España tendrá 230.000 centenarios en 2074: "Llegar a 100 años es 20% genética, 79% comportamientos vitales y un 1%, suerte"

Anciano, soledad, vejez, depresión
Una imagen de archivo de un anciano frente al mar.
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Anciano, soledad, vejez, depresión

Vivimos en un momento en el que el envejecimiento de la población es el mayor de la historia de la humanidad. Tras haberse duplicado el número de habitantes de más de 100 años en la última década en España, hasta 19.639, el INE dice ahora que dentro de 50 años ser centenario no será extraordinario. Según sus proyecciones, la cifra se va a multiplicar por 12, hasta alcanzar los 230.000 centenarios y centenarias en España.

"Será como llegar ahora a 90 años", explica Juanma García-González, catedrático de sociología por la Universidad Pablo Olavide de Sevilla, experto en envejecimiento y personas centenarias.

García-González explica que el incremento en el número de centenarios se debe a que "la esperanza de vida actual es la mayor de la historia", aunque también influye que las personas mayores ocupan mayores porcentajes de población debido a la baja fecundidad. De hecho, el INE pronostica que en 2074, el 30% de los habitantes tendrá más de 65 años.

Los sociólogos insisten en resaltar el lado bueno de este fenómeno. "El envejecimiento es uno de los mayores logros de la humanidad", expone Juanma García-González. "Casi todo el mundo llega a lo que consideramos mayor, sea eso lo que sea, 65/70/75 años. Y quien muere antes de los 70 decimos que murió joven. Es, sin duda, el gran logro de la sociedad". 

Echando la vista tan solo unas décadas atrás, García-González explica que "llegar a ser centenario era algo muy extraño hasta la mitad del siglo XX". Era tan excepcional que incluso los que se creían que habían vivido más de 100 inviernos ni siquiera lo podían probar. Los científicos que se dedican a la verificación de la longevidad necesitan cotejar las partidas de nacimiento y de defunción, algo que no se ha podido hacer de manera fiable hasta el último cuarto el siglo XX. García-González aporta el dato de que cuando se empezó a verificar, en los años ochenta del pasado siglo, solo un 15% de los que se pensó centenarios realmente lo eran.  

Sin embargo, ahora mismo, en 2024, España es uno de los países con mayor longevidad del mundo, y con más proporción de centenarios por habitante. La persona más vetusta del mundo reside en Cataluña, se llama María Branyas y tiene 117 años. Su familia contaba en marzo que nunca ha estado ingresada y que, aunque ha perdido memoria y capacidad auditiva, sigue manteniendo conversaciones con ellos.

La persona más anciana del mundo, Maria Branyas, en una imagen de agosto de 2019.
La persona más anciana del mundo, Maria Branyas, en agosto de 2019.

Los expertos dicen que el número de centenarios ha crecido ampliamente este siglo XXI. Señalan que aunque son más, el perfil es similar. Para llegar a vivir 100 años, dicen, es necesario nacer con una buena genética, es un 20%, desarrollar buenos hábitos y comportamientos vitales, pesa alrededor del 79% y "hay que tener un 1% de suerte", añade el sociólogo García-González.

En España el 80% de las personas centenarias son mujeres, un porcentaje amplio, pero algo menor que el otros países, donde ellas llegan al 90-95%. Sobre la distribución geográfica, hay más en aquellas zonas donde la esperanza de vida es mayor y las condiciones de vida son mejores. Según los datos que maneja en la Universidad Pablo Olavide, en Castilla y León se concentra el mayor número de centenarios del siglo XX. Madrid también ocupa un puesto alto, pero es más impreciso conocer el origen verdadero de quienes acuden a la capital al envejecer. Mientras tanto, Andalucía es donde menos centenarios se han registrado.

"Los centenarios de ahora son una generación muy seleccionada, porque ha vivido dos guerras mundiales, la epidemia de gripe de 1918, guerra civil y cuarenta años de dictadura", refiere García-González, que explica que en Castilla y León tiene cuatro veces más centenarios que Andalucía, y lo explica en una mayor esperanza de vida de los primeros, resiliencia y desarrollo de las condiciones de vida. 

