Johann Sebastian, barítono con autismo: "La música me ha ayudado muchísimo a relacionarme, a comunicarme"

Johann durante una de sus actuaciones.
Johann durante una de sus actuaciones.
Cedida por Johann
Johann durante una de sus actuaciones.

Un día antes de que naciera sus padres todavía no tenían muy claro qué nombre ponerle. Habían programado la cesárea de su madre porque la llegada al mundo del bebé venía marcada por los problemas: su cabeza estaba creciendo mucho. Su padre estaba leyendo un periódico que incluía en la portada un anuncio de unas cantatas de Bach que se iban a interpretar en un teatro del país: Venezuela. A la madre le gustaba Sebastian, así que decidieron añadirle el Johann delante. Así vino al mundo Johann Sebastian Salvatori Fois.

Lo más casual es que desde muy niño la música siempre estuvo en mí. Algo llevaba dentro que me predispuso a la música”, cuenta Johann y bien podría ser su nombre (o no). Nació con macrocefalia, con un quiste en el cerebro, asimetría corporal –músculos tensos en un lado del cuerpo y elásticos en el otro– y autismo.

“Con 3, 4, 5, 6 años tenía mutismo selectivo, también se le conoce como mutismo situacional, estaba muy dentro de mí. Decía muy pocas palabras en muy pocos momentos. Este mutismo son situaciones sociales que causan una cosa en el cerebro que no te permite decir palabras”, explica Johann. “Pero cada vez que en el colegio cantábamos una canción de bienvenida a la profesora yo me unía. Siempre estaba cantando, a la música era a lo único a lo que le prestaba atención. Ha sido siempre así. Aprendía canciones que me gustaban y las cantaba todo el día. Incluso mis padres me decían cállate, ya”, recuerda con una sonrisa.

“Yo no le prestaba atención a nada, estaba en mi mundo hasta que tuve 5 o 6 años, que vi una película que me marcó bastante: El rey león. Fue la primera película que me hizo sentir empatía por el personaje y prestar atención a la música y a la historia, cuando yo en otras cosas ni me enteraba de lo que pasaba”, cuenta Johann.

En 2009 una amiga de su madre le recomendó un profesor de canto. “Me metí en la academia y por primera vez me sentí integrado. En la escuela nunca lo había sentido. En la academia sentí que estaba en el sitio donde pertenecía”, explica Johann. “Empecé a vivir en un mundo más artístico relacionado con lo que siempre me ha gustado. Ya a los 6 años me había planteado que cantar podía ser un trabajo. Entonces era muy callado pero cuando me preguntaron qué quería ser de mayor, dije yo quiero ser cantante”.

Johann se gana la vida como el barítono que es, aunque no siempre es fácil. “Considero esta carrera como surfeo. Estás en la tabla manteniendo un equilibro mientras recorres la ola. Hay momentos que te puedes caer de la tabla y uno elige si montarse de nuevo o no. He tenido momentos donde no sale nada y otros en los que estoy con muy buen ritmo, pero lo que sí sé que es que uno tiene que elegir algo que le apasione, hacer de lo que te hace feliz un trabajo”.

Su maestro en Venezuela le dijo que tenía que irse a Europa si quería tener una oportunidad como cantante y así lo hizo. En 2015 se vino a Ocaña (Toledo), donde vive muy contento. “España me ha abierto muchísimas puertas en relación al canto”, cuenta. Al tercer intento consiguió entrar en la Escuela Superior de Canto de Madrid. “Fue mucho esfuerzo que rindió su fruto. Hice también un máster de musicoterapia porque al tener autismo la música me ha ayudado muchísimo a relacionarme, a comunicarme y yo quería darle esto a los demás, ayudar”, cuenta.

Con este deseo de compartir lo que a él tanto le ha funcionado nació Mi Voz por un Mundo Más Humano, que es una coral integrada por personas con discapacidad –algunas autistas– y neurotípicas. “Llevamos la música a personas que no pueden llegar a ella. Con esta coral acepté mi propia discapacidad porque yo la rechazaba. Rechazaba la discapacidad de todo el mundo. Me habían juzgado tanto, me habían hecho tanto bullying con eso que no quería saber nada de discapacidad. Luego aprendí que todos tenemos capacidades de hacer cosas gracias a la canción de Hasta mi final de Il Divo”, cuenta Johann. Este proyecto le ha llevado a cantar boleros en residencias de ancianos o a dar conciertos Disney en hospitales. “También vamos a escuelas de personas especiales y a centros de día de personas con discapacidad. Es acercar la música para que tengan un momento de felicidad, de placer”, explica.

Dice que el autismo no lo ha limitado como cantante, que, de hecho, el autismo le ha ayudado a interiorizar la música. A la hora de que lo contraten sí que puede suponer una barrera su autismo porque necesita apoyos. “Muchas producciones prefieren contar con alguien más independiente. Hace poco me contrató Crescendo, una residencia artística del Teatro Real, y trabajé muy bien pero necesité un pianista que me acompañara para aprenderme las partituras muchísimo mejor. Como aprendí tarde, es verdad que la lectura musical me cuesta un poco”, dice. “También es importante para mí tener una persona de referencia, un tutor. Me da seguridad, confianza, estabilidad. Poder contarle cosas positivas y no tanto. Es como una plataforma que me hace que esté equilibrado”.

Tanto a la hora de trabajar como fuera del mundo laboral, lo que Johann necesita es comprensión. “La gente huye al ver a personas diferentes. Te prejuzgan sin ni siquiera conocerte y cierran la frontera de las relaciones sociales. Hay que comprender que todos somos diferentes y que esto nos hace iguales. Esto va a ayudar a que distintas personas con discapacidad puedan integrarse a nivel laboral y personal”, defiende.

Está a punto de cumplir un gran sueño: el 13 de julio cantará en el Teatro Real. “Cuando era más chico me vestía de traje e imaginaba que estaba cantando en distintos teatros del mundo y aquí en España he visto que se ha hecho real. He cantado en el Liceo, en los Teatros del Canal y varias veces en el Auditorio Nacional. Al final la diferencia nutre, enseña, hace que haya menos ignorancia. Si trabajamos desde que todos somos diferentes podemos hacer un mundo mejor o al menos un país mejor”, concluye.

Winnie Martínez

Soy periodista social freelance, creadora del blog Grandes Minorías y ganadora de los Premios 20Blogs. En 20minutos, además de contar historias de personas que como sociedad solemos ignorar, a través de Grandes Minorías, informo sobre discapacidad en Capaces.

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