Las visiones de Kafka, en su centenario: claves para entender el mundo

xx Ilustración del libro 'Un artista del hambre' de Federico Delicado.
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"Sería una torpeza hablar de símbolos en Kafka, porque Kafka vivía todo como un símbolo. No porque lo hubiera decidido así, sino por una condena". Esta reflexión, incluida en el maravilloso libro K. de Roberto Calasso (Anagrama), deja claro que incluso en su análisis posterior, el término condena parece inevitable a la hora de hablar de la biografía del escritor Franz Kafka (Praga, 1883 – Kierling, Austria, 1924), del que este junio se cumplen cien años desde su muerte. 

Una relación complicada con un padre dominante e irascible, un perfeccionismo obsesivo, un insomnio crónico y una vida amorosa frustrada por su muerte de tuberculosis en 1924, un año después de conocer a Dora Diamant, con la que por fin pudo asentarse como pareja. Con su carrera como escritor, y como demuestran sus cartas al editor (Cartas a Kurt Wolff, Franz Kafka publicadas recientemente por Ápeiron), tampoco lo tuvo fácil: sabía que no era leído. 

"La visión de Kafka no fue comprendida hasta después de la II Guerra Mundial". Diego Blasco

"Kafka no fue un escritor célebre en vida, ni muy leído; publicó bastantes relatos en revistas judías y en algunas otras propiamente literarias, pero su visión no fue comprendida hasta después de la Segunda Guerra Mundial", corrobora Diego Blasco, editor del reciente Relatos cronológicos de Franz Kafka (con Traducción de Carmen Gauger y Adan Kovacsics e ilustraciones de El Rubencio. Alianza Editorial).

Pero la vida se portó mucho mejor con él una vez fallecido: el éxito póstumo le inventó hasta una etiqueta que acabó colándose en casi buena parte de los diccionarios del mundo, kafkiano

Tú eres la tarea, de Kafka.
'Tú eres la tarea', de Kafka.
Ed. Acantilado

La condena, para muchos lectores, habría sido que su amigo Max Brod hubiera obedecido a la petición de Kafka de quemar sus escritos. Durante la enfermedad, Kafka le pidió a Brod que los únicos textos que debían sobrevivirle eran La condena, El fogonero, La metamorfosis, En la colonia penal, Un médico rural y Un artista del hambre (que la editorial Nórdica ha relanzado en una edición traducida por Isabel Hernández e ilustrada por Federico Delicado).

Es decir, nos habríamos quedado sin todos esos manuscritos, cuentos o aforismos (en una edición con prólogo de Reiner Stach en Tú eres la tarea, con traducción de Luis Fernando Moreno Claros, en Acantilado, y en el estuche Relatos y aforismos, traducción de Carmen Gauger y Adan Kovacsics, en Alianza) que hoy se reeditan con motivo del centenario. Alianza reúne asimismo en el estuche especial Novelas (traducción de Miguel Sáenz) las tres historias que dejó inacabadas: El desaparecido o América (1912), El proceso (1914) y El castillo (1922).

'Cuentos completos' de Kafka.
'Cuentos completos' de Kafka.
Ed. Páginas de espuma

Varios tópicos rodean al escritor en alemán: a pesar de sentirse un bicho raro, experiencia que ejemplifica en la novela La metamorfosis en el que el protagonista despierta convertido en un insecto, Kafka no fue tan rarito. Sus amigos lo describen como un tipo divertido, simpático, encantador y querido por sus compañeros de oficina. Quizá, como ha señalado su estudioso checo Reiner Stach, un poco infantil y naíf. Claro que depende de quién juzgue: Kafka masticaba al parecer 70 veces antes de tragar, inspeccionaba siempre los colchones para ver si estaban limpios y hacía gimnasia siguiendo al pie de la letra las ilustraciones. Tal vez era algo obsesivo-compulsivo.

"Las obsesiones de Kafka son las nuestras: ser felices, amar y ser amados, ser reconocidos, llevar una vida digna...". Diego Blasco

¿Por qué sigue hechizando la literatura de Kafka? Porque es fundamental para entender el presente. "En la mayoría de sus relatos, habla de sí mismo, de su obsesión con la escritura, de sus novias, de sus viajes, de sus miedos, de la enfermedad que se lo llevó con apenas cuarenta años. En ese sentido, Kafka escribió para entenderse a sí mismo, y si es útil para entender nuestro presente, lo es precisamente porque las obsesiones de Kafka son las nuestras: ser felices, amar y ser amados, ser reconocidos, llevar una vida digna… Todo lo que opinaba Kafka al respecto está explicado en Deseo de ser piel roja, El jinete del cubo, Informe para una academia, Prometeo, Investigaciones de un perro…", opina Blasco.

'Relatos cronológicos', editados por Alianza.
'Relatos cronológicos', editados por Alianza.
Ed. Alianza

Brod dedicó su vida a ensalzar la figura de su amigo fallecido, al que llamó “el más profético (y perturbador) cronista del siglo XX", un escritor capaz de adelantarse al existencialismo de Sartre y Camus y a muchos de los problemas que nos atosigan aún hoy. "Kafka abordó siempre, con un humor perverso, la deshumanización de la sociedad y cómo los tentáculos del Estado, en forma de aparato burocrático, iban haciéndose con el control absoluto de los pensamientos y los sentimientos", afirma Blasco.

El sistema del control de los cuerpos aparece En la colonia penitenciaria, el de los instintos en Informe para una academia, el del relato en Durante la construcción de la muralla china… Kafka fue un visionario. "No es tanto que su obra explique el tiempo que nos ha tocado resistir, sino que la realidad misma insiste en volverse cada vez más kafkiana, en una mímesis oscura como una cucaracha", escribe Andrés Neuman en el prólogo de Cuentos completos (traducción de Alberto Gordo, en Páginas de Espuma), en la que los relatos siguen la edición fijada por los editores alemanes.

Ilustración del libro 'Un artista del hambre'.
Ilustración del libro 'Un artista del hambre', de Federico Delicado.
Ed. Nórdica

Con un control absoluto del suspense, de la prosa, del espacio y del tiempo, Kafka es un modelo para los autores de cuentos contemporáneos. Desde la primera línea, sume al lector en el extrañamiento dislocando la realidad: "Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, se encontró en su cama convertido en un monstruoso insecto" (La metamorfosis). Sin él, quizá no habríamos podido leer El desierto de los bárbaros, de Dino Buzzati, Aminadab de Maurice Blanchot, algunos cuentos (El policía de las ratas) o libros (Estrella Distante) de Bolaño. 

Escritora y periodista

María Ovelar es escritora en sentido amplio: poeta (dos libros publicados en Valparaíso ediciones), autora de relatos, periodista, traductora (inglés, francés e italiano), copy creativa, performer y DJ. Además de colaborar con EL PAIS, periódico donde trabajó durante trece años, escribe en 20Minutos, Cuadernos Hispanoamericanos y varias publicaciones de Condé Nast. También ha trabajado como profesora de Literatura española y de español y francés en la India (Mahindra United World College). Licenciada en Traducción e Interpretación, master de EL PAIS / UAM y Bachillerato Internacional con una beca en el United World College of the Adriatic. Es la fundadora de LaSafo, sello con el que ha organizado retiros de yoga, meditación, escritura y varios cursos de escritura en bibliotecas e institutos. Organiza eventos culturales desde 2018.

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