Es sabido y, además, es obvio y comprobable, que la derecha está experimentando un brote populista extremista. Como también es sabido que la izquierda moderada ya casi no existe, víctima también del populismo extremista. Muchas veces tendemos a pensar que el populismo es únicamente un producto de la derecha, y nos equivocamos.

Lo que está pasando en Francia debería ser un aviso suficiente para la izquierda y derecha responsables. La una y la otra no terminarán con el populismo apelando solo al miedo.

El populismo anula cualquier racionalidad deliberativa en beneficio de la emocionalidad más primitiva. Nunca antes el mundo había alcanzado un progreso semejante y, a pesar de ello, cada día hay más malestar. Al malestar, el populismo le receta la mentira permanente. Y los demás parece que se tranquilizan pensando que con solo conjurarse en contra de la ultraderecha es suficiente. Pero no se vencerá al populismo apelando al miedo. ¿Se han dado cuenta de que parece que a la izquierda solo le preocupa la ultraderecha y no dice nada de la extrema izquierda? Pues los dos extremos conllevan noches muy oscuras. Los dos.

Como ha ocurrido en otras ocasiones, los inmigrantes se convierten en el origen de todos los males. Muy bien, si en Europa no queremos tener hijos y no queremos tampoco ver disminuido nuestro nivel de bienestar, ¿cómo lo hacemos? Por cierto, ¿podrían ahora mismo pagarse la totalidad de las pensiones de jubilación si no hubiera inmigrantes cotizando?

En Gran Bretaña tenemos un ejemplo clarísimo de los males que trae consigo el populismo. ¿Está hoy Gran Bretaña mejor que cuando era un miembro destacado de la Unión Europea? La respuesta es un contundente no. Y lo dicen ellos mismos.

Los que todavía no han sido barridos por el populismo deberían meditar muy bien sus acciones políticas y deberían también explicar lo que está ocurriendo y cuáles son sus consecuencias.