El comentarista deportivo inglés Peter Drury nos ha dejado una de las narraciones más emotivas sobre la gesta del equipo español de fútbol en la Eurocopa. Todos sabemos que Inglaterra era el rival de España, pero este periodista no tuvo reparo en loar el éxito español con algunas palabras y expresiones que han trascendido y que se pueden convertir en toda una referencia.
Entre los elogios que se pueden extraer de su parlamento hay frases como “son jóvenes, frescos, libres, son campeones” o “la bella sonrisa de la juventud”. Es cierto que nos fascina la juventud y que andamos siempre dándole vueltas a lo rematadamente joven que es el deportista de turno. Nos encanta hacer cálculos, saber cuántos años tenía no sé sabe cuándo, cuál de sus compañeros podría ser su padre y cuántos años tendrá en algún momento futuro más o menos cercano.
Nos encanta hacer cálculos, saber cuántos años tenía no sé sabe cuándo, cuál de sus compañeros podría ser su padre y cuántos años tendrá en algún momento futuro más o menos cercano.
Vivimos en una sociedad de récords. Contabilizamos la participación en los eventos, las fiestas populares, los desfiles o las carreras de ciclismo aficionado. Siempre queremos más. Si no se supera el número del año anterior parece un fracaso. Queremos crecer en todo porque, al parecer, crecer es lo natural, lo exigido, lo exitoso. Hace tiempo que en el asunto de la juventud nos sucede lo mismo. Cada vez queremos más, es decir, cada vez queremos menos.
Hay alguno que no descansará hasta que vea a un chico de catorce años debutando en el fútbol profesional porque nos fascina el número. Lo malo es que todo se pasa con la edad y la magia del niño de quince años, se sostiene con los dieciséis, empieza a decaer con los diecisiete y se extingue con los dieciocho, donde, por cierto, el protagonista suele quedar expuesto a lesiones, bajadas de rendimiento, cambios complicados y problemas que ya no interesan tanto al público.
Se habla mucho de proteger a los jóvenes que destacan en el deporte, pero la realidad parece diferente. Deberíamos revisar esta juventud de usar y tirar y fijarnos más en el talento. El talento se puede potenciar y es lo que hace realmente interesante al individuo. La juventud es una circunstancia que se pasa con el tiempo. Proteger el talento parece lo más razonable, aunque no sea lo más comercial.
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