Improvisación teatral para tratar la afasia: "Son un ensayo para situaciones cotidianas de la vida"

Imagen de uno de los talleres de improvisación teatral.
Imagen de uno de los talleres de improvisación teatral.
Cedida por Afasia Activa
Imagen de uno de los talleres de improvisación teatral.

La afasia es una alteración o pérdida del lenguaje derivado de un daño cerebral producido por un ictus, un traumatismo craneoencefálico o un tumor. Hay distintos tipos de afasia pero generalmente implican que la persona no puede expresar lo que quiere decir y también puede suceder que no comprenda lo que le dicen.

La afasia afecta al sistema de comunicación más primario de una persona. Es recuperable, pero para alcanzar una mejoría hacen falta años de logopedia y terapia. En la asociación Afasia Activa están ayudando a sus miembros a recuperar de la mano de talleres de improvisación teatral.

Teresa Glass es la responsable de estos talleres. Ella es directora y guionista. Y lo que es casi más importante, es la hija de Paloma Blanco, presidenta de Afasia Activa. “Todo el conocimiento que tengo de la afasia es porque lo he vivido desde pequeña en casa. El ictus le dejó a mi madre hemiplejía y la afasia. Cuando se fue recuperando, quiso compartir todo lo que había ido aprendiendo en su proceso para ayudar a los demás y así nació Afasia Activa”, explica Teresa. En la asociación acercan tratamientos a todos los bolsillos, pues no todas las personas tienen recursos económicos para hacer frente a tratamientos para la afasia que no cubre la seguridad social.

Al poner en marcha la asociación, Teresa le dijo a su madre que debían desarrollar un taller de improvisación teatral para las personas con afasia. “Yo había sido alumna de improvisación teatral y me interesaba mucho salir a escena desde cero y crear una situación como la que tienes en el mundo cuando sales a una carnicería, por ejemplo. Eso a las personas con afasia les viene muy bien porque como pierden la comunicación, en el taller de improvisación teatral entrenan para la vida”, explica Teresa. “Las personas necesitamos salir a la vida y la afasia te pone un extra grande de dificultad a participar en esa parte social, en esa escena que es la vida”.

Los talleres son semanales y constan de una parte de improvisación teatral donde se recrean situaciones cotidianas de la vida. “Esto sirve de ensayo y entrenamiento para que salgan al mundo, sean ellos mismos y puedan comunicarse”, defiende Teresa. Otra de las partes clave de cada taller es un ejercicio de palabras, de lenguaje, de comunicación. Este ejercicio se hace en grupo y esto es casi tan fundamental como las palabras en sí mismas, pues “es una de las partes más importantes es la amistad que se crea, el compañerismo, el no sentirse solo y sentirse en comunidad”, cuenta Teresa.

El taller de improvisación teatral sirve también para mejorar la autoestima. “Personas que al principio no querían actuar, que les costaba mucho porque pensaban no sé si me van a entender… hasta que salen y poco a poco van teniendo una mejoría”, dice Teresa.

Hay dos ejercicios de improvisación del taller que reflejan bien las dos patas que trabajan: lo personal y lo social. Para lo personal hacen un ejercicio de improvisación que es un reencuentro de antiguos alumnos. “Hablar con seres queridos, ser tú mismo, hablar desde tu yo”, explica Teresa. El otro ejercicio, el que simboliza lo social, es una frutería. Uno de ellos hace de frutero y el resto de personas que van a comprar. También hacen de una parada de autobús, por ejemplo. “Preguntar por una parada y decir yo me bajo en esta es un suplicio para alguien a quien no le salen las palabras. Hay algunos que no pueden decir me bajo aquí. Uno de los miembros del taller solo dice ‘todo mucho’ y va escribiendo lo que puede en una pizarrita. Cuando él consigue decir una palabra lo celebramos todos muchísimo porque eso sí, el refuerzo positivo, la validación, son muy importantes”, dice Teresa.

Una cosa es el refuerzo positivo y otra bien distinta infantilizarlos. Algo que puede pasar con cierta facilidad dados sus problemas de comunicación. “No hay que tratarlos como niños, yo nunca hice eso con mi madre. De lo que se trata es de invitarles a sacar su máximo partido. Yo soy estricta, les animo, les digo que no vamos a rendirnos. Confiar en el potencial que tienen. Cada persona tiene una afasia y está en un punto distinto de la recuperación, las hay que ya están recuperadas y quieren mejorar o personas como el que solo dice ‘todo mucho’. Pero todo lo hacemos con mucho humor también. Tiene que haber ligereza, diversión, hacemos mucha comedia”.

A los ejercicios de improvisación teatral se une el de las palabras. Para hacerlo se sientan en sillas formando un círculo. Entonces alguien dice una palabra como taza. Quien está a su lado tiene que repetir la palabra taza y con la última sílaba –za, en este caso– decir una nueva palabra como zapato. El siguiente tendrá que decir zapato y tomar la última sílaba para decir una nueva palabra como tomate. “Muchas veces no sale, claro”, dice Teresa. “Al principio ni repetían la palabra, pero han llegado a repetirla y a que salga rodado. ‘Todo mucho’ dijo el otro día la palabra ramillete y todos nos pusimos a aplaudir como locos”. Ese ejercicio comienza con un formato tipo asamblea donde cada uno dice cómo ha ido su semana. Quien no puede contarlo, lo hace como puede, por ejemplo, sacando el móvil y enseñando fotos de los sitios donde ha estado.

Ellos me dicen que mejoran, que el taller les sirve mucho y que les ha cambiado la vida. Hay una alumna que viene desde Toledo. Gracias al taller han aprendido a atreverse, a perder la vergüenza”, cuenta contenta Teresa. Aunque lo que le hace especial ilusión es que de verdad han creado un grupo, que hacen planes y Teresa a veces se apunta también. La afasia tiende a aislar a las personas por la dificultad de comunicación que implica.

Teresa defiende que el arte es muy terapéutico. Reconoce que se arriesgó porque no es ni terapeuta ni psicóloga. “Lo que hicimos fue pedir opinión a logopedas que conocía mi madre y no perder de vista que trabajas con un colectivo vulnerable de personas que tienen discapacidad. Así que también contrastar mucha información e ir aprendiendo en cada taller”, explica Teresa. “Lo que yo ya sabía por mi madre es que la afasia deja a la persona desarmada de palabras. Pero no hay que olvidar que es la misma persona. Dentro de esa cabeza está la misma persona que antes del daño cerebral. Solo es que ha perdido una herramienta esencial como es la comunicación, así que hay que tener mucha paciencia cuando estás con alguien con afasia. Dejar que la persona hable, que saque su identidad, sus palabras. Es un camino muy duro de paciencia y comprensión”, concluye. 

Winnie Martínez

Soy periodista social freelance, creadora del blog Grandes Minorías y ganadora de los Premios 20Blogs. En 20minutos, además de contar historias de personas que como sociedad solemos ignorar, a través de Grandes Minorías, informo sobre discapacidad en Capaces.

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