Internacional

A fondo

De soñar con un 'supergrupo' a romperse en pedazos: por qué la derecha radical se divide más aún en el Parlamento Europeo

Meloni y Orbán charlan en Bruselas.
CONSEJO EUROPEO

En la vida hay imposibles: que la ultraderecha se una en el Parlamento Europeo en un supergrupo no solo es un imposible, sino que además el camino escogido es el contrario, a la vista de las negociaciones de las últimas semanas, justo cuando quedan unos días para que se acabe el plazo de formación de familias políticas y el primer pleno de la legislatura en Estrasburgo está a la vuelta de la esquina. Antes de las elecciones europeas del pasado 9 de junio muchas voces apuntaban a la posibilidad de que todas las formaciones de derecha radical se fusionasen para ser, si daban los números, el segundo grupo más importante de la Eurocámara. Nada más lejos de la realidad.

De hablar de 'supergrupo' se ha pasado a un escenario en el que se pueden dar hasta cuatro grupos diferentes. "Todavía queda tiempo para ver la foto final, pero entra dentro de la lógica que haya división", comentan fuentes comunitarias consultadas por 20minutos, en referencia a que los nacionalismos que enarbolan estos partidos hacen "muy complicado el entendimiento". Con todo, la estructura se dibuja de forma clara ideológicamente hablando: en un lado la coalición centrista con populares, socialdemócratas, liberales y también verdes. En el otro, los grupos que queden finalmente en la derecha radical. Fuera de esa estructura estará el grupo de la Izquierda. Aún así, habrá muchos matices a lo largo de la legislatura.

Hay que tener en cuenta que para poder formar un grupo político en la Eurocámara son necesarios al menos 23 eurodiputados de un total de siete Estados miembros diferentes. Es decir, la clave no es solamente política, sino también numérica; todo cuenta.

Es importante ir por partes. Primero están los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR). La aspiración de la familia liderada por Giorgia Meloni es ser tercera fuerza en el Parlamento Europeo por delante de los liberales, y en esa lucha sigue. Va haciendo incorporaciones poco a poco aunque eso implique cerrar las puertas de otros líderes importantes: por ejemplo, AUR, la extrema derecha rumana, es una nueva incorporación, algo que ha excluido automáticamente el fichaje de Fidesz, el partido de Viktor Orbán. ¿Por qué? Porque Budapest insiste en "defender los derechos de la minoría húngara" en Rumanía, algo que choca directamente con los planes de AUR. ECR, asimismo, aguanta el tipo con la fortaleza no solo de Fratelli, sino también de Vox o del PiS polaco.

Un escalón por debajo está otra de las familias veteranas: Identidad y Democracia (ID). Y su situación no es nada sencilla ahora mismo, porque no le salen las cuentas: la familia que lideran Marine Le Pen y Matteo Salvini sufrieron este martes un golpe con la retirada de un eurodiputado estonio para unirse a ECR. De esa forma, ID se queda con un número de eurodiputados suficiente, sí, pero de solo seis países miembros. Es decir, necesitarían un representante de otro socio para cumplir con los mínimos. 

Han aplazado, dadas las circunstancias, su sesión constitutiva esperando que los resultados de RN en las elecciones legislativas en Francia den el impulso definitivo para hacer nuevos fichajes. Han perdido también, eso sí, al FPÖ austriaco y a la Chega portuguesa. Una salida factible para Le Pen la próxima semana puede ser negociar una fusión con Orbán, que maneja también plazos y números para formar un grupo propio, pero todavía no suma lo necesario.

Y es que después llegan los nuevos de la clase. Los Patriotas Europeos impulsados precisamente por Viktor Orbán aparecen en el nuevo mapa ideológico. Fidesz fue expulsado del PPE en 2021 y desde entonces busca una nueva casa en la que refugiarse; viendo lo difícil que es entrar en las ya construidas ha apostado por construir una propia, mirando hacia el Este y tratando de hacer fuertes a unos partidos que tienen mucho que decir sobre todo en lo que tiene que ver con la invasión rusa de Ucrania (y no precisamente a favor de Kiev). Representan un euroescepticismo que está en el medio de ECR y de ID. Orbán ha conseguido incorporar al menos al FPÖ y a ANO, los checos recién salidos del grupo liberal pero se ha llevado el mazazo de que precisamente el PiS le haya dicho que no a sumarse: su eterno socio ha preferido seguir en ECR.

El cuarto en discordia serán los Soberanistas, liderados por Alternativa por Alemania (AfD). En una escala del 1 al 10, donde el 10 es la derecha más extrema, esta familia estaría cerca del 9, y a AfD no le importa que ese sea el planteamiento. "Los resultados que sacaron en las europeas hacen que estén más en disposición que nunca de liderar su propio grupo", aseguran las fuentes. Los germanos, expulsados de ID antes de las elecciones porque su candidato, Maximilian Krah apuntó que ser de las SS en la época hitleriana "no implicaba ser un asesino", han sumado a su causa a los polacos de Konfederacja o a Se Acabó la Fiesta, el partido fundado y liderado por Alvise Pérez. Tiene además tiempo para hacer alguna incorporación nueva que les asegure la suma final.

¿Todo esto complica las dinámicas de la legislatura? Está por ver. "La sensación es que una vez que la legislatura eche a andar todos votarán más o menos lo mismo, aunque haya matices. Veremos en políticas migratorias, verdes o económicas cómo se mueven las piezas", concluyen las fuentes. En Bruselas van asumiendo poco a poco que habrá dos velocidades diferentes en este curso político de cinco años; todo arrancará más o menos como debe, pero será un lustro de "estrecheces" en el que la UE puede ser "lenta" en los temas nuevos que se pongan sobre la mesa.

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