Muy caro, no hay alternativa, dejar elegir al consumidor: los mensajes de la industria fósil para frenar el coche eléctrico y las renovables

Emisiones de CO2 de centrales eléctricas.
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Sebastian Carrasco / EP
Emisiones de CO2 de centrales eléctricas.

Desde los años 60, tres tipos de mensajes se repiten una y otra vez, adaptados a las distintas circunstancias, para intentar sembrar dudas sobre las energías renovables o los coches eléctricos, con el objetivo de salvaguardar la actividad de las empresas que trabajan con combustibles fósiles. A ambos lados del Atlántico, a lo largo de las décadas han persistido los mensajes de que no hay alternativa al uso de combustibles fósiles, que debería dejarse a la elección del consumidor optar por ellos o por soluciones renovables y, en último término, que estas últimas eran más caras y ponían en riesgo el suministro de energía. Así lo constata un estudio internacional que ha analizado los mensajes que desde la mitad del siglo pasado han lanzado las tres asociaciones que representan los intereses de compañías petroleras o gasistas en Estados Unidos, en la UE y en el Reino Unido para intentar frenar políticas encaminadas a reducir las emisiones de CO2 con tecnologías más sostenibles.

Estas son las conclusiones de una investigación realizada por el think thank InfluenceMap, con sede en Londres, sobre las "narrativas engañosas" que durante 50 años ha "repetido" el sector de los combustibles fósiles en lo que considera un "esfuerzo sistemático de oponerse, debilitar y retrasar la transición energética". Se basa en el estudio de los argumentos que desde los años 60 del siglo pasado han repetido las asociaciones que representan los intereses de compañías petroleras y gasistas de modo público o en sus comparecencias y acciones de lobby ante distintas instancias políticas como el Congreso de Estados Unidos o en encuentros con legisladores de la UE. Esta campaña, reconoce el informe, "ha tenido un significativo impacto negativo en la capacidad de los gobiernos para afrontar la crisis climática por todo el mundo". 

Las tres organizaciones estudiadas el American Petroleum Institute (API), Fuels Europe y Fuels Industry UK, de los que la investigación destaca posiciones en ocasiones mucho más inmovilistas que las empresas asociadas a ellas, como es el caso de Repsol en la organización europea. A pesar de que su punto de partida era que la transición energética tiene que venir de la demanda de tecnologías renovables y no de reducir la oferta de combustibles fósiles porque podría llevar a una subida de precios, la investigación concluye que durante décadas han intentando con sus mensajes influir en la demanda, en la percepción de los consumidores, sembrando dudas y miedos sobre las alternativas renovables al petróleo y al gas.

Escepticismo sobre tecnologías renovables

La primera categoría en la que se inscriben los mensajes de la industria de los combustibles fósiles es el "escepticismo", con argumentos relacionados con que la industria de los combustibles fósiles no tenía una alternativa energética. Como ocurrirá en los otros dos casos, empezó a lanzarse en Estados Unidos a mitad de los años 60 del siglo pasado, tomó fuerza hasta más o menos los años 80 y renació con fuerza a partir de la segunda década del siglo XXI. En Europa, la idea empezó a asentarse en el año 2000 para tomar fuerza a partir de esta década.

"En la industria del petróleo estamos convencidos de que para cuando un coche eléctrico pueda producirse y comercializarse de forma masiva, ya no supondrá ninguna ventaja significativa desde el punto de vista de la contaminación del aire. Las emisiones de los motores de combustión ya hará tiempo que se habrán controlado", pronosticaba erróneamente la API ante el Congreso de Estados Unidos en 1967. Siguiendo hasta la actualidad, en una reunión en la UE en 2017, Fuels Europe decía que "la comercialización y regulación sobre vehículos eléctricos para reducir las emisiones de CO2 no representa la imagen completa". El informe de InfluenceMap acude al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que en 2022 aseguraba que "la transición de combustibles fósiles a renovables contribuye significativamente a fines más sostenibles y que hay alternativas plenamente viables".

Igual trato para energías fósiles y renovables

El segundo mensaje que lanza desde hace décadas la industria fósil es el de la "neutralidad política", en contra de la intervención estatal para favorecer unas tecnologías -renovables- frente a otras y a favor de la elección del consumidor y de que la solución la proporcione el mercado. También en Estados Unidos, este mensaje surgió más tarde, en la década de los 90 y tomó fuerza a partir de 2005 y en Europa a partir del año 2010.

En este caso, por ejemplo, una enmienda de la API a la Ley Aire Limpio de Estados Unidos en 1989 afirmaba que "el funcionamiento de combustibles alternativos y vehículos tiene que compararse con los vehículos de gasolina más avanzados en el mercado", porque en ese caso "no hay un solo combustible o vehículo que se eleve como la solución". En 2021, Fuel Europe pidió a la UE que etiquetara a los coches con motor de combustión y a los híbridos enchufables como si tuviera impacto climático cero siempre que se alimentaran con combustibles biogénicos o reciclados para "diferentes tecnologías que compiten entre sí tengan igualdad de condiciones y el consumidor o el mercado elija la más conveniente". Frente a estas asunciones, el informe de InfluenceMap recuerda que el IPCC defiende políticas de "tecnologías específicas" para conseguir "un mayor uso de las menos intensivas de carbono y en energía en transporte", algo que diferencia el coche eléctrico del motor de combustión.

Más caro y más arriesgado

Esta segunda categoría de argumentos enlaza con la tercera, sobre la "asequibilidad y la seguridad energética" que presenta las alternativas al petróleo o al gas como opciones más caras y que pueden suponer un riesgo para el suministro y pérdida de empleos. Empezó a extenderse en Estados Unidos en los años 70 del siglo CC y apareció en Europa a mitad de los años 90 para tomar fuerza en ambos casos a partir de los primeros años 2000.

En 2013, la posición de FuelsEurope sobre el Marco político de Energía y Clima de la UE para 2030 aseguraba que "afrontar las preocupaciones por la seguridad de suministro promoviendo el uso de renovables para reducir las facturas en combustibles fósiles es engañoso". Casi una década después, en Estados Unidos, la API mostraba en 2022 su "preocupación" ante el Congreso estadounidense porque preparaba una norma sobre vehículos eléctricos que "podría impactar negativamente en la seguridad de suministro eléctrico de Estados Unidos" si se producía un cambio "exponencial" desde los de motor de combustión que haría dependiente al país de recursos minerales de los que no dispone en su subsuelo. 

Ese mismo año, el IPCC afirmaba que las energías renovables "ya pueden competir sin apoyo financiero y a menudo son más baratas que los combustibles fósiles en algunas regiones" y que son "una medida crucial para impulsar el acceso a la energía y que los vehículos eléctricos pueden impulsar la estabilidad de las redes eléctricas".

Clara Pinar
Redactora '20minutos'

Actualmente cubro la información relacionada con energía, transición ecológica y transportes. Antes, también en 20 Minutos, me encargué de la cobertura sobre la crisis sanitaria por Covid y, previamente, de la información relacionada con Presidencia del Gobierno. Antes trabajé en la revista Tiempo y, en Bruselas, en las agencias Europa Press y Notimex y fui colaboradora de el periódico Levante-EMV, entre otros medios. Soy licenciada en Ciencias de la Información y postgrado en Información Internacional y Países del Sur por la Universidad Complutense. En 2021 terminé un Máster sobre Museología y Gestión de Museos de la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA).

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