Entrevista

Rattan Lal, el 'guardián de la tierra': "Un 20% de los alimentos deberían producirse dentro de las ciudades"

Rattan Lal, Premio Gulbenkian de la Humanidad 2024 entregado por La Fundación Calouste Gulbenkian.
Rattan Lal, Premio Gulbenkian de la Humanidad 2024.
Fundación Calouste Gulbenkian
Rattan Lal, Premio Gulbenkian de la Humanidad 2024 entregado por La Fundación Calouste Gulbenkian.

El científico y edafólogo Rattan Lal (Karyal, Pakistán, 79 años), una de las mayores autoridades mundiales en ciencias del suelo, ha sido galardonado con el Premio Gulbenkian de la Humanidad 2024, que reconoce desde 2020 a los grandes impulsores de avances en la lucha contra el cambio climático. Apodado como 'el guardián de la tierra' por el G20 y pionero en un enfoque del sistema agroalimentario mundial y el clima basado en la salud del suelo, ahora añade una nueva condecoración que se suma al Premio Mundial de la Alimentación en 2020 y al Premio Nobel de la Paz en 2007 que recibió como parte del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC). Según detalla en una entrevista en 20minutos, este nuevo premio es "una gran oportunidad para reconocer que el suelo y la agricultura son realmente una solución".

El doctor lleva en su sangre la jardinería y el contacto directo con la naturaleza, al margen de sus investigaciones para conformar una agricultura regenerativa más sostenible con garantías de resiliencia climática y que busque transformar los efectos negativos de este sector hacia el medio ambiente en oportunidades. "Cultivo verduras para mi propio uso y creo que la producción local es un concepto muy bueno que debería hacerse", cuenta a este periódico desde Lisboa, donde se celebra la ceremonia por el galardón. 

El también embajador del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) cree que la protección del medioambiente y la seguridad alimentaria pasa necesariamente por "proteger la salud del suelo", un "elemento vivo", un "recurso valioso" que se siente "afortunado" de conocer a fondo y que, según detalla, "tiene derechos" que se deben salvaguardar. "Toda la confianza en la vida depende del suelo; no habrá vida sin tierra y, de hecho, no habrá tierra sin vida", sentencia.

Actualmente, unas 24.000 millones de toneladas de suelo fértil se pierden cada año por la desertificación, según la ONU, y se estima que el 40% de la superficie terrestre ya se ha degradado. Rattan Lal desvela el origen y relaciona precisamente los primeros índices de cambio climático con el comienzo de la actividad agrícola "antropogénica", que tuvo su germen hace 10.000 años, desmarcándose de la tesis de que la Primera Revolución Industrial de mediados del siglo XVIII fue la semilla del calentamiento global. Asegura que entre el comienzo de la agricultura y la Revolución Industrial, se emitieron sobre la Tierra cerca de 320 gigatoneladas de carbono, y alerta de que "la emisión de combustibles fósiles ha estado creciendo muy rápidamente en la actualidad". Su solución: poner el foco en la protección del suelo.

El suelo, un elemento relegado pero vital

Reconocer que el suelo cuenta con derechos que deben ser protegidos, impulsar una legislación para su cuidado y fomentar la educación en torno a edafología son las principales reivindicaciones del doctor. "Tener una propiedad no significa que puedas hacer con ella lo que quieras porque es un ente vivo, y toda entidad viva debería tener derecho a ser protegida, a florecer y a ser gestionada adecuadamente", manifiesta el edafólogo.

Rattan Lal valora el esfuerzo en torno a la conservación de las aguas y preservación de aire de calidad, pero demanda una protección integral del medio ambiente: "Tenemos una legislación de aire limpio, tenemos leyes de agua limpia, pero no hay ley de salud del suelo. Y no creo que sea posible limpiar el aire y el agua si no se cuida el suelo", declara.

"No creo que sea posible limpiar el aire y el agua si no se cuida el suelo"

La frase 'el todo es más que la suma de las partes' resumiría su reclamo, pues aboga por el concepto de "una sola salud", que establece el cuidado global del suelo, las plantas, los animales, las personas, el medio ambiente y el planeta, que se entiende como "uno e indivisible". Y explica que excluir el suelo, inmensamente degradado en la actualidad, no será positivo para ese fin integral. "El origen del problema es el mal uso y gestión de la tierra en términos de salud humana", subraya.

El científico señala la Revolución Verde -un periodo de incremento de la productividad agrícola y de alimentos en numerosos países entre 1960 y 1980- como ejemplo de exclusión del suelo con otros fines ecológicos. Si bien reconoce el avance que supuso, matiza que "los suelos fueron degradados, agotados y descuidados" y denuncia que "el agricultor que cultiva una hectárea no tiene recursos para gestionar adecuadamente el suelo".

