Para que te tomen en serio en tu provincia, tienes que salir en un medio nacional. Para que te hagan caso en tu país tienes que aparecer en una noticia francesa, alemana o inglesa. Para que te tengan en cuenta en Europa, tienes que aparecer en el New York Times y, después, ya tendrás material para poner en tus redes sociales. Coloca mejor un recorte del periódico de papel o del formato de lectura en pantalla para que el algoritmo de turno deje que te vean unos cuantos.
Si colocas el enlace a la noticia que te ha hecho el famoso periódico de Nueva York, el algoritmo de todas las redes sociales se pondrá celoso y no se lo enseñará a casi nadie para que el público no se salga de su plataforma. Además, los que quieran leerlo y hagan clic se encontrarán con un muro de pago ante el que, con toda probabilidad, renunciarán a avanzar. Cuando se encuentren contigo te dirán que sí, que ya te vieron, pero que no se enteraron bien.
Tanto éxito para que tus amigos del colegio no se enteren de nada y no puedan leer tus hazañas ni tus ingeniosas respuestas en las entrevistas. ¿Qué tipo de incomunicación tan truculenta es esta? ¿Hacia dónde nos dirigimos? Los artículos de prensa se han convertido en material de calidad media para las redes sociales, pero la foto de un gato los deja a la altura del barro.
Hay aquí un pez que se muerde la cola, una innumerable lista de incautos y dos o tres listos que dirigen el cotarro y se llevan la mayor parte de la tarta.
Por otro lado, el periodismo se vuelve loco buscando en el vertedero de las redes sociales algo que transformar en información. Cuando lo encuentra, lo convierte en noticia y genera una foto y una dirección web que vuelven a ser examinadas por el algoritmo. Se da la curiosa paradoja de que la noticia que habla sobre lo que hace esa persona es menos visible en las redes que lo que ha generado esa noticia.
Hay aquí un pez que se muerde la cola, una innumerable lista de incautos y dos o tres listos que dirigen el cotarro y se llevan la mayor parte de la tarta. Después, esos mismos hablan por ahí de mejorar el mundo y de ayudar a no se sabe quién. El chapoteo paradójico frente a la gran trituradora. Alguien quiere hacernos creer que una inteligencia no humana anda detrás de todo. Seríamos muy tontos si nos lo creyéramos.
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