Tres personas renuncian a la eutanasia tras someterse a una neurocirugía experimental para tratar el dolor

El Hospital del Mar de Barcelona.
El Hospital del Mar de Barcelona.
HOSPITAL DEL MAR
El Hospital del Mar de Barcelona.

Tres personas que habían empezado los trámites para recibir la eutanasia descartaron continuar con el procedimiento después de someterse a un tratamiento experimental para aliviar el dolor en el Hospital del Mar de Barcelona, según publica ‘La Vanguàrdia’. 

Las tres sufrían dolor neuropático, un dolor crónico muy intenso generado por el sistema nervioso y que se produce sin un estímulo real, que no había mejorado con intervenciones anteriores. Los pacientes aceptaron una neurocirugía con estimulación cerebral profunda en el cíngulo, que consiste en estimular la zona donde se percibe la parte afectada del dolor, no la del propio dolor, según informó el Hospital de Mar después de la primera de estas operaciones, el último trimestre del 2022.

Uno de los pacientes vio mejorada su calidad de vida y paralizó la solicitud de eutanasia, pero murió unos meses después a causa de una neumonía, según informa ‘La Vanguàrdia’.

Las otras dos personas también han descartado continuar con el procedimiento de eutanasia. “Es importante destacar que ambos pacientes descartaron inequívocamente la posibilidad de continuar la eutanasia después del tratamiento”, escriben los doctores Gloria Villalba-Martínez y Juan Ramon Castaño a la editorial de la revista científica ‘Neuromodulation’, consultado por la ACN.

Los dos experimentaron una “mejora subjetiva significativa en los días inmediatamente después del procedimiento”, aunque la intensidad del dolor se mantuvo relativamente estable cuando se ha evaluado mediante la escala numérica, recoge este artículo. El dolor no desaparece, pero ya no se percibía como “insoportable”, puntualiza Villalba-Martínez en declaraciones a ‘La Vanguàrdia’. Por otro lado, otra paciente a quien se propuso el tratamiento decidió continuar con la eutanasia.

Los autores de la editorial señalan que esta situación “plantea cuestiones éticas críticas que merecen una consideración prudente”, sobre si los pacientes tienen que recibir información de opciones alternativas con menos evidencia cuando los tratamientos convencionales no han funcionado. La técnica es experimental y no cuenta con ensayos clínicos que lq avalen.

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