Carmelo Encinas Columnista de '20minutos'
OPINIÓN

Implosión en Sol

Isabel Díaz Ayuso, con Ignacio Aguado, aplaude tras el minuto de silencio en el Gobierno regional.
Isabel Díaz Ayuso con Ignacio Aguado.
MARISCAL / EFE
Isabel Díaz Ayuso, con Ignacio Aguado, aplaude tras el minuto de silencio en el Gobierno regional.

Ni habrá adelanto electoral ni moción de censura. Así lo afirmó el consejero de Transportes de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido, único miembro del Ejecutivo que ha pertenecido y conoce las tripas de los dos partidos que forman la coalición de gobierno. Garrido califica ambos supuestos de "dimes y diretes" procedentes de los "entornos insensatos". Lo cierto es que las dos posibilidades tienen sus partidarios, y en concreto la del adelanto electoral cuenta con el empuje de un sector nada despreciable del PP de Madrid, temeroso de que Ciudadanos pueda trabajarse la moción de censura con el apoyo de la izquierda en la Asamblea regional.

Tales miedos y especulaciones nacen de una realidad incuestionable, que es la mala relación entre la presidenta Díaz Ayuso y su vicepresidente Ignacio Aguado. Si ese trato fue desde el principio manifiestamente mejorable, en contraste con la sintonía mostrada entre el alcalde Martínez-Almeida y su vicealcaldesa Begoña Villacís, la crisis de la Covid-19 ha disparado la tensión en la Puerta del Sol hasta rozar la implosión. El asunto más grave que les encara es la polémica gestión de las residencias de mayores en los días críticos de la pandemia, donde chocan a tumba abierta el consejero de Sanidad del PP y el de Políticas Sociales de Ciudadanos.

"La crisis de la Covid-19 ha disparado la tensión en la Puerta del Sol"

Los documentos que han visto la luz pública y los mensajes cruzados que se van conociendo manifiestan un nivel de enconamiento dentro del Gobierno regional que, lejos de amainar, parece crecer de forma exponencial. El que los protocolos de derivación desde las residencias de ancianos a los hospitales estén ya en manos de los tribunales complica sobremanera cualquier intento de apaciguamiento porque, con más de 6.000 fallecidos en las residencias madrileñas, lo previsible es que las demandas contra el proceder del Gobierno regional lleguen en aluvión y nadie querrá comerse semejante marrón.

Desde la dirección del PP se pide calma porque una ruptura daría al traste con la estrategia de Casado de poner como ejemplo al Gobierno de Díaz Ayuso frente al de Pedro Sánchez. Génova trata ahora de bajar el pistón hacia la moderación poniendo en valor a Ana Pastor y Cuca Gamarra, escondiendo si se deja a Cayetana Álvarez de Toledo, y redoblará sus esfuerzos por seducir a Inés Arrimadas, a la que desde su apoyo al estado de alarma ya no dan por abducida ni amortizada. En Ciudadanos, y tras haber bordeado la irrelevancia política, recobra fuerza la idea inicial de actuar como bisagra y puente contra una polarización detestada por la inmensa mayoría de los españoles. A nada de esto son ajenos esos entornos de una y otra formación a los que se refirió el consejero Garrido.

"Con más de 6.000 fallecidos en las residencias madrileñas, lo previsible es que las demandas lleguen en aluvión"

El momento en que se produce tan endiablada situación da un especial significado a los días que restan hasta la conclusión del estado de alarma. Se da la circunstancia de que mientras la alarma esté vigente, ningún presidente autonómico puede convocar elecciones, pero en cambio la ley permite interponer una moción de censura en la Cámara regional que imposibilitaría un adelanto electoral. Aunque nada de ello ocurra, la incertidumbre desata los recelos, las sospechas y los rumores envenenados. Y, en medio, nada menos que el Gobierno de Madrid.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento