Los 4 planes que Starmer pretende poner en marcha en cuanto se ponga al frente de Downing Street como nuevo primer ministro

El Partido Laborista ha conseguido una amplia mayoría en la Cámara de los Comunes tras las elecciones británicas. No supera lo de Tony Blair en 1997, pero casi. Keir Starmer será el próximo primer ministro de Reino Unido.

En su primera aparición tras conocer el resultado oficial habló de un cambio de época. "La gente ha hablado esta noche aquí y en todo el país, y está lista para el cambio. Habéis votado. Ahora nos tocar a nosotros dar resultados".

Starmer, cuya victoria estaba anunciada y cantada desde hace semanas, ha dejado clara su intención, su propósito: "Es hora de acabar con la política de la interpretación y volver a la política del servicio público".

Pero, ¿cómo se concreta esa voluntad de recuperar el estado del bienestar? Ese modelo nació en Reino Unido en 1945, de la mano del laborista Clement Attlee, y luego, a partir de 1979, sufrió el derribo hasta casi los cimientos con Margaret Thatcher.

"Es hora de acabar con la política de la interpretación y volver a la política del servicio público"

Starmer no quiere volver a 1945, sería impensable. Attlee nacionalizó las principales industrias y servicios públicos, incluido el Banco de Inglaterra, la minería del carbón, la industria del acero, la electricidad, el gas y el transporte interior. El nuevo líder de los laboristas no es un radical, ni en lo político ni en lo personal.

Pero Starmer sí pretende que los británicos puedan volver a disfrutar de una buena sanidad pública —el NHS es (¿era?) la joya de la corona—, un buen transporte público y coberturas sociales propias de una nación avanzada, miembro del G-7 (Reino Unido es la sexta economía del mundo por su PIB).

El plan económico

El Reino Unido atraviesa una recesión económica, con un déficit del 6% del producto interno bruto: el PIB per cápita continúa un 1,2% por debajo del de 2019. La economía enfrenta desabastecimientos y un aumento del coste de vida: la inflación es del 11%.

El Partido Laborista ha redactado el llamado Fondo Nacional de Riqueza, un plan económico centrado en el crecimiento sostenido, cuya misión será canalizar capital "a las industrias del futuro". Con inversión pública se quiere atraer la inversión privada. La idea es que por cada libra de dinero del Estado que se invierta se obtengan tres.

"No subiré los impuestos a la gente trabajadora: el de la renta, el IVA y las contribuciones a la seguridad social"

De ese modo, Starmer prevé lograr la estabilidad económica, reduciendo el déficit y controlando la inflación. Para ello, ha prometido que "no subirá los impuestos a la gente trabajadora: el impuesto sobre la renta, el IVA y las contribuciones a la seguridad social". Además, mantendrá el impuesto de sociedades al 25%. Está por ver qué hará con el impuesto de patrimonio.

Pero, ¿cómo gastar más sin subir los impuestos, o sea, sin ingresar más? El laborista ha insistido en campaña en que que todas las medidas que adopte su Ejecutivo "estarán debidamente financiadas" y no generarán deuda adicional. La base de todo ello será la disciplina fiscal.

El plan para los servicios públicos

Entre los primeros propósitos de Starmer está la reducción de las largas listas de espera sanitarias y mejorar la atención, con 40.000 consultas más a la semana. Lo quiere lograr aumentando la financiación del Servicio Nacional de Salud (NHS). Todo ello se pretende financiar con la lucha contra la evasión fiscal y el cierre de las "lagunas" fiscales.

Para Educación, los "laboristas centrados" de Starmer ya abandonaron la promesa de abolir las tasas de matrícula universitaria. El nuevo primer ministro se conforma con mejorar la calidad de colegios e institutos contratando a 6.500 profesores. Se les pagaría mediante el fin de las exenciones fiscales a las escuelas privadas.

Ha anunciado también medidas para reducir el comportamiento antisocial y mejorar la seguridad en las comunidades.

El plan para la inmigración

Starmer no quiere barcos-prisión ni repatriaciones ilegales. En campaña, el laborista ha asegurado que eliminará el plan de Sunak de enviar a Ruanda a los potenciales refugiados. "Es una artimaña, no una solución", ha dicho. A cambio, quiere aplicar políticas más humanitarias y de integración.

Pero también pretende crear una nueva unidad, "una fuerza de élite, no una Cenicienta", que unifique las principales agencias de seguridad y fronterizas contra el tráfico ilegal de personas en origen. Esa nueva agencia gestionará la inmigración y combatirá el contrabando y el terrorismo.

Además, va a revisar el sistema de visados para facilitar la entrada de trabajadores cualificados y cubrir las necesidades del mercado laboral. A ello sumará un plan de formación de los trabajadores nacionales para reducir la dependencia de la mano de obra extranjera.

El plan verde

Starmer tiene entre sus prioridades la lucha contra el cambio climático. La agenda verde del nuevo primer ministro no está porque toque, porque se imponga desde fuera, desde lo políticamente correcto; está porque él cree en la necesidad urgente de reducir las emisiones de carbono y promover la energía renovable.

Ese ambición se concreta en la prohibición de los coches de gasolina a partir de 2030. Para ello quiere incentivar con ayudas públicas la transición a vehículos eléctricos y de bajas emisiones.

El líder laborista tiene como objetivo alcanzar la neutralidad en emisiones de carbono antes del fin de 2030. Pretende impulsar políticas y prácticas sostenibles en todos los sectores económicos. Parte de ese plan es la creación de una empresa nacional de energía, Great British Energy, que velará por la transición a la energía limpia, además de asegurar el suministro y reducir la dependencia de fuentes externas.