Francisco Gan Pampols Teniente general retirado
OPINIÓN

El efecto mariposa

El presidente de EEUU, Joe Biden, y el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu.
El presidente de EEUU, Joe Biden, y el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu.
EUROPA PRESS
El presidente de EEUU, Joe Biden, y el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu.

Para nosotros, fenómenos aparentemente aislados o inconexos producen unos modelos de reacción en cadena que acaban resultando en una conflagración que desborda todas las previsiones. "El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo". Este proverbio chino es el origen, junto a las investigaciones del matemático y meteorólogo Edward Lorenz, de una de las más aclamadas teorías físicas: el efecto mariposa o teoría del caos. Analicemos a continuación algunos ejemplos de lo anterior.

Las elecciones al Parlamento Europeo han arrojado unos resultados que, salvo interpretaciones interesadas, reproducen bastante bien la temperatura del "terreno humano" que se vive en los estados miembros; un ejemplo, Francia hoy. Los principales grupos políticos representados en ese Parlamento (grupo popular, grupo socialista y grupo liberal) han decidido ya quienes serán las principales figuras que representarán a la Unión Europea. Como presidente del Consejo, Antonio Costa, portugués del partido socialista, como presidenta de la Comisión, Ursula Von Der Leyen, alemana del grupo popular -CDU- que repite mandato y, como Alta Representante de Política Exterior y de Seguridad, la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, del partido reformista, de corte liberal. 

A simple vista y pensando solo en geografía, aparece un desequilibrio en beneficio del norte de Europa y no se reflejan las distintas sensibilidades existentes (Giogia Meloni dixit). Los perfiles de los elegidos son bien conocidos por sus antecedentes. Destaca la primera ministra estonia, probablemente, la más furibunda crítica del régimen de Putin de entre todos los mandatarios de la Unión Europea; como curiosidad, Kallas nació en Tallin, entonces Unión Soviética, en 1977.

El 11 y 12 de julio se celebrará en Washington la cumbre de la OTAN a la que asistirán los jefes de estado y de gobierno de los 32 países miembros de la Alianza -más otros países invitados-, en la que se celebrarán los 75 años de su creación el 4 de abril de 1949, y en la que se nombrará formalmente a su nuevo secretario general, designado por unanimidad, una vez retirada la candidatura del primer ministro de Rumanía. 

Mark Rutte, liberal, primer ministro de Holanda, se despidió de sus compatriotas con un discurso este pasado 30 de junio y será designado para el cargo que ocupará el 1 de octubre de este año. El apodo familiar de Rutte es 'teflón', dando a entender su capacidad de resistencia y antiabrasión. En su perfil destaca nítidamente su talante proucraniano y atlantista. Fue el primero en ofrecer los aparatos F-16 a Ucrania.

Al otro lado del Atlántico, el pasado día 28 de junio tuvo lugar el primer debate televisado entre los dos candidatos a la presidencia de los Estados Unidos: el actual presidente Biden y el expresidente Trump. Al margen de lo que cada uno de los lectores pueda defender ideológicamente, la pregunta capital es si en un país con más de 330 millones de habitantes no hay mejores perfiles de uno y otro partido para llegar a presidente de la nación más poderosa del mundo. Como resultado del debate, en el entorno internacional se considera seriamente la posibilidad del regreso de Trump al poder, y la estrategia para lidiar con esa posibilidad está en proceso de construcción. Lo único cierto llegado el caso será la imprevisibilidad de sus actuaciones. Tiempos difíciles se avecinan, para todos.

En Oriente Medio, continua la guerra de Israel con Hamás y la Yihad islámica en Gaza y Cisjordania, con los hutíes en el mar Rojo, con Hezbolá en el norte de Israel y sur del Líbano y con Irán a través de todos sus proxies. Al margen de maquillajes en la terminología de los borradores de los acuerdos que no se alcanzan, sigue sin vislumbrarse una solución posible de alto el fuego

La posibilidad de invasión del Líbano crece y con ella, la de escalada del conflicto. El clima social en Israel se enrarece, la sociedad está más dividida que nunca, el gobierno es más un gabinete de guerra que un protector de su ciudadanía y gestor de sus necesidades, y el hecho de suprimir la exención del servicio militar a los judíos ultraortodoxos estudiantes de la Torá amenaza con romper la coalición de gobierno sumiendo al país en una crisis política en muy mal momento, aunque hay ocasiones en que es necesario que todo colapse para poder empezar a reconstruir.

Por poner otro referente geográfico más alejado, pensemos en el conflicto entre la República Popular China y Japón, Taiwán, Filipinas, Borneo, Vietnam… por la delimitación de la soberanía sobre las aguas del sur del mar de la China y algunos de sus archipiélagos y arrecifes. Posturas enfrentadas, reclamaciones desatendidas, más presencia armada de China y de Estados Unidos, y un creciente número de incidentes en el mar y en el aire. Diríase que la pax americana y la disuasión como herramienta de política exterior han perdido su atractivo y probada eficacia de antaño.

Fenómenos no lineales que se dan en distintos planos políticos, temporales y geográficos pueden, sin que lleguemos a saber muy bien por qué, acabar generando percepciones que provoquen reacciones ilógicas, desproporcionadas e irreversibles. Pensemos en un gesto de fuerza de Rusia para aumentar su nivel de disuasión respecto a la OTAN, una implicación más directa de la Unión Europea en Ucrania consecuencia del triunfo de políticas más asertivas, una sobreactuación de Netanyahu para garantizar la supervivencia de su gobierno, un desliz de Teherán respecto al programa nuclear, una decisión de Biden para que su imagen de fortaleza y determinación salga reforzada de cara al 5 de noviembre, o se dé un enfrentamiento entre la RPC y Taiwán en el canal de Formosa, cosa que va pareciendo cada vez más probable. 

Cada uno de esas posibilidades puede darse en cualquier momento, la incógnita es saber qué repercusiones tendrá y si el efecto multiplicador puede dar fuego a la carga principal, un enfrentamiento armado entre bloques que, aunque su inicio sea a pequeña escala, es impredecible en su extensión y consecuencias.

¿Qué hacer? Apagar los fuegos que arden, de menor a mayor. Desactivar fricciones, establecer políticas de consenso entre los grandes, evitar la tentación cortoplacista de las guerras económicas que tienen un horizonte electoral y no estructural, obligar a aproximar posturas entre los opuestos -por la razón o por la fuerza- pensando en la evitación de un mal mayor. 

Y, por último, definir un nuevo orden mundial basado en reglas, sin apriorismos y sin supremacismos. Ser distinto no debe interpretarse como ser adversario. Sin encontrar los elementos de cooperación nunca se resolverán los puntos de confrontación. Hay que estar pendientes del batir de las alas de la mariposa seas donde sea que esté.

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