Helena Resano Periodista
OPINIÓN

Puede ser muy real

Debate electoral entre Trump y Biden.
Debate electoral entre Trump y Biden.
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Debate electoral entre Trump y Biden.

"Era como ver a mi padre cuando estaba ya muy enfermo". "Su cara, su mirada perdida, me recordó muchísimo a mi abuelo cuando íbamos a verle". "Me dio mucha pena".

Son comentarios que estos días he escuchado de gente cercana tras ver el debate de Biden contra Trump. Sus gestos, sus titubeos, su mirada perdida, su cansancio evidente, su voz entrecortada… A todos nos ha venido a la cabeza ese familiar mayor que hemos tenido cerca y que, en sus últimos años, tenía el mismo aspecto. Y a todos se nos ha roto un poco el alma de ver exponerse así a un hombre que, es más que evidente, no está en su mejor momento.

A estas alturas es muy difícil que los demócratas cambien el guion. Lo tenían que haber hecho mucho antes y no llegar a este punto de, permítanme, crueldad, viendo a su candidato exponerse públicamente así, trastabillando la mitad de las veces, sin hilar frases coherentes otras muchas, cayéndose porque los tropiezos también son continuos y, lo peor, no sabiendo contraponer de forma enérgica las mentiras y los bulos de Trump.

Un plan B a estas alturas es casi imposible. Y parece que el entorno del presidente de Estados Unidos se ha conjurado para que sea inviable. Biden va a seguir, ese es el mensaje que han lanzado estos días sus colaboradores, su equipo y su familia. Con ellos se encerró en Camp David para, en teoría, reflexionar, pero no. Tenían una sesión de fotos cerrada desde hace tiempo y seguramente aprovecharon para apuntalar aún más la seguridad de Biden. Ni su mujer ni sus hijos ni sus nietos ven signos de preocupación. Y la ceguera, tan escandalosamente alarmante, es peor aún que las evidencias de que Biden necesita parar. 

Algunas voces dicen que su nivel cognitivo ha ido decayendo en los últimos meses de forma preocupante, que sus capacidades se agotan, se "apagan", a partir de las 4 de la tarde. ¿Y cómo no hacerlo? Si es un hombre al que se le está sometiendo a un ritmo, a todas luces, inasumible para él. Tiene 81 años. Quizás es demasiado mayor para optar a la reelección en estas condiciones, contra un Trump crecido tras el respaldo que ha recibido del Supremo y con un país dividido. Pero quizás no es demasiado mayor como para mantenerse al margen, asesorar a otro candidato o candidata y dar su mejor versión desde un segundo plano. Ofrecer toda su experiencia política desde un despacho, sin exponerse así.

Nada de todo esto va a pasar seguramente. Y mucho me temo que habrá más episodios inenarrables en las próximas semanas. Lo que está en juego es tan grave que lo del pánico se contagia. ¿Se imaginan un mundo en el que Francia esté gobernada por la extrema derecha y Estados Unidos por Trump? Bueno, pues no se lo imaginen demasiado porque puede ser muy real.

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