Mariano Gistaín Periodista y escritor
OPINIÓN

Trump afeitado por una bala

Atentado contra Trump.
Atentado contra Trump.
AP Photo/Gene J. Puskar/LAPRESSE
Atentado contra Trump.

El atentado contra Trump le consagra ya como próximo presidente de USA. De nuevo, horror, etc. Alguien que sobrevive a una lluvia de balas está investido por defecto. El superviviente. Hacía falta la sangre, ver la sangre, la oreja rota, el rasguño que pudo ser mortal. Ese centímetro le da el aura mágica y lo nombra ya presidente. De momento es candidato oficial republicano, las ceremonias se celebran en una orgía de armas de fuego.

Eso a efectos internos de USA y sus elecciones pero en el ámbito internacional, cuando salga elegido de verdad, si es que sale, y empiece a gobernar, Putin y Xi se echarán a temblar. Reagan, tras sufrir un tiro ya de presidente en 1981, tuvo una epifanía, la certeza de que Dios le ordenaba que acabara con la guerra fría.

La autoridad del superviviente, casi un resucitado, es incuestionable. Precisamente por ser gratuita, por el factor suerte o azar, o simple magia (en sentido de que tiene truco y en sentido genérico, de magia de verdad, inaccesible a la ciencia, etc.) En un mundo donde el componente hermético y esotérico es cada día más relevante, el que Trump haya salido vivo de un atentado en directo lo hace imbatible. Si la IA está detrás de todo esto hay que rendirse ante ella. Incluso los fallos de seguridad han sido vistosos, han colaborado al espectáculo.

El olvido o la confusión del electorado indeciso es un riesgo mínimo, y ya se encargará la maquinaria trumpera de recordar el suceso

Podría ocurrir que como aun falta hasta las elecciones de noviembre el censo se olvidara, o confundiera a Trump con Biden (según el patrón del actual presidente) o con cualquier otra personalidad del star system, que es ya inabarcable y volátil como todo lo demás. El olvido o la confusión del electorado indeciso es un riesgo mínimo, y ya se encargará la maquinaria trumpera de recordar el suceso y mantener viva el aura y el nuevo formato... que es divino. Además, Trump lleva el parche en la oreja. El parche de Trump es como la máscara de Mbappé.

En el mundo supersticioso y metafísico (ahora avalado a ratos u homologado por la física cuántica) Trump se convierte tras el ataque en una suerte de divinidad en vida, de modo que a la divinidad primera, de oficio, que acompaña a la cúspide del poder en Estados Unidos se une la divinidad añadida del superviviente con su oreja roja de sangre. Sangre y oro en el pelo.

El suceso le da la inmortalidad efímera propia de la época y restaña o cancela los delitos por los que ha sido condenado y la lista de ídems que le quedan en su calvario judicial. El tiro en la oreja es la amnistía total para Trump. Dos días después de los disparos la juez invalidó el juicio contra Trump por llevarse papeles secretos a su casa-club y conservarlos cuando ya no era presidente. Lo de Stormy Daniels ya está olvidado.

A Biden también le beneficia el suceso, de repente nadie duda de sus facultades. De hecho, muchos fans empiezan a alardear de confusiones y lapsus como los del presidente, que son algo propio de los tiempos veloces, con déficit de atención y todos esos síndromes tan comunes. Hasta puede que el despiste le de votos.

Es posible que al sentir el roce de la guadaña el propio invictus sucumba a una especie de renacimiento interior, una epifanía como la de Reagan y un cambio de vida y costumbres. Su primer gesto fue levantar el puño, lo que en tiempos fue un emblema socialista. Quizá Trump nos sorprenda con una conversión. Al rozar la metafísica en forma de bala (¡detente bala!) podría cambiar de valores, incluso tener unos valores. Lo lógico sería que tras este suceso iniciático el probable próximo presidente a trabajar por la paz mundial, empezando por sus propios vecinos y su afición a disparar.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento