareja, Fran. Mi cable a tierra siempre. Y por supuesto, quiero dar las gracias a mis hijos, Carlos y Cova, que les robé muchas horas de juego para que su madre cumpliera sus sueños. Y desde aquí les pido perdón, porque empecé este proyecto cuando ellos eran muy pequeñitos, que no fue fácil, que empezamos cuando yo velaba su sueño, en esas largas noches febriles en las que una madre les cuenta hasta las pestañas a su hijo.

Y hoy, teniendo un pie ya casi en la universidad, ya no velo su sueño, pero sí velaré siempre sus sueños. Muchas gracias a todos.

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