![El ladrón de contenido se roba a sí mismo](https://imagenes.20minutos.es/files/image_640_360/uploads/imagenes/2024/07/26/pexels-tima-miroshnichenko-6266304.jpeg)
La expresión “creador de contenido” es un eufemismo curioso y digital, flexible, dúctil y maleable, que, por lo visto, sirve para todo. Es un gran saco en el que se mete a la gente que hace vídeos o fotos de cualquier tipo y a esos programas de radio enlatados sin prisa y sin mucha publicidad que todos llamamos podcast y cuya traducción más o menos literal sería emisión o transmisión a demanda personal.
Escritores, guionistas, cocineros, directores de cine, mecánicos, albañiles, escayolistas y muchos otros oficios podrían autodenominarse creadores de contenidos, pero no han sido tan audaces. No definir el tipo de contenido que haces te sitúa en un limbo extraño. Quizá podríamos llegar a tener entre nosotros algunos creadores de contenido fijos discontinuos, como encarnación de la utopía laboral digital y progresista que nos promete la justicia distributiva efectiva y la felicidad.
No definir el tipo de contenido que haces te sitúa en un limbo extraño.
Observo a los creadores de contenido con su fama líquida, su inercia, sus prisas y sus obligaciones y me da miedo. Atados a la pata de su silla, delante de una cámara, necesitan combustible para emitir en directo y trocearlo después para servirlo a las diferentes charcuterías que abastecen con sus redes sociales. La máquina no da para tanto y surge, casi por necesidad, el ladrón de contenido.
Deberíamos distinguir dos tipos de latrocinio digital: la emulación por moda y el robo deliberado. En el primer caso, los creadores de contenido -ya hemos visto que crean poco- siguen una tendencia, algo que se ha puesto de moda y lo comentan, ofrecen una reacción que no siempre aporta algo, pero ahí están, dando la cara ante su público. Menos da una piedra y de algo hay que hablar.
El otro tipo de robo es deliberado. Se da en vídeo, texto, foto y audio. A veces es absoluto y literal, y otras es más sutil. Hay muchos creadores de contenido que son ladrones de contenido. Como esos falsificadores de cuadros de película, se venden por cualquier idea que tenga algo de gracia. La reproducen en sus canales y esperan que el verdadero autor no se entere. Si los pillan, se hacen los locos o esperan a que pase la tormenta porque en este mundo, la tormenta pasa muy rápido.
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