OPINIÓN

La gran coalición

González Pons, Vera Jourová y Félix Bolaños, durante la firma del acuerdo para la renovación del CGPJ.
González Pons, Vera Jourová y Félix Bolaños, durante la firma del acuerdo para la renovación del CGPJ.
Comisión Europea
González Pons, Vera Jourová y Félix Bolaños, durante la firma del acuerdo para la renovación del CGPJ.

Aún no había dado tiempo a que terminaran en Bruselas las comparecencias del ministro Félix Bolaños y del dirigente del PP, Esteban González Pons, cuando los pasillos del Congreso se llenaron de portavoces de otros partidos para criticar lo que acaba de ocurrir en la capital comunitaria: el acuerdo entre PSOE y PP para repartirse –una vez más– las vocalías del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

Que se cumpla la promesa de que ese discutible sistema se modificará en el futuro dependerá de la verdadera voluntad de cumplimiento que tengan las partes.

Pero lo relevante fue la apasionada y poco común unanimidad con la que los socios del PSOE –la extrema izquierda y los independentistas– y los socios del PP –la extrema derecha– se lanzaron a los micrófonos a descalificar a esos partidos con los que llevan tiempo conviviendo maritalmente o en pecado en diferentes administraciones públicas, sea en el ámbito nacional, en el autonómico o en el municipal.

Santiago Abascal, campanudo, acusó a Núñez Feijóo de traición y entreguismo a la causa sanchista. Pero más profundo pareció el análisis de Esquerra Republicana y de Podemos, cuyos portavoces coincidieron en calificar el pacto sobre el poder judicial como «la gran coalición».

Podría ser que se tratara solo de un ejemplo más del lenguaje exagerado y exuberante con el que los partidos políticos tratan de encontrar su cuota en los medios de comunicación. Pero también podría ser un acceso de pánico ante una realidad a la que aún no se ha llegado, pero que no se puede descartar: el lento pero sostenido regreso de los españoles hacia el bipartidismo.

Las últimas elecciones generales del bipartidismo clásico español fueron las de noviembre de 2011. Rajoy ganó por mayoría absoluta y la suma de PP y PSOE alcanzó el 72% de los votos. En 2015, ese sistema de partidos quebró con la aparición en la escena de Podemos y Ciudadanos, y la suma de PP y PSOE bajó de golpe al 50%. Cayó, aún más, en las elecciones de 2019, cuando socialistas y populares tocaron suelo y solo reunieron el 48% de los votos. Ya en las generales de 2023, el bipartidismo tradicional subió hasta el 64%, y ese mismo porcentaje se confirmó en las recientes elecciones europeas.

Ni siquiera en tiempos del bipartidismo hubo en España una gran coalición, como sí las han tenido en Alemania, por ejemplo. Pero el pacto para el CGPJ ha provocado en los partidos residuales algo parecido a un terror existencial, porque a los grandes les gusta presumir de su tamaño político.

Aun así, ayer en la sesión de control al Gobierno, Feijóo quiso dar la impresión de que no se ha entregado a Sánchez y le volvió a preguntar por los problemas judiciales de su familia. La tormenta tras la calma.

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