Vuelta al cole con una delegada de la clase a la que todo el mundo quiere

Roberta Metsola.
Roberta Metsola.
Philippe BUISSIN
Roberta Metsola.

Nuevos profesores, nuevos compañeros, nuevas aventuras... nuevas asignaturas y otras pendientes. La Unión Europea vuelve al cole y lo hace para una legislatura que no será sencilla; no va a ser fácil que el bloque apruebe todo lo que tiene por delante, y por eso necesita hincar los codos mucho más que en el pasado. De un lustro para muchos de notable se pasa a otro en el que el mundo exige, en algunos temas, la matrícula de honor. De lo contrario, el suspenso es un riesgo de quedarse descolgado del escenario global. Todo el mundo lo sabe y ha empezado a quedar claro en el primer pleno del reinicio en Estrasburgo.

No es complicado perderse por la sede de la ciudad francesa, reformada desde su entrada, de gala para volver a empezar. Una vez dentro se mezclaron las miradas perdidas de los recién llegados con alguna sonrisa de quien se vuelve a ver con su compañero de pupitre, y eso que el primer día estaba casi todo el pescado vendido: la elección de la presidenta y de los vicepresidentes, catorce, para esta nueva etapa. En el caso de la presidenta, según las reglas no escritas de la institución, para un tiempo de dos años y medio. Con Metsola estaba todo hecho.

"Voy a seguir trabajando para unir a la gente. Esta casa no puede tener miedo a liderar y a cambiar, hemos empezado, pero no hemos acabado. Tenemos que fortalecer este Parlamento", expuso la dirigente maltesa, pidiendo a la Eurocámara que capitanee las iniciativas de los próximos años para la Unión. "Tenemos que ser un Parlamento fuerte en una UE fuerte. Es lo que necesita la gente. No podemos permitir que este mandato quede diluido", avisó, entre aplausos de los suyos... que fueron casi todos. 562 en votos en total, el mayor apoyo porcentual para un presidente en toda la historia del Parlamento Europeo. Metsola no solo es la popular de la escuela, también la más capaz, dados los tiempos, para propios y extraños.

Será ella, entre otros, la que tenga que lidiar en algunos momentos con los alumnos más rebeldes -como , y con esos grupitos de la clase que vienen casi siempre a molestar; a trompicar el futuro de la UE. Y es que el nuevo Parlamento Europeo es el más dividido, el más radicalizado hacia la derecha y menos femenino (solo un 39% de mujeres eurodiputadas) que el anterior (40%). Y mientras, tres grupos en la ultraderecha: ECR, los Patriotas y los Soberanistas. Algunos, de hecho, ya dejaron su impronta con algún abucheo que recuerda a los tiempos más complicados con los brexiters, cuando Nigel Farage capitaneaba los 'lamentos'. La ideología pesará más que el pragmatismo en este nuevo curso, se temen los más europeístas.

España también dejó su firma en esa vuelta al cole. Primero con Irene Montero como candidata, como rival de Metsola, como apuesta del grupo de la Izquierda para liderar la Eurocámara. Se quedó en 61 votos. Quienes sí lograron su objetivo fueron Javi López (PSOE) y Esteban González Pons (PP), que serán vicepresidentes. 61 del total de 720 hablarán en castellano, aunque el colegio sea multilingüe y no, no aspiran todos ellos a llenar las clases de temas nacionales... pero siempre habrá espacio para ellos. Cómo no. Algunos ya avisan a lo que vienen, mientras otros dejan claro que estarán en Bruselas y Estrasburgo solo el tiempo estrictamente necesario hasta poder dar el salto al Congreso. Será que allí el foco es mayor, o la exigencia más endeble. Quizá sea más fácil aprobar.

El calendario está un poco trastocado, pues tras estos primeros pasos de la legislatura llegarán las vacaciones de verano... y después a estudiar, que hay muchos exámenes por delante. De momento, Metsola se sabe la lección, como alumna brillante que ya conoce los entresijos de una institución nada fácil de capitanear. Así, reivindicó que quiere una UE "más fuerte para todos" frente al avance de las autocracias. "Tenemos que hacer más, tenemos que estar preparados para hacerlo mejor y para mantener la justicia y la dignidad", expuso ante los eurodiputados. "Europa es esperanza, es paz, Europa es cada uno de nosotros. Viva Europa", dejó, como quien deja un poso para avisar a los que aterrizan en el Parlamento Europeo pensando que esto es Marte.

Puede que todo lo sucedido estos días en Estasburgo quede lejos para el común de los mortales, pero es pieza clave de todo el engranaje. El Parlamento Europeo quiere más de sí mismo, aspira a la excelencia aunque esta para la Unión parezca imposible. La matrícula de honor no es viable con lo estudiado hasta ahora, ni siquiera con los libros de texto que se tienen encima de las mesas. Todo está por renovarse; es como volver a empezar. Sí, cierto es que en la última legislatura la UE consiguió pasar de curso, madurar, aunque fuera a golpes. Ahora los que se sientan en las otras clases (Rusia, Estados Unidos o China) exigen hincar mucho más los codos en temas como la Defensa, la industria, el clima, la economía, la IA o la ampliación.

No faltaron eso sí ni el Himno de la Alegría para el primer día de curso, ni las vestimentas llamativas, ni algunas curiosidades como las dos horas largas de votación a la presidenta, o las aglomeraciones en las cafeterías o en el restaurante del edificio principal. Todo son extras en un reestreno que pilló a Estrasburgo bajo el calor típico veraniego que en cambio no ha llegado -si es que llega alguna vez- a Bruselas. Cosas de Europa, suponemos quienes poco a poco nos vamos acostumbrando a que el invierno por estos lares dure más de la cuenta y a la canícula no la conozcamos casi ni de vista.

A la UE ya no le vale con el aprobado raspado, ni siquiera con un 6 de media, ni siquiera con el notable de los últimos años. Necesita mejorar, y mucho. Al menos eso dejó dicho el boletín de notas de la última legislatura. Del primer día del nuevo curso se extrae que la teoría casi todo el mundo se la sabe, pero donde se juega las castañas el bloque comunitario es en el examen práctico. De nada vale memorizar las cosas si después no se aplican en una realidad cada vez más compleja, exigente y hasta peligrosa.

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