La guerra, la piedra más grande en el camino

El investigador hace hincapié en los conflictos armados que han estallado recientemente, como la invasión rusa de Ucrania o la guerra en Oriente, como principal amenaza a la salud de este elemento y, por ende, a la alimentación mundial. Por ejemplo, Rusia y Ucrania producen conjuntamente casi el 30% de todo el trigo comercializado en el mundo, y la FAO ha hecho eco de la "situación de inseguridad alimentaria masiva" que ha provocado este conflicto, a lo que habría que sumarle los efectos de los desplazamientos humanos.

"Las guerras están destruyendo el suelo. Los explosivos están contaminando y ensuciando el suelo. Los tanques  y la maquinaria pesada están arruinando la salud del suelo", critica Rattan Lal, que defiende que la protección de la superficie terrestre no entiende de colores. "Espero que desde el punto de vista político o religioso no se trate de que el partido A tiene razón y el partido B está equivocado. La cuestión es que la guerra en sí está mal y nadie tiene por qué destruir la naturaleza".

"Las guerras están destruyendo el suelo. Nadie tiene por qué destruir la naturaleza"

El edafólogo va un paso más allá y advierte de la práctica irreversibilidad de estos ataques a la naturaleza. "El suelo que se destruye no es fácil de restaurar. Un explosivo puede contaminar el suelo, y la restauración de un suelo contaminado es un proceso muy lento. Y es un recurso muy valioso", destaca Lal.

Producción local... hasta en los rascacielos

La dispersa distribución espacial entre el lugar de producción de alimentos y el lugar de consumo es otra de las preocupaciones del doctor. Rattan Lal achaca que en determinadas zonas, como las grandes ciudades, "es más barato importar alimentos que cultivarlos". El experto concreta que algunas metrópolis requieren de 6.000 toneladas de alimentos por día para abastecer a toda su población.

Rattan Lal
Rattan Lal
Cedida

Como solución, defiende la agricultura urbana, es decir, el cultivo de "alimentos producidos localmente" incluso en rascacielos y grandes edificios acristalados. Esta diversificación, según añade, ayudaría a reforzar la resiliencia del sistema agroalimentario ante adversidades como la pandemia de la Covid, pues "una interrupción podría llevar al desastre".

"Un 15-20% de los alimentos deberían producirse dentro de los límites de la ciudad"

Este método se podría conseguir reciclando los nutrientes ya traídos mediante el saneamiento, desalinización y/o higiene de aguas grises y residuos orgánicos: "Reciclar para producir alimentos a nivel local sería una buena idea". Lal reconoce que "no todo se puede producir" en las ciudades y asume que "no podemos tener un 100% de agricultura urbana", aunque especifica que "sin duda un 15-20% de los alimentos deberían producirse dentro de los límites de la ciudad". De hecho, Rattan Lal cuenta a este periódico que también es jardinero y pone de ejemplo su propio huerto en su apartamento de Ohío, su "único hobby" al margen de su profesión: "Cultivo verduras para mi propio uso y la distribuyo a mis amigos. La producción local es muy buena y debería hacerse".

Rattan Lal es vegetariano, y no por ello reniega de la producción ganadera; aunque sí esgrime que "el consumo excesivo de carne, obviamente, no es muy saludable" y señala problemas de obesidad resultantes, no tanto de los estilos de vida, sino del "mal uso de los alimentos". Por último, sostiene que existe un problema en la relación de la agricultura y la ganadería, pues "los cultivos se realizan de forma continuada en el mismo terreno sin asociación ni integración con el ganado". Por ello, vuelve a apelar a un enfoque global, con "la ganadería como componente integral de la agricultura"

Optimismo frente a las adversidades

Frente a la amenaza del cambio climático, la expandida inseguridad alimentaria y la degradación medioambiental, Rattan Lal se muestra "optimista" por el futuro, y apunta a cinco soluciones para ciudadanos, empresas y gobiernos: transformar la ciencia en acción, mejorar la agricultura de los pequeños propietarios, hacer políticas favorables a la agricultura y a la naturaleza, impulsar la educación en materia de medio ambiente y recompensar al agricultor que renuncie a parte de la producción para hacer "una agricultura mejor" que respete la superficie. "Hay muchas cosas que realmente podemos hacer. Y este premio es una gran oportunidad para reconocer que el suelo y la agricultura son realmente una solución", reitera.

"Soy muy optimista, tengo mucha esperanza, si no fuera optimista no estaría aquí. Creo que las cosas están cambiando con la educación. La humanidad tiene un futuro mejor, el planeta tiene un futuro mejor. Las generaciones jóvenes verán cosas mejores que las que yo he visto. Estoy seguro de ello. Nos esperan cosas buenas gracias a la ciencia y a la implicación de la educación. Nos espera un futuro brillante", concluye.

Ignacio Blanco
Redactor '20minutos'

Estudiante de doble grado de Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III de Madrid. Escribo en la sección Última Hora del periódico 20minutos desde 2023, mientras dirijo la sección de Política del periódico universitario La Colmena, asisto a torneos de debate nacionales, juzgo varias ligas preuniversitarias y formo equipos de debate escolares. Cuento con buenas habilidades para la redacción, locución, diseño, edición y manejo de redes sociales.

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