Rafi Crespín Rubio Secretaria General del Grupo Parlamentario Socialista
OPINIÓN

El acoso no es un juego

Los alumnos opinan sobre el acoso escolar
Imagen de recurso de tres chicas en la calle.
Fundación Mutua Madrileña / EP
Los alumnos opinan sobre el acoso escolar

Hoy jueves, 4 de noviembre, es el Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar. Este problema, aunque no es nuevo, se está viendo ampliado con una variante reciente como es el ciberacoso que se sirve de las redes sociales para ampliar y multiplicar de forma exponencial el fenómeno hasta hacerlo viral. WhatsApp, TikTok o Instagram son ahora las plataformas donde suceden el 22,6% de los ciberacosos. La pandemia ha hecho que aumenten los casos no solo en número sino, sobre todo, en su gravedad.

La escuela como espacio físico y la niñez y adolescencia como franja de edad son los dos factores a tener en cuenta a la hora de analizar el problema al que familias y docentes se enfrentan sin, en muchas ocasiones, tener los conocimientos o los medios para hacerlo frente.

No hay un perfil definido ni de víctima ni de acosador

Cualquier niño o adolescente puede ser víctima de maltrato verbal, físico o psicológico. No hay un perfil definido ni de víctima ni de acosador. Y sus consecuencias pueden ser padecidas de por vida e incluso provocar desenlaces trágicos cuando solo se ve esa vía para acabar con el tormento. Los expertos insisten en que, aunque ha aumentado la sensibilización sobre el problema, aún existe un amplio desconocimiento e incluso una banalización tanto del acoso como de sus consecuencias.

El acoso puede afectar al normal desarrollo de la personalidad al bloquear la autoestima, socavando la dignidad y la confianza en el entorno y provocando la aparición de trastornos de salud mental, tales como la alteración del estado de ánimo o el estrés postraumático.

Uno de cada cinco niños españoles afirma haber sido víctima de acoso escolar según el estudio sobre la percepción de la Sociedad Española Educar es Todo. El 93% declara haber recibido apoyo de sus padres, mientras que un 46% manifiesta haber conseguido ayuda de sus profesores y solo un 30% confiesa haberlo recibido de su centro educativo.

Las familias tardan en enterarse de que se está produciendo un caso, tanto las de los acosados como las de los acosadores.

Las familias tardan en enterarse de que se está produciendo un caso, tanto las de los acosados como las de los acosadores. Y ese es uno de los problemas a los que nos enfrentamos: saber identificar las señales que pueden advertirnos de que un niño está siendo acosado. Y si en la primera fase es importante conocer el fenómeno, no lo es menos actuar desde el minuto uno porque cualquier síntoma o confesión de este padecimiento suele ser solo la punta del iceberg de lo que realmente sucede. La detección temprana permite solucionar y erradicar es mucho más fácil un episodio de acoso.

Los padres y educadores debemos estar atentos a cualquier cambio de comportamiento o de humor: alteración de los hábitos alimenticios; demostración de tristeza; abatimiento; aislamientos prolongados o pérdida del círculo de amistades pueden ser las alarmas que nos indiquen que estamos ante un caso de acoso. Al mismo tiempo, los jóvenes tiene que aprender a denunciar estos hechos y, para ello, debemos ser capaces de ofrecerles la ayuda necesaria para que sean conscientes, tengan el valor de denunciarlo y la capacidad para hacerlo frente.

Tengamos claro que nadie está libre de sufrir acoso. Pero hay colectivos que se ven más afectados

Tengamos claro que nadie está libre de sufrir acoso. Pero hay colectivos que se ven más afectados como los jóvenes con diversidad afectivo-sexual; con alguna diversidad funcional, tanto física como mental, y algunas minorías étnicas y culturales. Pero también el que destaca por sus notas o el que procura comportarse con discreción en su grupo y no es aceptado por ello.

La actuación de las administraciones públicas no puede quedar paralizada ante el fenómeno. El último Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ya creó el Observatorio Estatal de la Convivencia Escolar (dejó de reunirse en 2011 con los gobiernos del PP y ahora ha retomado su trabajo), que ha encargado una guía sobre convivencia escolar y actuación ante el acoso escolar, que es lo que reclaman los docentes. Y elaborará también el protocolo de medidas que deberán adoptar los centros educativos en Ceuta y Melilla (cuyas competencias tiene la Administración Central) y que pueden servir de pauta para el conjunto de comunidades autónomas.

De forma paralela, hay un amplio abanico de actuaciones que el Gobierno ha desplegado -que en algunos casos ya están en marcha- y que ayudarán a combatir el problema: La conocida como 'Ley Zerolo' contra la discriminación que el Gobierno presentó en las Cortes recientemente; la ley de Igualdad; la de Educación y la de la Infancia (ya aprobadas) y el anuncio este mismo mes del presidente [Pedro] Sánchez de un nuevo Plan de Acción en Salud Mental dotado con 100 millones de euros que contempla, entre otras muchas medidas, la creación de un teléfono 24 horas para prevenir conductas suicidas.

Sin ir más lejos, hace dos semanas los socialistas logramos el apoyo mayoritario del Congreso a dos propuestas para hacer frente al acoso escolar. En una de ellas se propone la creación de un plan estatal para combatir el acoso escolar, que uno de sus objetivos es desarrollar un plan de convivencia para que todos los centros cuenten con un protocolo de actuación. Queremos que todos los actores implicados -profesores, alumnos, padres y madres, centros educativos- se impliquen en la elaboración de un plan que cuente con la financiación necesaria, que permita detectar, prevenir y actuar ante el acoso escolar en todas sus vertientes.

Cuando, ante un caso de acoso, escuchamos la terrible frase de "son cosas de críos" debemos tomar nota rápidamente para salir al paso y decir: NO. Son cosas de mayores. Somos los mayores los que debemos poner freno a este problema mediante medidas. Los socialistas así lo entendemos y, por ese motivo, no paramos de trabajar para, desde el Gobierno de España y desde el Congreso de los Diputados, poner en marcha medidas útiles y la dotación económica adecuada que las respalden para erradicar el acoso o, por si algunos prefieren denominarlo así, el bullying. Aunque he evitado el término hasta ahora, no quiero que haya discrepancias que nos separen mínimamente en nuestra unión ni siquiera en la denominación para trabajar unidos frente al problema del acoso.

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