Sin duda es el alimento de moda en desayunos y comidas: el aguacate se ha convertido para muchos en una de sus comidas preferidas y su consumo se ha incrementado exponencialmente en países como España, pese a que son originarios de América Central y del Sur.
Sin embargo, aunque es un alimento saludable y sostenible, también han salido a reducir los problemas que plantea para la agricultura y el medioambiente, lo que los han convertido en un producto controvertido.
Su huella de carbono es muy elevada
Y es que las plantaciones de aguacate, como muchas otras, dependen de una gran cantidad de fertilizantes y combustibles fósiles para cultivarse de forma intensiva, lo que contribuye al aumento de emisiones de gases de efecto invernadero, según explica la BBC. Además, su rendimiento de cosecha es bajo, es decir, supone más emisiones de carbono por kilo que otros cultivos.
Se estima que los aguacates tienen una huella de carbono de alrededor de 2,5 kg de CO₂ equivalente (kg de CO₂e) por kg, el doble que los plátanos o cinco veces mayor que la de las manzanas. Estaría casi a la par con, por ejemplo, los tomates.
Necesitan más agua que la mayoría de frutas y verduras
Además, el aguacate es un fruto eminentemente tropical, por lo que su cultivo en América del Norte o Europa acarrea el gasto de miles de litros de agua. Las plantas de aguacate requieren 1.000 litros de agua por kg: superior a la mayoría de frutas y verduras y equivalente a cereales como el arroz.
Su cultivo, por lo tanto, ha despertado críticas en países como España, azotados por la sequía. También en México: este país es el mayor productor de aguacate del planeta, pero también está azotado por la sequía: el cultivo podría derivar en dificultades hídricas.
El aumento de la demanda a nivel mundial, especialmente desde Estados Unidos y Europa, ha provocado que este cultivo se extienda de forma masiva, muchas veces sin tener en cuenta los efectos medioambientales y sobre el ecosistema.
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