Internacional

Mayoría relativa, cohabitación o bloqueo: los tres escenarios que pueden darse en Francia este domingo tras la segunda vuelta electoral

Las elecciones en Francia
Henar de Pedro

Francia vota de nuevo este domingo. Es la segunda vuelta de las legislativas adelantadas, la definitiva. Más de 200 aspirantes de diversos partidos, sobre todo de izquierdas y del bloque centrista del presidente Emmanuel Macron, han renunciado para aglutinar el voto útil y evitar que la Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen consiga la mayoría absoluta. Y puede que sirva.

La ultraderecha quedaría lejos de la mayoría absoluta en la segunda vuelta, que está en 289 escaños, ya que lograría entre 190 y 200 escaños. Así lo ha revelado el primer sondeo divulgado tras la retirada masiva de candidatos de otros partidos.

El domingo están en juego 501 escaños de la Asamblea Nacional, puesto que 76 diputados ya resultaron elegidos en la primera vuelta al conseguir en su circunscripción la mayoría absoluta. Agrupación Nacional logró la elección de 39 diputados; la coalición de izquierda Nuevo Frente Popular ya tiene 32 diputados electos en una sola vuelta; y la fuerza presidencial aseguró dos diputados (sólo obtuvo el 21% de los sufragios).

Todo está en aire. Si como dicen las encuestas los de Le Pen no logran la mayoría absoluta, quedarían tres posibles escenarios: una mayoría relativa de alguna opción, cohabitación o bloqueo.

Una (complicada) mayoría relativa

Una de las razones que llevaron al presidente Macron a adelantar las elecciones —además del erróneo cálculo de que los franceses tendrían que elegir entre él o el caos y le escogerían a él— fue dar estabilidad al país. Los suyos tenían hasta ahora 245 diputados. Dado que la mayoría absoluta está en 287, para sacar adelante cualquier ley se han visto obligados a negociar y pactar con otras fuerzas políticas (básicamente de derechas).

Eso mismo podría pasarle al ganador de los comicios de este domingo: ganar, pero con una mayoría relativa. El primer ministro debería ser nombrado entre el grupo que obtenga esa victoria relativa y los grupos políticos deberían aliarse para poder votar leyes, de acuerdo con el nuevo equilibrio de poder. 

Si esa victoria de mínimos la consigue Agrupación Nacional y Jordan Bardella es primer ministro tendría que negociarlo todo, lo que en la práctica significaría buscar acuerdos con otros partidos de derecha (lo que pasaba hasta ahora pero con el epicentro en el extremo de la derecha). El partido de Le Pen podría unirse a Los Republicanos, el partido de derecha del que una parte de sus candidatos ya se ha aliado con la extrema derecha en la primera vuelta. 

Si con una mayoría relativa ganara la izquierda, lo mismo. Tendría que gobernar hacia el centro para sacar adelante leyes y proyectos con votos de la derecha más liberal. Eso tal vez lo podría apoyar el Partido Socialista pero no La Francia Insumisa.

Ya se intuye inestable, pero, antes de eso, improbable. Hasta ahora Macron y sus socios han mantenido en pie el cordón sanitario a la formación de Le Pen y, aunque no hay cordón como tal, lo mismo hacia la izquierda de Jean-Luc Mélenchon. Irresoluble o casi.

Bloqueo

Con una Asamblea Nacional sin una mayoría clara con capacidad de gobernar, Francia se arriesga a quedar en una situación de parálisis política al menos por un año (antes no se pueden convocar nuevas elecciones, como indica la Constitución). 

Macron podría estar tentado de usar el artículo 49.3, ese que permite sacar adelante leyes sin mayoría en la cámara y que ya le sirvió en 2023 para aprobar la reforma de las pensiones.

Cohabitación, el escenario más probable

Si la ultraderecha vuelve a ganar el domingo y lo hace con suficiencia, a Macron no le quedaría otra que nombrar primer ministro a su representante, a Jordan Bardella. Sería un "incómodo" sistema de poder compartido, eso que llaman cohabitación. O sea, el presidente y el jefe del Gobierno serían de distinto color. Si gana la izquierda, el presidente tendría que encargarle la formación de un Gobierno a su candidato

En la política francesa el jefe de Estado (que reside en el Elíseo) continúa a cargo de las áreas de lineamientos generales del país, como la defensa y las relaciones internacionales, mientras el primer ministro (desde el palacete de Matignon) apunta más a los aspectos internos de la política nacional. Pero cuando se cohabita lo de que "Francia habla con una sola voz" se hace difícil de mantener.

Sería la cuarta cohabitación

  • La V República ha vivido la cohabitación del poder en tres ocasiones. El primer caso fue el del conservador Jacques Chirac quien llegó a ser primer ministro del presidente socialista François Mitterrand. La segunda cohabitación, también con Mitterrand como jefe de Estado, la protagonizó el neogaullista Edouard Balladur. Dos años después de ser elegido presidente Chirac, frente al socialista Lionel Jospin, éste último ganó en 1997 las elecciones legislativas adelantadas por el jefe de Estado en un error de cálculo, y comenzó la tercera y más larga cohabitación, hasta 2002.

Bardella-Macron, una mala mezcla

Si Bardella llega a ser primer ministro, se puede esperar una cohabitación complicada con el jefe de Estado. A diferencia de los escenarios pasados, Agrupación Nacional es un partido de oposición que nunca ha gobernado y que constituye el mayor adversario político de Macron, según France 24. Y cada uno haría por sacar la cabeza. Bardella tendría que demostrar que puede dirigir el país y el presidente se posicionaría como primer crítico de estas políticas.

"Existen desacuerdos muy profundos como sobre Ucrania o la posición respecto a Rusia, lo que podría desencadenar una grave crisis", advierte en este medio Pierre-Emmanuel Guigo, profesor de Historia en Universidad de París Este Créteil. Además, Macron es proeuropeo y el partido de Le Pen quiere renegociar los tratados de la Unión Europea. Y qué decir de la permeabilización de las fronteras a la que aspiran los ultraderechistas o su anunciada supresión de la Ayuda Médica del Estado.

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