El cineasta Michael Winterbottom pone el dedo en la llaga de Guantánamo
Winterbottom, que compareció ante la prensa con dos de los cuatro protagonistas de su película, todos ex presos en la base militar estadounidense en territorio cubano, explicó que su objetivo en esta cinta era recordar, en noventa minutos, que Guantánamo sigue allí.
"Esta película no es antiamericana o antibritánica y tampoco es una historia entre buenos y malos. Mi pretensión era, simplemente, contar qué sucede en la base de Guantánamo a través del testimonio de quienes estuvieron allí", agregó.
Winterbottom pone imágenes a las vivencias de cuatro jóvenes británicos de origen paquistaní que viajan a Karachi para asistir a la boda de uno de ellos y terminan siendo capturados junto a cientos de supuestos talibanes y simpatizantes de Al Qaeda en Afganistán, país al que deciden viajar "por curiosidad" y ayudar, no saben muy bien cómo, a los hermanos musulmanes que allí sufren.
"Un buen día fuimos liberados, pero en ningún papel figura que éramos inocentes", agregó Rasul, quien, como sus compañeros de pesadilla, Ruhel Ahmed, Waqar Siddiqui y Farhad Hardun, nunca podrá olvidarse de Guantánamo ni de quienes siguen allí.
Para todos ellos, contar su historia en primera persona y con su propio cuerpo era "vital", dijo Rasul, quien, en nombre de sus compañeros y de los cientos de presos que han pasado por Guantánamo pidió el cierre inmediato de ese lugar.
"Guantánamo tiene que ser cerrado inmediatamente. Ese lugar es contrario a los derechos humanos", denunció Rasul, sumándose con ello al llamamiento que formula en ese sentido un grupo de expertos la ONU, según el borrador de un informe divulgado hoy.
Varios periodistas aprovecharon la rueda de prensa en la Berlinale para interesarse por la suerte de presos en Guantánamo de sus países de origen, inquietudes a las que los ex presos británicos respondieron pausadamente: "Sí, le conozco (...) lo pasó mal (...) no sé si fue sometido a abusos sexuales".
El retorno al Reino Unido no fue tan fácil como imaginaban, pues según Rasul, sus "familias tuvieron menos apoyo del que hubiera sido deseado".
"Esperábamos un apoyo mayor de la comunidad musulmana de nuestra ciudad. Muchos incluso ahora tiene la actitud de no querer saber nada de nosotros", declaró Rasul, quien no por eso dudó de su fe, pues "el Islam me ayudó a sobrevivir el infierno de Guantánamo".
"Confiaba en que aquello tendría un fin. Sólo necesitaba fe y paciencia", agregó el ex preso, quien como sus compañeros de viaje, recalcó que su religiosidad se fortaleció en Guantánamo, algo que "nunca lograremos olvidar".
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