Internacional

La OTAN llega renovada a la cumbre de Washington y con los ojos puestos en las opciones de Biden y el futuro de EEUU

Biden, con Stoltenberg y Sánchez, en la jornada inaugural de la cumbre Atlántica
EFE/Brais Lorenzo

La OTAN quiere coger velocidad. Después de una especie de reinicio de dos años por culpa sobre todo de la invasión rusa de Ucrania ahora le llega a la Alianza Atlántica el momento de tomar cuerpo con un nuevo capitán, Mark Rutte. El inicio de esa nueva época (otra más) dará su primer paso en la cumbre que se celebra este martes, miércoles y jueves en Washington, precisamente con un ojo puesto en el futuro de Estados Unidos, pues una vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca podría cambiar las tornas para la organización.

Con todo, la OTAN aprovechará el paso por la capital de Estados Unidos para celebrar su 75 aniversario, una fecha clave quizá en el momento más importante de su historia; pero la cita no tiene nada que ver con el jolgorio, y así lo ha avisado el todavía secretario general, Jens Stoltenberg, que está ante su última gran cumbre. "Más que celebrar, tomaremos decisiones decisivas", avanzó el dirigente noruego hace ya algunos días. Eso sí, todo el foco está en mantener e incluso reforzar en algunos aspectos la ayuda a Ucrania.

Al mismo tiempo, en las últimas semanas han crecido las dudas sobre la salud del actual presidente estadounidense, Joe Biden, y de sus opciones para revalidar el cargo. Mientras él confirma su continuidad y otros no la ven clara, la OTAN necesita certidumbre en este sentido, pues la actual Administración de EEUU es un pilar clave para la ayuda a Kiev pero también para el vínculo transatlántico.

Antes de la cumbre se han visto dos fotos que no gusta demasiado en la OTAN y las dos son del primer ministro húngaro, Viktor Orbán: una con Vladimir Putin en Moscú y otra en China con Xi Jinping. Es decir, en dinámica contraria a la marcada tanto por la Alianza Atlántica como por la UE, aunque con Budapest defendiendo que sus planes son los de "alcanzar la paz" en Ucrania. Nadie se lo cree, y acusan a Orbán de ser conciliador con Moscú cuando menos tiene que serlo. Son muchos países contra uno y la realidad es que no hay opción a una vía diplomática mientras el Kremlin no renuncie a la invasión.

"Más allá de la partes beligerantes, hay tres potencias mundiales que decidirán sobre cuándo termine la guerra ruso-ucraniana: Estados Unidos, la Unión Europea y China", escribió Orbán en redes sociales como paso previo a su viaje a Washington, que es, dice, una "nueva parada" en lo que él califica como "misión de paz". Por lo pronto, el Alto Representante de la UE, Josep Borrell, recordó, en un comunicado, que el hecho de que Budapest ostente la presidencia rotatoria "no implica ninguna representación exterior de la Unión". En ese mismo barco está la OTAN.

Y del continente se pasa al contenido, que mandará un mensaje de que con Ucrania habrá que ir "paso a paso", según fuentes consultadas por 20minutos. La declaración de la cumbre aludirá al futuro de Ucrania en la OTAN, pero no se emitirá aún una invitación formal de ingreso debido a la división entre los aliados y al hecho de que Ucrania continúa en conflicto con Rusia. Kiev desea que se mencione que su adhesión a la organización es irreversible pero de las palabras no se podrá pasar a los hechos a estos niveles. Sí lo hará en materia de apoyo económico y militar.

Es de esperar, en ese escenario, que los aliados establezcan un compromiso financiero anual de al menos 40.000 millones de euros para Ucrania mientras se insiste a los países miembros que sigan caminando hacia el 2% del PIB en Defensa. Al mismo tiempo, los líderes dan por hecho que se seguirán firmando acuerdos bilaterales con Kiev; se trata, con todo, de la primera reunión de más alto nivel en la que estarán de manera oficial las dos nuevas incorporaciones a la organización, Suecia y Finlandia. Por eso el mensaje sobre todo frente a Putin es el de la unidad, no solo respecto a Kiev sino también en clave interna.

Habrá también espacio ya en la jornada del jueves para la reunión directa entre la OTAN y Ucrania a nivel no solo de mandamases, sino también en clave ministerial. De hecho, ese día se unirán a la sesión los líderes de Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda, así como el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y el propio Borrell, con un mensaje claro sobre el buen momento de las relaciones entre la Alianza Atlántica y la Unión Europea.

No será todavía el bautismo de Mark Rutte como nuevo secretario general, pero la cumbre sí servirá para ir poniéndole deberes. El neerlandés sabe ya que tendrá que lidiar llegado el caso con un vuelco importante en Estados Unidos, país líder de facto de la OTAN; y es que Donald Trump puede regresar al poder, y eso sería un problema para la Alianza Atlántica. El expresidente de Estados Unidos está de lleno en la carrera de vuelta a la Casa Blanca y en esa campaña ha lanzado un órdago; en un acto aseguró que no daría protección a un aliado que no llegue precisamente al 2% de inversión en Defensa. Puso un ejemplo al parecer real: "Es más, le dije que animaría a Rusia a hacer lo que le diera la gana. Aquí se paga".

La cumbre, en general, tiene que servir también, según Stoltenberg para forjar alianzas a nivel global, porque la "seguridad" es algo que implica a todos los actores, sobre todo a esos que se oponen a las dinámicas de la Rusia de Putin. Así, los líderes esperan aprobar una nueva estrategia para afrontar los retos pero también oportunidades con los países de la vecindad sur, para la que se prevé nombren a un representante especial porque todo tiene que ir cogiendo velocidad. La OTAN sabe que está ante su momento.

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