Los meses de verano —que abarca de junio a septiembre— son los que acumulan el mayor número de muertes por ahogamiento en España, según las últimas estadísticas de la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo. A falta de conocer cómo se cerrará el periodo estival de 2024, los espacios acuáticos españoles registraron en 2023 un total de 422 muertes por ahogamiento no intencional, por lo que siempre es conveniente tomar ciertas precauciones, como bañarse en lugares con vigilancia, para poder disfrutar de la experiencia minimizando los riesgos que pudiesen llevar a una muerte accidental.
La estadística muestra además que son mayoritariamente los hombres mayores de 45 años quienes mueren por causa de ahogamiento en España, sobre todo en playas u otros espacios sin vigilancia.
Para evitar ser víctimas de ahogamiento bajo el agua, un equipo de expertos en neurociencia y comunicación de la Universidad de Bournemouth se encuentra trabajando junto a la asociación de salvamento británica Royal National Lifeboat Institution para estudiar a fondo cómo reacciona el cerebro humano y el cuerpo a la hora de experimentar una caída inesperada al agua, y cuál es el método de supervivencia más eficaz para evitar morir ahogado.
"Nuestra investigación ha puesto de relieve los desafíos y las complejidades de las emociones humanas a la hora de tomar decisiones más seguras en el agua y el papel que juega el instinto en la toma de decisiones con respecto al género", explica Jill Nash, profesora titular de la Universidad de Bournemouth, en un artículo publicado en The Conversation.
En este sentido, no se comportan igual los hombres que las mujeres: "Los hombres parecen exhibir una percepción diferente del riesgo y tienden a tomar decisiones de forma impulsiva, mientras que las mujeres suelen ser más precavidas y se inclinan más hacia la seguridad y a evitar los riesgos", describe Nash.
El elemento sorpresa —como ser atrapado por la corriente o una caída inesperada al agua— y la falta de preparación también influyen en las probabilidades de ahogamiento, de ahí que los instintos puedan jugar un papel crucial en cómo respondemos ante el agua.
"Podríamos estar relajados y nadando, y que de repente cambien las condiciones del agua y una corriente de resaca nos pille desprevenidos. Nuestro instinto suele ser el de nadar con fuerza contra corriente, pero lo mejor que podemos hacer es nadar en paralelo a la orilla para escapar de esa corriente. Las personas que no tienen experiencia ni educación sobre las corrientes de agua probablemente no sabrán cómo detectarlas, y mucho menos cómo salir de ellas de forma segura", plantea la experta.
La investigación llevada a cabo por este grupo de académicos ha desvelado cinco sencillos pasos, fáciles de recordar y que cualquier persona puede llevar a cabo, independientemente de su capacidad para nadar o de si se encuentra en agua dulce o salada.
- Mantén la cabeza hacia atrás, fuera del agua y con los oídos sumergidos para mantener abiertas las vías respiratorias.
- Evita entrar en pánico, trata de relajarte y respirar con normalidad.
- Mueve suavemente las manos mientras flota, para ayudar a mantenerte a flote.
- Extiende tus brazos y piernas, ya que esto ayudará a mantener la estabilidad en el agua.
- Si ves a alguien en una situación de peligro en el agua, no te lances a rescatarlo. Indícale los pasos previos para que se mantenga a flote y llama inmediatamente a emergencias.
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