Khadija Amin Periodista
OPINIÓN

Fatemeh Amiri, cuando parece imposible alcanzar tus sueños

Kabul, Afganistán.
Kabul, Afganistán.
iStock
Kabul, Afganistán.

Fatemeh Amiri es una superviviente del ataque terrorista en la escuela Kaaj en Kabul. Tiene apenas 19 años, está refugiada en Salamanca desde hace siete meses y vive con su padre. Me cuenta que, a pesar de todo el sufrimiento que ha experimentado, tenía esperanzas en el futuro, pero de nuevo le parece imposible alcanzar sus sueños porque no ve la manera de continuar con su educación en España.

"Los talibanes nos quitaron el derecho a la educación en Afganistán, y aquí no tengo la oportunidad de estudiar porque soy refugiada", me cuenta, al tiempo que se ofrece a recordar el ataque en el que alrededor 60 estudiantes fueron asesinadas y mas de 150 heridas.

El jueves 30 de septiembre de 2022, un día antes del ataque terrorista, les dijeron que el Ministerio de Educación Superior celebraría el examen de acceso a la universidad para las niñas. Fatemeh acudió con sus amigas a inscribirse, se despidieron y separaron prometiendo verse la mañana siguiente en el centro educativo. "Había estudiado mucho y deseaba obtener la puntuación más alta para entrar en la universidad. No pensé que esta sería nuestra última reunión", me cuenta. 

Tras rezar la oración de la mañana se dirigió al centro. El director y ella fueron los primeros en llegar y le pidió que le diera la hoja de examen para poder resolverlo antes que los demás: "No había nadie en la sala. Me senté en un rincón y empecé a responder a las preguntas. Poco a poco, las demás también llegaron, y todas estaban ocupadas contestando".

Había pasado aproximadamente media hora cuando escucharon disparos desde el exterior, recuerda. "No era un sonido nuevo; lo escuchábamos muchos días. Así que seguí resolviendo mi examen. Pero este sonido se hizo cada vez más frecuente. Los gritos también surgieron y aumentaron".

Se detuvo para ver qué había pasado y consolar al resto de estudiantes cuando notó que un joven de apariencia pulcra entró en el salón con un rifle en la mano y comenzó a disparar: "Algunas personas rodaron por el suelo frente a mis ojos. Los alaridos de las estudiantes era tan fuerte que no podía ya oír el sonido de sus disparos, solo podía ver el humo que salía del cañón de su rifle. Me escondí debajo de una silla. Ni un minuto después, una terrible explosión nos sacudió. Los gemidos y gritos se mezclaron con el sonido de las explosiones. Había olor a sangre por todas partes. Abrí los ojos para ver qué había pasado, pero no pude. Estaban negros. Pensé que ya no estaba viva, que todo había terminado. Intenté abrir los ojos de nuevo, pero mi ojo izquierdo estaba fallando. Solo el derecho podía ver. No lo podía creer, mis compañeras estaban destrozadas. Había perdido a mis amigas más queridas. Amigas que habían estado conmigo durante dos años ahora se revolcaban en su sangre y morían ante mis ojos. Fue insoportable. No sé cómo salí de tanta sangre y cadáveres y llegué a la puerta lateral del centro. Estaba cerrada, pero trepé por la pared que estaba cubierta con alambre de púas y me tiré al otro lado. Muchas niñas lo hacían. Todavía no puedo creer cómo logré escalar y arrojarme al callejón. Mientras corría, con la cabeza llena de sangre y la ropa quemada y rota, gritaba para que alguien me ayudara, pero todos los transeúntes me miraban atónitos".

Fatemeh entró en farmacia más cercana. Le dolían mucho los ojos pero estaban aterrorizados y no pudieron ayudar. Llamó a su padre y le contó cómo estaba. Había perdido el ojo izquierdo y la audición en uno de los oídos en esta explosión. Su mandíbula también estaba muy dañada. La recuperación  fue muy dolorosa, pero dolía aún más haber perdido la oportunidad de entrar en la universidad.

Celebraron otro examen general, que, a pesar de estar enferma, trató de tomar: Me dolía mucho el ojo. No podía mantener la cabeza gacha. Debido a mi cirugía de pulmón, se me hacía la boca agua. Me llevó mucho tiempo. No podía ver las líneas correctamente". Aún así obtuvo los puntos necesarios para ingresar al programa de ciencias de la computación de la Universidad de Kabul

Fatemeh está segura de que, si hubiera estado en buen estado, habría logrado estar entre los diez primeros exámenes de acceso a la universidad. Había estudiado muy duro en condiciones muy difíciles, sin dinero pagar la matrícula escolar a tiempo o  libros, pero sin renunciar jamás: "Luché contra todas las dificultades de la época y las privaciones económicas para que tal vez algún día pudiera salvar a mi familia de la pobreza. Cuando entré a la universidad, estaba muy feliz, pero con el cierre de las universidades a las chicas, perdí toda esperanza"

Con esa medida, cuenta que "los talibanes destruyeron mi vida por completo". Tuvo que ir a Turquía para ser tratada, pero su ojo dañado jamás recuperará la vista.  

"Todo esto es demasiado doloroso: el dolor de perder partes activas del cuerpo, el dolor de perder a tus mejores amigas, el dolor de ser privada del derecho a la educación por los talibanes. Pero lo que más me duele es el sufrimiento de mis padres. Cuando me miran a la cara, veo una gran tristeza en sus ojos. Nunca me he sentido imperfecta o incompleta porque no tenga ojo. Cuando me veo en el espejo, me vuelvo más fuerte. Pero no tengo esperanzas en el futuro". 

Mostrar comentarios

Códigos Descuento