Así recluta el Centro Nacional de Inteligencia a sus nuevos agentes: "Si envías el currículum te vamos a llamar"

Imagen de la sede del CNI en Madrid.
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Imagen de la sede del CNI en Madrid.

¿Cómo se entra en el CNI, hay que ser primo de alguien?, ¿sois funcionarios? ¿se puede contar que se trabaja ahí?, ¿cuánto se cobra?. Son algunas de las preguntas planteadas por un grupo de jóvenes que este jueves ha participado en una jornada de reclutamiento del Centro Nacional de Inteligencia.

Los chavales, inscritos en el Sistema Nacional de Garantía Juvenil del Ministerio de Trabajo, forman parte del Programa Integral de Cualificación y Empleo, PICE o también conocido como 'Talento Joven', de la Cámara de Comercio de Madrid.

Todos ellos ha realizado alguno de los cursos de 210 horas y totalmente gratuitos que ofrece este organismo: ciberseguridad, programación informática, redes sociales o marketing digital.

La sesión comienza con una petición al más de medio centenar de asistentes para que apaguen sus móviles y los dejen encima de una mesa. Y se les insta a participar: "No hay preguntas tontas".

Un beneficio a la sociedad

¿Sabemos algo del CNI?. ¿A qué nos dedicamos?. ¿Es una empresa privada o un organismo público?. Con estas preguntas, Javier, el responsable de la jornada de reclutamiento, quiere romper el hielo, antes de poner un vídeo "un poco peliculero", según reconoce, pero que da idea de que "esfuerzo", "sacrificio" y "disponibilidad" están en el ADN del personal del centro, aunque no sin recompensa.

"Producimos algo que genera un beneficio a la sociedad", asegura.

Cuando les pide que señalen las principales amenazas para la seguridad, las respuestas van bien encaminadas: las que proceden de otro país, los atentados terroristas, las económicas, las que afectan a infraestructuras, a las fuentes de energía, etc.

Javier les explica que el CNI está sometido a diferentes controles, uno de ellos el judicial. "¿Creéis que podemos entrar libremente a un domicilio a colocar unos micrófonos?", pregunta y a uno de los jóvenes se le escapa un "a veces", antes de saber que todas las actuaciones que afectan a derechos fundamentales como en este caso tienen que ser autorizadas por un magistrado del Tribunal Supremo.

"El CNI no espía lo que le parece, está totalmente controlado", les dice.

Ni superhombre ni supermujer

Conforme transcurre el tiempo, los chavales se van soltando y las preguntas van surgiendo. "¿Qué tipo de gente trabaja en el CNI?", "¿Cómo se entra, hay que ser primo de alguien?", "¿hay que hacer alguna oposición?".

Les explican que no son funcionarios sino personal estatutario y se accede mediante un proceso de selección realizado por un tribunal. Aunque no se publica la oferta de empleo en el Boletín Oficial del Estado (BOE), todos los años hay vacantes que cubrir. Por ello, necesitan disponer de solicitudes en su base de datos.

En la web están claramente detallados los requisitos, los perfiles profesionales y la forma de tramitar las solicitudes. "Si enviáis el currículum se os va a llamar", les garantiza Javier.

A partir de ahí empieza el proceso de selección, que puede durar entre tres y seis meses, en el que se valora el currículum y la experiencia pero lo importante es el factor humano.

"Para nosotros no vale todo el mundo. No hay que ser un superhombre ni una supermujer, pero sí hay que tener total disponibilidad, entrega y espíritu de sacrificio".

Una vez dentro, empieza la formación, primero general y luego específica del puesto de trabajo antes de encuadrar a la persona en un equipo, por lo que "no se tiene sensación de soledad". A partir de ahí, un periodo de dos años con una serie de evaluaciones, durante el cual el contratado también puede decidir abandonar.

El salario emocional

De los 3.000 miembros del CNI, unos 700 son del ámbito TIC (tecnologías de la información y las comunicaciones): 450 con titulación superior y 250 con formación profesional de ciclo medio.

