Plantar un árbol, absorber 200 kg de CO2: los bosques creados para capturar emisiones cubren ya 17.000 hectáreas en España

  • Cada más empresas participan en el registro voluntario: ya hay 833 proyectos por 6,2 millones de toneladas de CO2.
  • Enrique Enciso, pionero: "Hace unos años, las empresas ni lo veían. Ahora ven que es el futuro".
Bosque Caminomorisco, en Cáceres, creado para capturar emisiones de CO2.
Bosque Caminomorisco, en Cáceres, creado para capturar emisiones de CO2.
Fundación Repsol
Bosque Caminomorisco, en Cáceres, creado para capturar emisiones de CO2.

El aforismo dice que toda persona debería, a lo largo de su vida, tener un hijo, escribir un libro y plantar un árbol. Pero en los últimos años, a medida que arrecian los efectos del cambio climático y aumenta la conciencia para luchar contra él, el mantra que parece estar imponiéndose entre las empresas es la necesidad de crear un bosque para que sus árboles puedan capturar el CO2 que emiten a la atmósfera y que no puedan reducir con una actividad más sostenible. Cuando lo hacen, pueden inscribirse en el registro de huella de carbono, compensación y proyectos de absorción de dióxido de carbono del Ministerio de Transición Ecológica, en el que ya figuran 833 proyectos de bosques que se extienden a lo largo de casi 17.000 hectáreas y de los que se espera que puedan capturar 6,2 millones de toneladas de C02 de la atmósfera.

En este registro se refleja la marcha del llamado "mercado voluntario de carbono" del que España es pionera y que se puso en marcha en 2014, para invitar a las empresas a capturar de forma natural emisiones de CO2 que con sus actividades contribuyen a lanzar a la atmósfera. Lo hacen financiando la creación de nuevos bosques que por lo menos tienen que tener una hectárea de superficie, en tierras que sean consideradas terrenos baldíos desde diciembre de 1989 o que hayan sido arrasadas en un incendio forestal.  

Se trata de una inversión a medio plazo, porque los árboles solo pueden plantarse con un metro de altura y todavía necesitarán años para captar una cantidad aceptable de CO2, pero se hace de cara a la neutralidad de carbono que quiere alcanzar la UE en 2050, cuando no se podrá emitir más CO2 del que se pueda capturar. En una parte pequeña, por medio de los árboles como sumideros naturales. En 'pago' por la inversión que hace las empresas para crear bosques que no cumplirán plenamente esta función de sumidero hasta muchos años después, el Ministerio les reconoce desde el primer momento un 20% de las emisiones estimadas que, junto con el 80%, servirá para compensar aquellas que, aunque no sea todavía de forma obligatoria, deberán reducir de cara a la neutralidad climática.

Aunque en el sector consideran que terminará siendo obligatorio, este mercado voluntario de carbono es una vía distinta al sistema de derecho de emisiones que fija topes a las emisiones de las compañías de los sectores más contaminantes, que pueden comerciar entre sí con ellos y que en España obliga a alrededor de un tercio de las empresas. Los bosques como sumideros de carbono están pensando para todas, aunque de momento son las más grandes las que están participando, del IBEX, bancos o energéticas, pero también todo tipo de entidades, incluidos ayuntamientos. Mientras que todavía se buscan tecnologías eficaces para capturar emisiones de gases de efecto invernadero de la atmósfera, de lo que se trata aquí es recurrir al método más natural, el de los árboles, que lo absorben CO2 en su proceso de fotosíntesis.

833 proyectos en 16.822 ha

De acuerdo al último dato facilitado por el actual responsable de este registro, el Ministerio para la Transición Ecológica, hay 833 proyectos de bosques que se extienden por 16.822 hectáreas -un 0,0,6% de la superficie forestal española- y en una progresión que no ha dejado de crecer cada año. El registro se actualizó en mayo de este año y en los cinco primeros meses de 2024 se habían inscrito 145 proyectos nuevos. Si se mantiene este ritmo anual, este año se cerrará con más de los 293 proyectos que se inscribieron en 2023, que a su vez son más que los 235 de 2022. Ese año se dio un salto importante, desde los 98 proyectos que se registraron en 2021, los 20 de 2020 o los apenas 10 de 2019.

