![El primer ministro húngaro Viktor Orban.](https://imagenes.20minutos.es/files/image_640_360/uploads/imagenes/2024/07/14/viktor-orban.jpeg)
Hungría es un país digno e interesante, pero el personaje que preside su Gobierno, sin prisas para tomarse vacaciones, se ha convertido poco a poco en un político impresentable. Cabría añadir que nefasto, al menos para Europa. Desde que el país se incorporó a la Unión Europea de manera más bien precipitada, no ha parado de crear problemas al funcionamiento y las estrategias de integración de la Organización.
Algunas veces cuesta trabajo comprender la paciencia con que aguanta Bruselas, quiero decir el Consejo Europeo, a su continuo desacato a los acuerdos y a su comportamiento que tanto recuerda al de los sicarios soviéticos que gobernaron en Budapest sometidos a las órdenes soviéticas de Moscú. Recuperada la democracia él ha heredado las intenciones imperiales de tantos años de dictadura comunista.
Se le apoda y con mucha razón como la oveja negra de la UE, para la cual no existen razones conciliadoras de la unidad que necesitan los Veintisiete para continuar avanzando. Primero se negó a cumplir principios sobre la emigración reprimiendo sin contemplación a los que osaban cruzar sus fronteras. Sólo amenazas en los recortes de las ayudas económicas a las cuales no renuncia le llevaron a ceder en otros acuerdos.
Ante la agresión de Rusia contra Ucrania se mostró reacio a ayudar al vecino agredido y en los últimos días, aprovechando que su país presidía la Unión, aprovechó de forme unilateral para reunirse, sin consultar a los demás miembros o aclarar para qué, con Vladimir Putin, de cuyo lado parece haberse puesto y con su socio chino Xi Jinping, igual que con el polémico expresidente norteamericano y candidato a la reelección Donald Trump, en medio de las dudas sobre la capacidad del actual presidente, Joe Biden, para mantener su candidatura.
Tampoco es desdeñable, a la hora de valorar el peligro que supone su compañía, la iniciativa de agrupar a los movimientos ultras de diferentes países, entre ellos Vox, todos opuestos a la Unión y sus progresos, en un grupo de influencia y decisión retrógrado y beligerante, en el Europarlamento que acaba de estrenarse. Todo lo que de Orban cabe esperar, ya es bien conocido: incordiar para que la Europa comunitaria recupere sus beligerantes fronteras.
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