La segunda y última vuelta de las legislativas en Francia se celebra este domingo. Hay en juego 501 escaños de la Asamblea Nacional (76 diputados ya resultaron elegidos en la primera vuelta). Han renunciado más de 200 aspirantes de diversos partidos, sobre todo de izquierdas y del bloque centrista del presidente Emmanuel Macron. Se busca así aglutinar el voto y evitar que la Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen consiga la mayoría absoluta.
Pero si pese a ello la ultraderecha gana ampliamente, a Macron no le quedará otra que aceptar como primer ministro a su representante, a Jordan Bardella. Sería un "incómodo" sistema de poder compartido, eso que llaman cohabitación. O sea, el presidente y el jefe del Gobierno serían de distinto color político.
La V República ha vivido la cohabitación del poder en tres ocasiones. El primer caso fue el del conservador Jacques Chirac quien fue primer ministro del presidente François Mitterrand, socialista. La segunda cohabitación, también con Mitterrand como jefe de Estado, la protagonizó el neogaullista Edouard Balladur.
El caso del "matrimonio" Chirac-Jospin es el que más tiene que ver con el actual momento político. El socialista acabó siendo primer ministro porque Chirac cometió un error de cálculo y adelantó las elecciones legislativas. Fue la tercera y más larga cohabitación: duró desde 1997 hasta 2002.
El inesperado error de Chirac
Era 1995 y gobernaba la derecha, que en 1993 había derrotado a los socialistas en las elecciones parlamentarias de manera contundente. Jospin fue seleccionado para ser el candidato socialista para las presidenciales. Tanto él como sus compañeros de partido daban por hecho que tenían pocas posibilidades. Jospin perdió frente a Jacques Chirac, es cierto, pero lo hizo por un margen muy estrecho en segunda vuelta.
El Partido Socialista francés se quedó con buen sabor de boca. En sus filas cundió el optimismo. Y en esto Chirac vino a hacerles un favor: en 1997 decidió adelantar las legislativas, esperando que renovaría el apoyo de la ciudadanía. Fue un error de cálculo que ha quedado para la historia reciente de Francia. Muchos ven hoy el paralelismo con la decisión de Macron de convocar elecciones tras su derrota en las europeas.
De hecho circula un "chiste" sobre la desafortunada decisión de Chirac en 1997 que al parecer es obra del exministro conservador Patrick Devedjian. "Estábamos encerrados en un apartamento con una fuga de gas. Fue entonces cuando Chirac encendió una cerilla para ver qué estaba pasando", ha contado Devedjian.
"Estábamos encerrados en un apartamento con una fuga de gas. Fue entonces cuando Chirac encendió una cerilla para ver qué estaba pasando"
En aquel 1997 y en contra de lo esperado, Jospin, apoyado en una llamada izquierda plural, llegó en cabeza en la primera vuelta con un 23,30% de los votos, ante sus rivales: Jacques Chirac (20,8%) y Édouard Balladur (18,6%). En la segunda vuelta, el socialista obtuvo un abrumador 47,36% y se convirtió en primer ministro.
Chirac-Jospin, con una sola voz... o no
En la política francesa el jefe de Estado (que reside en el Elíseo) continúa a cargo de las áreas de lineamientos generales del país, como la defensa y las relaciones internacionales, mientras que el primer ministro (desde el palacete de Matignon) apunta más a los aspectos internos de la política nacional. Cuando se cohabita, lo de que "Francia habla con una sola voz" es el propósito pero no siempre se consigue.
Jospin fue jefe de un gobierno de coalición durante esta cohabitación de cinco años. Aquella relación tuvo dos partes bien diferenciadas. Desde el inicio en 1997 hasta septiembre de 2000, la cohabitación fue "cortés", incluso "cordial", permitiendo el desarrollo de políticas de compromiso en muchos ámbitos. Pero los analistas consideran que entre septiembre de 2000 y mayo de 2002 fue "conflictiva".
Cohabitación cortés
La cooperación fue eficaz tanto en la política gubernamental propiamente dicha, en la que Chirac nombraba a los ministros a partir de personalidades propuestas por Jospin, como en las cuestiones que entran en el ámbito constitucional reservado al Presidente. La sintonía fue notable en materia de política exterior (la relación con la Alemania de Schröder o la guerra de Kosovo). Además, cooperaron en las distintas revisiones constitucionales del periodo (la de 1998 sobre la autonomía de Nueva Caledonia y la de 1999 sobre transferir competencias a la Unión Europea).
Parte de ese periodo fueron las privatizaciones de empresas públicas que continuaron con Jospin. Eso hizo con France Telecom, Air France, Crédit lyonnais, Aérospatiale-Matra, EADS, Thomson Multimédia, GAN, AGF, Société Marseillaise de Crédit o Banque Hervet. Además, redujo el IVA y otros impuestos.
Cohabitación conflictiva
En septiembre de 2000 la relación entre el Elíseo y Matignon se hizo conflictiva, con Chirac y Jospin censurándose mutuamente sus políticas. El presidente criticó duramente las disposiciones del proyecto de ley de finanzas y el proyecto de ley de financiación de la Seguridad Social para 2002. Al tiempo, el primer ministro criticó la voluntad de incluir en la Constitución disposiciones relativas a la socialdemocracia.
Más de izquierdas fue reducir la jornada laboral a 35 horas; el seguro de salud adicional para los más pobres; el impulso a la representación de la mujer en la política; o las uniones civiles entre personas del mismo sexo. Durante el gobierno de Jospin, Francia disfrutó de una buena situación económica y el paro se redujo en 900.000 personas.
En la campaña para las presidenciales de 2002 Jospin fue el candidato socialista. Le superó el ultraderechista, Jean-Marie Le Pen, y quedó fuera de la segunda vuelta. En abril de aquel año, tras su derrota, renunció como primer ministro y anunció que dejaba la política. Y lo ha cumplido.
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