OPINIÓN

Nostalgia

Dos personas miran un álbum de fotos.
Dos personas miran un álbum de fotos.
Ingo Bartussek / GTRES
Dos personas miran un álbum de fotos.

Dicen que el ser humano solamente es consciente de que es feliz cuando ya no lo es. Estamos acostumbrados a mirar hacia atrás en nuestras vidas restándole importancia a lo que verdaderamente debería importarnos, como es el presente. La nostalgia es esa sensación que encubre de tristeza lo ausente o lo lejano. Nuestro cerebro es mágico e inexplicable, ya que construye relatos en base a un recuerdo y lo envuelve en un halo de circunstancias que generan en nosotros una emoción. Esta situación es diferente según la persona que lo haya vivido, ya que lo que para mí puede ser una mención alegre para otro lo mismo puede ser algo tenebroso.

"El presente es lo que verdaderamente debería importarnos y ocuparnos"

Cuenta mi amigo José Ignacio Wert Moreno que para hablar de nostalgia no hay mejor persona en la prosa que Pedro García Cuartango, y que para llevarla a la gran pantalla cinematográfica, nadie como José Luis Garci. Estoy de acuerdo, y leer estos últimos meses el libro Elogio de la quietud, de Cuartango, me ha hecho darme cuenta de que al pasado hay que mirarlo como ese conjunto de recuerdos que archivamos en nuestro cerebro y del que no queremos escapar. El autor se sumerge en el cine, la música, los libros, las reflexiones filosóficas, París y la nostalgia. Podríamos hablar largo y tendido sobre cada uno de ellos. La capital francesa adquiere especial importancia por todo lo que supuso un enclave como este a lo largo del siglo XX, donde cuenta que era habitual que se encontrase paseando por sus calles a Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir. Una ciudad que ha marcado el rumbo del pensamiento y la cultura en Europa durante mucho tiempo.

No hace falta superar las seis o las siete décadas para padecer las consecuencias de lo que ya sucedió, simplemente sirve un poco de perspectiva. Dichos populares como “cualquier tiempo pasado fue mejor” o “segundas partes nunca fueron buenas” nos hacen ver que el presente o el futuro no tienen la importancia que le damos a lo que fuimos en algún momento. Lo ocurrido puede dejarnos anclados en un bucle del que en ocasiones es complicado salir. El tiempo todo lo cura, dirían los más modernos. El presente es lo que verdaderamente debería importarnos y ocuparnos, ya que el futuro no es más que una consecuencia de nuestros hechos donde el azar se convierte en la máxima competencia con la que lidiar.

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