Además de centenarios, ya hay supercentenarios (como se denomina a los que superan los 110 años de vida), como Branyas. La sociología explica que son prácticamente todos de clase popular, "con vidas duras, complejas y muy sacrificadas". Sin embargo, el sociólogo García-González vaticina que esto está a punto de cambiar y "la democratización de la longevidad favorecerá a las personas de clase privilegiadas". Prueba de ello es que la esperanza de vida dependa del código postal, asegura. Y pone de ejemplo que el barrio más rico de Sevilla (Los Remedios) tenga una esperanza media de vida casi 11 años superior a la del barrio de Los Pajaritos, el más pobre de Sevilla, y probablemente de España.

"Dentro de 50 años podremos verificar el efecto de la clase social en las personas centenarias, porque será mucho más común, será como llegar ahora a los noventa años", incide. 

En cuanto al perfil del futuro centenario, otro experto sociólogo, Alberto Sanz Gimeno, de la Universidad Complutense de Madrid, cree que que veremos cambios importantes, porque envejecerá una población más formada, más informada, que va a controlar mejor su ocio, cómo invertir el tiempo, y actuará mejor en su salud, "y aunque este hecho nos pone un velo en los ojos por lo que se nos viene encima en impacto económico, en lo social no es tan negativo".

Los retos pendientes del superenvejecimiento

El INE, en las proyecciones publicadas esta semana, dice que el número de centenarios y centenarias aumentará los próximos años, y especialmente a partir de 2030, con la llegada a la vejez de las voluminosas cohortes nacidas durante el 'baby boom'. Seremos, según el INE, una sociedad en la que uno de cada tres habitantes tiene más de 65 años, lo que plantea enormes retos. 

Los sociólogos recuerdan que el envejecimiento progresivo de la población española es algo que se sabe desde hace medio siglo que va a suceder y por ello dan un "tirón de orejas" a la administración, a la que acusan de actuar con miopía y mirada cortoplacista.

"La demografía hace mucho tiempo que explica la dinámica del crecimiento de la esperanza de vida en España,  muy lineal y muy constante. Se sabe que va a haber un gran porcentaje de la población mayor en los plazos que está pasando, e incluso un poquito más acelerado", constata García-González.

La sociología de la salud, la medicina, los salubristas, múltiples expertos han puesto esta situación sobre la mesa de la opinión pública en los últimos años, con especial hincapié en los retos económicos y sociales. 

Sin obviar el reto "obvio" de la sostenibilidad de las pensiones, dice García-González, él prefiere incidir en "el reto de los cuidados", porque afecta a toda la sociedad en su conjunto. 

Su colega de la UCM, el sociólogo Pedro Uceda explica que la manera de envejecer está cambiando, y que los mayores eligen cada vez más "envejecer en casa". Por ese motivo no dejan de incrementarse los hogares unipersonales. Según Uceda, este fenómeno se debe a que las personas enviudan, principalmente las mujeres, pero eligen seguir viviendo solas. "Vivimos más y con mejor calidad de vida y preferimos quedarnos en casa a ir a una residencia", explica Uceda. "Hay mudanzas para acercarnos a la familia, pero elegimos vivir preferiblemente solos".

García-González opina que es por eso que conviene avanzar en la estrategia de la "no institucionalización de la vejez" y apostar más bien por "un cambio en el modelo de los cuidados". Algo que requiere nuevas e importantes inversiones. 

"Hay que lograr que estemos malos o enfermas el menor tiempo posible. Que estemos al máximo en nuestra casa y, si es posible, acompañados de la familia. Pero al mismo tiempo, hay que primar el cuidado formal (retribuido) para liberar a la familia de cuidados para los que no están preparados", describe. El objetivo sería "que las personas pudieran envejecer bien en casa, con bienestar emocional, buena salud mental, atención domiciliaria y en compañía. Eso es a lo que habría que aspirar".

El elemento territorial es fundamental, agrega. No es lo mismo envejecer en una ciudad mediana que en un pueblo aislado, porque el acceso a los servicios es diferente. "Las instituciones", pide este experto, "tienen que garantizar la equidad y la eficiencia, para que todo el mundo tenga un acceso más o menos igualitario a los servicios públicos necesarios y  que el envejecimiento que sea el mejor posible".

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