Juan Carlos es informático y lleva veinte años en el centro tras pasar más de una década en la empresa privada. Es el encargado de explicarles los perfiles TIC, algunos de los cuales se ajustan a la formación de estos jóvenes.

Les explica que los TIC no trabajan aislados sino codo con codo con los agentes de inteligencia, analistas o traductores en lo que denominan "equipos combinados".

"Necesitamos informáticos, estadísticos, matemáticos", dice Juan Carlos a los jóvenes, a los que sorprende cuando les cuenta que en el CNI usan poco la wifi, más el cableado, y que, además, fabrican sus propios "cacharritos", por ejemplo, los que utilizan para realizar escuchas. No los pueden encargar a terceros por razones obvias.

También interesan candidatos que sepan buscar en internet profundamente porque una fuente de datos son las redes sociales de los malos a través de las cuales contactan con otros malos.

Cuando Marta pregunta cuál es la diferencia entre trabajar en la empresa privada y en el CNI, Juan Carlos responde rotundo: "El plus del salario emocional". De hecho, lo normal es que todo el mundo que entra se quede toda la vida, asegura.

Va transcurriendo la jornada y llega la pregunta del millón. ¿El sueldo?. Explican que depende del subgrupo y está relacionado con la titulación, al igual que ocurre en la administración. Oscila entre 35.000 y 55.000 euros anuales.

"El sueldo para nosotros no es importante pero tenemos que comer y pagar la hipoteca", apunta Javier.

Un modo de vida

La discreción es otro de los requisitos que se exigen, lo que da pie a la pregunta: ¿Puedes decir que trabajas en el CNI?.

Juan Carlos señala que si se cuenta se corre rápido la voz. En su caso solo lo saben su mujer, sus hijas, ya mayores, y sus hermanos. Cada uno tiene que adaptar lo que cuenta a su contexto personal, pero es complicado no caer en contradicciones.

"¿Y cuando alguien abandona el CNI puede ponerlo en el currículum?", pregunta otro. Se recomienda decir que se ha trabajado para la administración, por ejemplo, en el Ministerio de Defensa.

No poder presumir ni alardear de este trabajo "es un poco ingrato", reconoce Gabriel, con más de cuarenta años de experiencia en "el mundo operativo", es decir, como "espía".

"Nuestra misión no es vender lo que hacemos sino hacerlo para que no pasen cosas", subraya este veterano a punto de jubilarse. Y les pone el ejemplo de cuando en el telediario informan de la desarticulación de un comando yihadista. "La Policía y la Guardia Civil les han detenido pero detrás hay muchos años de trabajo de los servicios de inteligencia".

"No es un trabajo, es un modo de vida", les dice a los chicos Gabriel, que logra transmitirles la pasión con la que habla de su largo paso por el CNI.

Laura y Fanel, dos "reclutados"

Laura es una de las asistentes a las que han convencido. Tiene 24 años, es licenciada en periodismo y lleva dos años en paro. Manifiesta su intención de enviar su solicitud "esta misma tarde".

Asegura que ver a Gabriel tan serio y luego escucharle contar su experiencia personal ha sido muy emotivo. "No me esperaba que tuvieran tanta satisfacción personal. Pensaba que era más de película", señala.

"Entrar en un sitio tan importante y tan indispensable para este país sería muy guay", afirma.

También para Fanel, de 28 años, la charla ha superado sus expectativas. Ha cursado un grado medio de sistema microinformático y redes y actualmente está desempleado.

Le ha calado la "pasión" con la que han expuesto su trabajo y el único problema que tiene este rumano es que no cumple el requisito de tener la nacionalidad española, a pesar de llevar más de veinte años en España.

Hasta ahora no ha sentido la necesidad de tramitarlo, aunque asegura que se siente muy orgulloso de vivir aquí y que le encantaría ser español. "Lo primero que voy a hacer es ver cómo puedo solicitar la nacionalidad y poder enviar mi solicitud al CNI".

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