Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

Un tatuaje y un año desde las elecciones generales

El tatuaje cambió de opinión.
El tatuaje cambió de opinión.
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El tatuaje cambió de opinión.

Un fulano inglés decidió tatuarse la Eurocopa en una pierna con un mensaje de celebración de la victoria cuatro días antes de la final. Estaba convencido de que sus planes saldrían bien y de que Inglaterra, por fin, ganaría un título después de tantos años. Su exceso de confianza le jugó una mala pasada, pero quizá esta prueba de fe en su equipo le ha dado relevancia, algo de fama o unos minutos de gloria.

Si nos fijamos en su pasión y en su simpleza, podríamos afirmar que a este ciudadano inglés quizá no le haya importado mucho quedar como un cretino a cambio de la famosa viralidad, esa fama de usar y tirar con un efecto que se dilata unas horas y que después desaparece como el hechizo de Cenicienta. Conociendo el percal, es muy probable que el tatuaje se quede donde está con todo el orgullo del mundo.

En todas las finales hay un ganador y un vencedor. Como en los cotillones, el vencedor saca a relucir un equipamiento de victoria que consiste sobre todo en banderas y en camisetas con mensajes. Siempre me he preguntado qué pasa con las camisetas que tienen preparadas los que no ganan. ¿Qué será de ellas? ¿Quién las guardará? ¿Imaginan un coleccionismo de este tipo de prendas? Habría joyas auténticas.

Siempre me he preguntado qué pasa con las camisetas que tienen preparadas los que no ganan.

¿Qué habría sido de la camiseta española en la que se podía leer “Reyes” y un número cuatro si España no gana? ¿Se habría quemado? Esta colección de camisetas de perdedores de finales es un capricho imposible y no creo que exista, pero es una idea inspiradora. En otros deportes, la derrota está mucho más presente y hay una mayor prevención. Lo ha dicho Rafa Nadal muchas veces: “salimos a la pista pensando que podemos perder”.

En El Arte de la Guerra, Sun Tzu afirma lo siguiente: “Quien no conoce al enemigo ni se conoce a sí mismo es derrotado en todas las ocasiones”. Napoleón dejó escrita otra frase sobre este asunto: “Si el arte de la guerra no fuera más que el arte de evitar los riesgos, la gloria se convertiría en la presa de las mentes mediocres… He hecho todos los cálculos; el destino hará el resto”.

El mundo de la política es, quizá, el único espacio en el que las derrotas pueden mutar en apaños que se venden como victorias, si se utiliza con sagacidad la tanatopraxia del pacto. Hoy se cumple un año de las últimas elecciones generales y algún candidato debería mirar al fulano inglés que se tatuó la copa en la pierna y hacer una reflexión, y algún otro podría releer las frases de Napoleón y Sun Tzu que hemos citado aquí. Valorar la derrota y la victoria en su justa medida y de un modo más sincero sería un gran ejercicio de honestidad para ellos, pero es, quizá, pedir demasiado.

Juan Luis Saldaña
Periodista y escritor

Colecciono coca colas falsas en lata y hago fotos a las bolsas de plástico en los árboles. He publicado libros de poemas y relatos. Mi última novela es "Hilo musical para una piscifactoría". Se llevó al cine bajo el título de "Miau". He sido redactor en prensa, presentador en tele y radio y ahora me piden que opine. Licenciado en derecho, MBA, máster en periodismo y doctor en comunicación e información. He tenido una agencia de marketing, alguna experiencia de éxito en comercio electrónico y doy clases en algún máster sobre esto.

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