La UE, en manos de su 'enemigo': empieza la presidencia húngara del Consejo con Orbán con ganas de boicotear el proyecto

El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, en una imagen de archivo.
El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, en una imagen de archivo.
EFE
El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, en una imagen de archivo.

A Viktor Orbán no le gusta la Unión Europea pero a veces en la vida hay que ocuparse de cosas que a uno no le hacen demasiada gracia. Eso le pasa a Hungría durante el próximo semestre, pues a partir de este 1 de julio el país ha asumido la presidencia rotatoria del Consejo de la UE. Si nos ponemos puristas, los designios de la Unión quedan en manos del 'enemigo' que tiene en casa, pues Budapest será el árbitro de la agenda del bloque durante los próximos meses; y Orbán no va a cambiar sus planes en un momento además marcado por el inicio de una nueva legislatura. El lema ya es una declaración de intenciones: "Hacer Europa grande otra vez".

Sí, el primer ministro magiar es admirador -y amigo- de Donald Trump; no lo oculta ni lo maquilla. Al contrario. También está considerado el caballo de Troya de Vladimir Putin en la UE, pero las reglas son las reglas y aunque ha habido peticiones por parte de algunos eurodiputados para que se suspendiera esta presidencia, el reclamo no ha llegado a buen puerto. Ahora, en Bruselas casi todos asumen, según las fuentes consultadas por 20minutos, que la agenda de la Unión en este inicio del nuevo lustro "va a bajar el ritmo" porque a Hungría "no le interesa que las prioridades cojan velocidad".

Por lo pronto, a Orbán algunos colegas ya le han ido avisando de lo que viene, aunque no le guste. "La presidencia no significa ser el jefe de Europa, significa que eres el que tiene que hacer los compromisos. Es una posición interesante en la que estar al menos una vez en la vida, así que, definitivamente, se la puedo recomendar al señor Orbán", comentó entre risas hace algunos días el primer ministro belga, Alexander de Croo, justo cuando su país le pasó precisamente el relevo a Hungría con la 'coordinación' de los Estados miembros.

¿Y la agenda? No la decide Budapest, pero sí la ordena. La Defensa, la industria o la ampliación están en el documento, sí, pero ninguna de las tres cosas son especialmente favorables a los planes de Orbán. En términos militares Hungría no tiene un papel muy activo, y aboga, dicen, por "la paz en Ucrania" pero de una forma que incluya concesiones a Putin. De hecho, mantiene bloqueados 5.000 millones de euros de apoyo a Kiev y no parece que ese veto vaya a desaparecer. Así, a nivel industrial en los últimos tiempos el Gobierno magiar también ha estrechado lazos con China. La ampliación tampoco es una prioridad para Budapest: el Ejecutivo de Orbán no está a favor de agilizar la incorporación de nuevos países al bloque, ni mucho menos de Ucrania. "No cumplen los criterios", advierten.

El programa de la presidencia, eso sí, no es tan transparente como la realidad. Los documentos facilitados por el Gobierno húngaro recogen el compromiso de ser un interlocutor "honesto", con voluntad de "cooperación sincera" con el resto de Estados miembros e instituciones en aras de "la paz, la seguridad y prosperidad de una Europa verdaderamente fuerte". Se presentan además como unos incomprendidos por el resto de socios: "Solo nosotros tenemos un plan para la paz en Ucrania", repiten una y otra vez en Bruselas cada vez que hay una cumbre.

El inicio de la presidencia del Consejo coincide asimismo con un rearme de la derecha radical, en el que Orbán quiere llevar la voz cantante por lo que ha puesto en marcha la creación de Patriotas Europeos, un nuevo grupo político en Parlamento Europeo: de momento, forman parte del mismo Fidesz, los austriacos del FPO y los checos de ANO. Tiene el número de eurodiputados necesarios, pero necesitan representantes de al menos otros cuatro países. Las cuentas no son sencillas, pero Orbán quiere una familia que se sitúe en la derecha radical entre el ECR de Meloni y el ID de Le Pen. Sería la rentrée de Orbán en las dinámicas normales de la Eurocámara después de su expulsión del Partido Popular Europeo en 2021.

Orbán tampoco está de muy buen humor después del reparto de poder en la nueva estructura de la UE. Considera que la derecha radical necesita su cuota de acuerdo a los resultados de las elecciones europeas, pero los suyos se han quedado fuera del acuerdo de líderes. Así, el Gobierno húngaro votó de manera diferente cada uno de los tres cargos: en contra de Ursula von der Leyen al frente de la Comisión, a favor de que Antonio Costa sea el nuevo presidente del Consejo Europeo, y absteniéndose para que Kaja Kallas asuma el puesto de Alta Representante.

Una piedra en el zapato de la UE

El caso de Hungría no tiene precedentes, pues lleva años siendo la piedra en el zapato de la UE. Actualmente es el único Estado miembro con un procedimiento del artículo 7 de los Tratados abierto: esto es, la opción de dejar a un socio sin voz ni voto precisamente en el Consejo. De hecho, en 2022 el Parlamento Europeo aprobó una resolución -no vinculante, pero que sí resulta una buena foto de la actualidad- asegurando que Hungría "ya no se puede considerar una democracia plena". A Orbán todo esto no solo parece darle igual, sino que alimenta su discurso.

Todo esto ha tenido mucho recorrido en los últimos años. En una resolución votada en enero de 2024, los eurodiputados expresaron su preocupación por la erosión de la democracia, el Estado de derecho y los derechos fundamentales en Hungría. El voto se produjo como respuesta inmediata a la ley de "protección de la soberanía nacional" aprobada recientemente por el Parlamento húngaro y tras la última acción del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, para bloquear la decisión clave de revisar el presupuesto de la UE a largo plazo, incluida la ayuda de la UE a Ucrania. 

El Parlamento lamentó, por otra parte, que el Consejo no haya aplicado el procedimiento del artículo 7 y la decisión de la Comisión de liberar hasta 10.200 millones de euros de fondos previamente congelados, a pesar de que Hungría no ha cumplido las reformas exigidas sobre independencia judicial. En general, los eurodiputados activaron el procedimiento del artículo 7 por primera vez en 2018, cuando decidieron pedir al Consejo que determinara si Hungría corría el riesgo de incumplir los valores fundacionales de la UE. La historia no ha cambiado demasiado y ahora el árbitro de la Unión será un Viktor Orbán que quiere marcar el ritmo de una casa que no le gusta casi nada... pero fuera hace demasiado frío.

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