Entre los proyectos registrados este año, los hay de extensiones que van desde el mínimo de una hectárea a 20 o 22, los desarrollan empresas como Gas Natural, Redeia (antes Red Eléctrica Española), Orange o la farmacética Astra Zeneca pero también por administraciones como el ayuntamiento de Las Rozas o entidades como Cruz Roja Española. También Naturgy ha entrado este año en un registro con un bosque de ocho hectáreas en Cadalso de los Vidrios (Madrid) con el que estima que podrá capturar 2.222 toneladas de CO2. 

Estos bosques-sumideros están repartidos por distintas provincias, según un registro que ya abarca nuevos bosques para capturar CO2 en prácticamente todas las comunidades autónomas. En todos los casos, el registro detalla la extensión y localización del bosque que financia dada una, la absorción de CO2 prevista en el periodo de vida del proyecto y, en su caso, las emisiones que ya han sido retiradas. El total con todos su proyectos, son 94.518 toneladas de CO2 desde el primero que se inscribió, en 2015. Como desarrollador del proyecto figuraba una sociedad limitada llamada Bosques Sostenibles, que creó uno de 35 hectáreas por repoblación forestal en San Martín del Pimpollar, provincia de Ávila. En 2023, por ejemplo, se inscribió un bosque en Lourenza (Pontevedra) que patrocina la Planta de Regasificación de Sagunto que ya ha sido capaz de retirar de la atmósfera 66 toneladas. 

Reforestar y dar trabajo a los pueblos

De estos 833 proyectos, 135 bosques han sido creados por Sylvestris, una empresa formada principalmente por ingenieros forestales y de montes que hace una década empezó buscando empresas que quisieran invertir en la creación de bosques. En estos momentos, está en el origen de uno de cada ocho proyectos registrados ante el Ministerio de Transición Ecológica. En 2019, se asoció con la Fundación Repsol y con Hispasat e invirtió su actividad. Ya no buscaría financiación para poder crear bosques, sino que los crearía y después buscaría a las empresas que se hagan cargo de ellos, totalmente o por parcelas. Cuando esto sucede, Sylvestris las inscribe al nombre de la compañía en cuestión en el registro del Ministerio. El proyecto que realiza junto con Repsol, Motor Verde, tiene el compromiso de reforestar 70.000 hectáreas en España, de los que entre 15.000 y 20.000 en la primera fase de cinco años que acaba de terminar el segundo.

La iniciativa puede ser incluso a menor escala y a través de la web de Sylvestris o de Motor Verde se puede participar en distintos bosques financiando desde un solo árbol. Por ejemplo, se puede contribuir con el bosque Camino Morisco, un proyecto de reforestación en Cáceres con 21.000 árboles plantados y prevé poder absorber 5.000 toneladas de CO2, financiando desde un árbol por menos de 15 euros, que podrá absorber 242 kilos de CO2. Si se quiere "mitigar la huella de carbono" en el Bosque Maceira, en Pontevedra, la financiación de cada uno de sus 9.900 árboles plantados -para absorber 4.222 toneladas de CO2- cuesta 25,8 euros por ejemplar, con el fin de capturar 427 kilos.

"Hace unos años, ni lo veían y ahora ven que es el futuro y sus planes de estrategia van cambiado", dice uno de sus socios fundadores, Enrique Enciso, sobre cómo ha cambiado la aproximación de las empresas a este tipo de proyectos. "Los directores de sostenibilidad antes estaban un poco arrinconados y ahora su opinión se valor. Las empresas ya no solo valoran la cuenta de resultados también la igualdad, a diversidad y va a más", añade Enciso, confiado de que, después de que las grandes empresas abran paso, también las medianas querrán crear bosques y, después, las pequeñas. "Igual que hace 25 años se pasó de la máquina de escribir al ordenador", dice, aunque también admite que "son pasos que cuestan", que requieren una inversión y "un cambio de mentalidad".

Además del papel de los bosques como sumideros naturales de CO2, Enciso subraya los beneficios que la creación de bosques para tal fin tiene en las comunidades locales, donde se crea empleo fuera de la temporada estival que dinamiza la economía de muchos pueblos, fijando población. "Tiene un impacto social brutal. Las inversiones en bosques son muy elevadas, necesitas mucha mano de obra", dice. La preparación del monte se hace con máquinas pero la plantación se hace a mano, y para eso se necesitan "muchas" en un trabajo que después continua con el mantenimiento de los bosques o la sustitución de las plantas que no agarran. "Es importante el trabajo que generamos, por la época y porque se repite", afirma Enciso, socio de una empresa que, a medida que crece el interés  por crear bosques, dedica cada vez más esfuerzos en la complicada tarea de encontrar terrenos para ello.

Innovar en bosques y en especies

La ley que sustenta toda esta actividad, el registro de huella de carbono, compensación y proyectos de absorción de dióxido de carbono, se aprobó en 2014. Convirtió a España en un país pionero porque era el primero que permitía a empresas y autónomos que generen emisiones de CO2 en su actividad ser  titulares de proyectos de absorción de CO2 e inscribirse como tales ante el entonces responsable, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente que, como se sigue haciendo, empezó a expedir unos sellos  de reconocimiento y a publicitar las iniciativas. Hace ya una década, el cambio climático no estaba a la orden del día como ahora, pero ya se buscaba "intensificar la sensibilización de las empresas en la lucha contra el cambio climático" y ser "un punto de arranque para un cambio de cultura empresarial orientado a la asunción de responsabilidades medioambientales".

Una década después, se avista para final de año una "revisión" de la ley y empiezan a entrar en juego la cuestión sobre qué especies utilizar o cómo tener en cuenta precisamente los efectos del cambio climático para planificar bosques que tendrán que sobrevivir en condiciones climáticas que probablemente dentro de medio siglo serán distintas a las de ahora. También el papel que deben tener en el registro bosques que ya existen y que no son fruto de la recuperación de tierras baldías o arrasadas por el fuego.

Hasta ahora, por ejemplo, solo se plantan especies autóctonas, en buena medida el pino, pero en el sector ya se plantean la apertura a otra que no lo son como el cedro, la higuera o el castaño a los que también se les reconoce una buena capacidad de absorción del CO2. También, quizá, el olivo si se atiende la reclamación del Consejo Oleícola Internacional (COI). "El olivar está prestando un servicio medioambiental a la sociedad porque puede almacenar aproximadamente 4,5 toneladas de CO2 por hectárea. Si lo multiplicamos por los 11 millones que hay de olivar en el mundo, estamos hablando de un potencial de almacenamiento de casi 48 millones de toneladas de CO2 al año", decía Juan Antonio Polo, jefe de la Unidad de Tecnología y Medio Ambiente del COI en una reciente entrevista a este periódico.

Redactora '20minutos'

Actualmente cubro la información relacionada con energía, transición ecológica y transportes. Antes, también en 20 Minutos, me encargué de la cobertura sobre la crisis sanitaria por Covid y, previamente, de la información relacionada con Presidencia del Gobierno. Antes trabajé en la revista Tiempo y, en Bruselas, en las agencias Europa Press y Notimex y fui colaboradora de el periódico Levante-EMV, entre otros medios. Soy licenciada en Ciencias de la Información y postgrado en Información Internacional y Países del Sur por la Universidad Complutense. En 2021 terminé un Máster sobre Museología y Gestión de Museos de la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA).

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