OPINIÓN

Lo que cuesta conciliar trabajo y niños de vacaciones

Parque de María Luisa de Sevilla con niños
Unos padres con sus hijos en el Parque de María Luisa de Sevilla
Eduardo Briones / EP / Archivo
Parque de María Luisa de Sevilla con niños

Los que tenemos niños ya no sabemos qué hacer para conciliar las vacaciones escolares con el trabajo. El calendario del cole incluye un descanso de casi tres meses, pero el de los papás solo un mes a dividir entre verano, Navidad, Semana Santa y los tres millones de festivos. La solución para poder rendir en el trabajo y que a los niños no se los lleve servicios sociales por dejarlos en casa con el iPad es la de siempre: pagar

La mayoría tiramos de campamentos urbanos, aunque en los públicos los huecos se agotan más rápido que las entradas de Taylor Swift, así que toca soltar entre 100 y 200 euros a la semana por niño. Tener recursos o no ya determina el panorama. Encima que la mayoría son algo así como aparcaniños en los que les ponen a hacer manualidades un poco y a estar a su bola –lo llaman juego libre– un mucho. Otro clásico de estas fechas es dejar a los niños con los abuelos que en septiembre ya están con ganas de pagarles a los padres de las criaturas una vasectomía. Normal que en países como Suecia se promuevan leyes para que los abuelos reciban un sueldo por cuidar nietos.

Pero que la solución no es poner nóminas a familiares, sino ofrecer medidas que faciliten la conciliación familiar. Como la del permiso parental de ocho semanas por hijos menores de ocho años, aunque no se puede pedir hasta agosto, así que el verano ya está vendido. Y que da igual la estación del año, la conciliación es un problema todo el curso porque, por mucho que las empresas queden genial hablando de ella, no existe como te la cuentan. La realidad es que conciliar consiste en atender a tus hijos y tu trabajo sintiendo que lo estás haciendo todo a medias.

Es salir pitando de la reunión para recoger niños de la extraescolar –que tienes que pagar– porque el colegio acaba a las cuatro, pero tu jornada no. Es estar en el parque viendo de reojo el mail que te acaba de entrar en el móvil y que deberías responder. Es sentarte delante del ordenador cuando al fin se han dormido todos, incluido tu jefe. Conciliar consiste en intentar que ni en tu casa ni en tu trabajo se den cuenta de que igual no llegas a todo.

Muchos piensan que si tienes hijos y vas con el agua al cuello redúcete la jornada como si no tuvieras que pagar campamentos y listo. A algo tendrás que renunciar, ¿no? Y que es tu problema... Igual sí es cosa solo de los padres, aunque a mí me parece que la conciliación no es un problema individual, sino social –y estructural que no afecta igual a madres que a padres–. Quizás debería preocuparnos a todos porque vivimos en una sociedad en la que cada individuo es necesario, incluidos los niños a los que no hay tiempo para ofrecerles el cuidado y la educación necesaria. La factura por ello parece individual, pero igual a largo plazo se la cobra la sociedad a la que todos pertenecemos. Total, que admito ‘bizums’ para pagar campamentos.

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