OPINIÓN

Jugar a quedar bien

El jefe del Consell, este miércoles, en la tribuna del Parlamento valenciano.
El jefe del Consell en la tribuna del Parlamento valenciano.
José Cuéllar / Corts Valencianes
El jefe del Consell, este miércoles, en la tribuna del Parlamento valenciano.

Vox no ha querido quedarse atrás. Después de ver al presidente de la Generalitat y a la alcaldesa de Valencia sacar pecho por su gestión en su primer año de gobierno, José María Llanos, síndico-portavoz del partido de Abascal en Les Corts, ha recordado que todo ha sido posible por el apoyo de su partido; que la izquierda no gobierna gracias a ellos.

En una interesante entrevista en Valencia Plaza, Llanos afirma que el PP y el presidente de la Generalitat "juegan a quedar bien con quien nunca les va a votar" y que la conducta política de los populares les aleja de sus votantes. Esta declaración revela una forma de hacer política no solo de Vox, sino de la gran mayoría de los partidos políticos de nuestro país: gobernar para los míos, que son los que tienen razón.

En esto de la política soy diletante y entiendo lo justo, pero considero que las sinceras declaraciones de Llanos, que seguro comparten una gran parte de políticos de distinto signo, demuestran que en nuestra política impera el trágala por encima del consenso, y que cuando se llega a acuerdos, hay que camuflarlos por miedo a que los extremos saquen tajada de lo que se considera hoy una debilidad.

España, como el resto de los países de nuestro entorno, vive momentos de incertidumbre porque la elección de unos u otros implica un giro de 180 grados en la vida política. Y si un político como Mazón, según Llanos, intenta gobernar para los que nunca les van a votar, pues traiciona a sus votantes o pierde el tiempo.

Cánovas del Castillo era de la opinión de que en política solo vale lo que es posible, no los maximalismos excluyentes, y que es necesario en ocasiones ceder para integrar al otro en ese espacio común de convivencia. Siempre, claro está, que el adversario, que no enemigo, ceda también. Esa fue la virtud de nuestra vilipendiada Transición.

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