Suecia es un país que alardea de seriedad, y no suele faltarle razón, pero algunas veces se comporta como si de pronto se viese trasplantado a alguna costa del Mediterráneo o convertido en república bananera del Caribe. En las últimas horas la política en Estocolmo batió récords muy difíciles de superar.
Por la mañana el Parlamento nombró a la socialdemócrata Magdalena Anderson primera ministra. Reemplazaba a su compañero de partido, Stefan Loyven, destituido unos días atrás en una moción de censura. Era la primera mujer que presidía el Gobierno y con buenos augurios entre la opinión pública.
No era una recién llegada a la política. A sus 54 años había encabezado el ministerio de Finanzas siete, y enfrentado con éxito algunos retos importantes. El hecho de ser la primera mujer jefa del Gobierno los medios internacionales lo difundieron en los cinco continentes. Era un éxito más del proceso de igualdad entre sexos.
Pero la alegría duró poco. Los periódicos apenas tuvieron tiempo para rectificar. Por la tarde se discutía en el Parlamento el plan económico y su propuesta naufragó. La oposición consiguió echarlo abajo con más votos en contra y ella no se lo pensó mucho.
Dimitió en el acto. Apuntándose, eso sí, el doble récord de ser la primera y al mismo tiempo la más breve en el cargo. Todavía no había tenido tiempo ni siquiera tiempo para visitar al Rey, Carlos Gustavo, y formalizar la investidura. Pero se apuntó un par de líneas en la historia.
Comentarios
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que 20minutos.es restringirá la posibilidad de dejar comentarios