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OPINIÓN

Francia: del cordón al encaje de bolillos

Celebraciones tras la segunda vuelta de las elecciones francesas
Celebraciones tras la segunda vuelta de las elecciones francesas
YOAN VALAT/EFE
Celebraciones tras la segunda vuelta de las elecciones francesas

Asomada Francia al vértigo de un gobierno de extrema derecha por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, el Nuevo Frente Popular (NFP) de socialistas, comunistas, ecologistas e insumisos ganó ayer las elecciones a la Asamblea contra pronóstico. Junto con los macronistas, cerraron el paso a Marine Le Pen y dejan a su partido Reagrupamiento Nacional (RN), como tercera fuerza en la Asamblea… pero como más votado en porcentaje.

Hay vuelco en Francia. Primero, respecto a la primera vuelta de las elecciones a la Asamblea Nacional -que el presidente Macron adelantó en un arrebato autodestructivo tras su derrota en los comicios europeos-, en la que el partido de Le Pen se puso en cabeza, activando el mecanismo de bloqueo a la ultraderecha.

Hay también vuelco en una Asamblea fragmentada que será tricolor, como la bandera francesa. La coalición de izquierdas es el primer bloque; los macronistas, hasta ayer en posesión de la mayoría relativa, sufren una sangría de diputados que los relega al segundo lugar. Unos resultados que llevaron ayer a Gabriel Attal, fugaz primer ministro designado para el cargo en 2024 por Macron, a dimitir antes del escrutinio definitivo. En tercer lugar, pero con un avance notable de diputados, se sitúa la extrema derecha, cuya líder avisó ayer de que su fuerza ascendente puede indicar una “victoria en diferido”.

Comienza así un recorrido complicadísimo para la gobernabilidad, puesto que el cordón sanitario entre el centro, la derecha clásica y la coalición de unas izquierdas muy diferentes entre sí –incluye desde el socialismo de Hollande y el candidato Raphaël Glucksmann al líder de izquierda radical de Jean-Luc Melenchon- habrá de convertirse ahora en un encaje de bolillos para la formación de gobierno.

En un sistema presidencialista, con las fuerzas políticas poco o nada acostumbradas al pacto y a las coaliciones, llega la hora de las cesiones y las renuncias. Melenchon pidió ayer que el nuevo primer ministro sea del actualizado Frente Popular. Y sería. Pero es el presidente quien designa al primer ministro y ahí entrará el margen de negociación para el nombre y el perfil del candidato o candidata, ya que los ecologistas tienen a una mujer como candidata. Una difícil negociación que concilie al ganador de izquierdas y a sus aliados de derecha y centro, lo que no descarta incluso un gobierno técnico a la italiana ni tampoco un escenario de bloqueo y parálisis legislativa.

La movilización extraordinaria de los votantes –con una participación histórica- ha impedido la llegada del lepenismo al poder y ha aliviado a las instituciones europeas. El malestar y la fragmentación de la sociedad francesa requieren ahora, tras las alianzas de emergencia, respuestas solventes para los problemas latentes y expresados.

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