El proceso legal que están atravesando Pedro Sánchez y Begoña Gómez acapara titulares día tras día, una investigación que, dentro de unos meses, será trasladada a la Audiencia de Madrid para determinar si puede ser archivada.
Aunque, antes de eso, el presidente habría sido citado para declarar como testigo a finales de mes desde la Moncloa, algo que finalmente hará ante el juez, sí, pero por escrito.
Y es que independientemente del ciclón judicial y mediático que están teniendo que capear, lo cierto es que la pareja se ha convertido en modelo de gestión de crisis. Gracias a una serie de combinaciones de sus respectivas formas de ser y comportamientos ante el problema, han dejado en evidencia lo inquebrantable de su vínculo.
Pedro Sánchez había comentado en el pasado que vive con "impotencia el fango que sobre ella esparcen día sí y día también", algo normal cuando tu pareja se ve involucrada en una serie de acusaciones que además trascienden a la prensa y redes sociales.
Desde la terapia de pareja, la crisis que están viviendo actualmente se conoce como externa, es decir, no se debe a un cambio en su relación por una nueva estructura familiar u otros factores, sino por un suceso inesperado como fue la acusación hacia Begoña Gómez.
Sin embargo, en el plano de las relaciones de pareja, estas crisis son también las más simples de solucionar. Especialmente si tenemos en cuenta que Pedro y Begoña no se han aferrado a cómo se podía haber evitado, sino que se han adaptado a la situación poniendo de su parte los recursos disponibles.
La fuerza de su unión viene ya de antes a este suceso, llevan más de 20 años juntos y comparten aficiones como el deporte, la lectura… Y mucha conversación, lo que sería de ayuda también a la comunicación sincera que se necesita ante una crisis.
Pero más allá de eso, cumplen a rajatabla la lista de requisitos que requiere enfrentarse con éxito a un problema ajeno a la relación.
Por lo pronto, han adoptado una postura de colaboración, un frente unido hasta el punto de que, con las primeras acusaciones, Pedro Sánchez no dudó en plantearse si seguir o no en la presidencia del gobierno por ser su amor hacia Begoña más importante que su carrera profesional.
Esa muestra de confianza hacia la integridad de su esposa sería otra de las formas de sacar músculo ante los bandazos que podrían sacudir la relación.
El optimismo es una herramienta fundamental también, algo de lo que su relación iría sobrada, ya que, como Pedro Sánchez declaró en su día sobre su pareja, es constructiva, positiva y ve el vaso medio lleno.
Por último, afrontar los problemas con flexibilidad y resiliencia sería algo que tampoco le costaría al matrimonio. En momentos de agobio por el trabajo, Pedro Sánchez es partidario de planificar veladas especiales, algo que admitió Begoña en una entrevista con Susana Griso.
Y es que esas muestras de afecto no pasan desapercibidas, el presidente es muy detallista: cada mes le regala flores a su esposa y en su momento tiró de cartas de amor para conquistarla.
Con el final del proceso cada vez más cerca y el convencimiento de que el desenlace va a ser positivo, Pedro y Begoña no han mostrado flaqueza ni una sola vez, al contrario, siempre han integrado nuevas situaciones de los acontecimientos que iban sucediendo.
Algo que, además, proporciona a su relación una sensación de control, en vez de la sensación de impotencia cuando llega un problema y no se ve la manera de hacerle frente.
Este suceso habrá servido para aumentar la creencia de ambos de que tienen habilidades para enfrentarse a esto (y a lo que venga) porque además les da la oportunidad de crecer y aprender juntos. La resistencia de su matrimonio es notable.
Una historia de amor sólida
Con la carta que publicó a través de Twitter hace unos meses, en la que declaró abiertamente que está profundamente enamorado de su esposa (y que ahora se ha convertido en bolero), Pedro Sánchez dejó salir ante la ciudadanía un lado muy romántico que desconocíamos hasta la fecha.
Pero lo cierto es que mantienen viva la llama de su amor aún 21 años después del comienzo de su historia, lo que demuestra que el tiempo es relativo si se cuida la relación cada día.
Cuando se conocieron, en el año 2003, estaban de fiesta en casa de unos amigos y fue ahí donde empezaron a hablar, un flechazo que recuerda al que tuvo Barack Obama cuando conoció a Michelle en el despacho de abogados donde trabajaban.
Y, al igual que el que fuera presidente de los Estados Unidos, Pedro Sánchez desplegó todas sus habilidades de conquista porque tenía interés en conocer a aquella bilbaína llegando incluso a darle "la tabarra" -en sus propias palabras-, para conseguir llamar su atención.
Que estaba destinado a suceder quedó en evidencia al poco tiempo, cuando Pedro dejó el cepillo de dientes en su baño, con la declaración de intenciones que eso implica. Su estrategia salió redonda y poco después se mudó al piso de Begoña en el céntrico barrio de la Latina.
Dos años después de aquel amor a primera vista, se convirtieron en padres dándole la bienvenida a su primera hija: Ainhoa. Siendo una familia de tres, y con la vida presidencial en un horizonte aún muy lejano, se comprometieron en un restaurante.
En el año 2006 oficializaron su unión en una ceremonia civil, una boda íntima a la que acudieron solo sus familiares y amigos en el Hipódromo de la Zarzuela. Y, para completar la constelación familiar, llegó su segunda hija, Carlota, que nació en 2007.
Tanto ella como su hermana aparecen frecuentemente con sus padres cuando se van de vacaciones demostrando que los Sánchez-Gómez, además de sacar fuerzas de las altas dosis de romanticismo, cargan las pilas con su vida familiar.
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