Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El deseo como motor de la ficción y la hipocresía de las redes sociales

La temporada 4 de Élite ya tiene fecha de estreno en Netflix
 Élite 
Europa Press
La temporada 4 de Élite ya tiene fecha de estreno en Netflix

La telegenia real nunca ha ido unida a guapos de manual. María Teresa Campos, Mercedes Milá o Jorge Javier Vázquez son grandes comunicadores que triunfaron en la pantalla por un atractivo carisma que nada tiene que ver con su físico. Lo mismo sucede en la ficción. José Luis López Vázquez o Mary Santpere conectaron con la sociedad porque su belleza estaba en una expresividad frente a la cámara que nos retrataba como país. 

En este sentido, la ficción debe ser consciente de su tiempo y plasmar la diversidad de la sociedad en toda su complejidad. No relegar lo que se sale de la norma. Al contrario, la buena ficción es la que sabe que mezclarnos nos enriquece y que la pluralidad de referentes nos hace mejores. Pero para llegar hasta este punto como sociedad también vamos recorriendo una autopista de aprendizajes con los que desmontar prejuicios de culturas heredadas que etiquetaban y estigmatizaban. Incluso hay maliciosos clichés que evolucionan y siguen marcando tendencias de opinión que sientan cátedra sin profundizar en la imposición que predican. Somos contradictorios y todo es más complejo que un tuit.

De hecho, esta pasada semana el creador de Élite, Carlos Montero, ha recibido críticas por unas declaraciones en las que afirmaba que todos los actores de su producción tenían cuerpos perfectos porque busca poner al espectador a soñar, busca lo aspiracional. Vamos, que no es una ficción realista. Detalle que es fácil de captar solo al ver el nivel de vida de los protagonistas. Rápidamente, el showrunner ha sido lapidado públicamente. Porque sus declaraciones no son políticamente correctas. Aunque gran parte de aquellos mismos que le reprenden sólo den 'me gusta' en Instagram a cuerpos idílicos. Es el contrasentido de las redes sociales, que también influyen en el contenido audiovisual que se consume.

Las nuevas formas de conectarnos propician que prestemos más atención a una simple (y seductora) imagen que al contenido de una historia en sí. Si la imagen está protagonizada por actores tremendamente guapos hay un público que acude en masa a esa obra y, a veces, esa misma audiencia, mientras lo está viendo, denosta la belleza de los intérpretes: "sólo hay actores guapos en la tele y plataformas", repiten y repiten. Pero quizá el problema está en que esos usuarios llegan antes donde hay esa homogeneidad de físicos y les cuesta más acudir a los lugares en los que existe la diversidad real. Paradojas. Priorizamos la belleza de manual porque entra por los ojos en épocas de consumo rápido e instantáneo y, entonces, nos olvidamos por completo del discurso de la sociedad plural en la que no todos soñamos con el mismo tipo de cuerpo. No es políticamente correcto decirlo, pero es así.

El deseo domina el mundo. Y no tiene nada de malo. Llevar todo a la trinchera es un reflejo de la era de extremismos en la que se borran los matices. Cuando la vida se construye en los matices. A menudo, hasta contradictorios. Por supuesto: hay una asignatura pendiente de visibilizar con la naturalidad que merece lo no normativo. Es necesario para una sociedad más inclusiva, con más referentes. Y este viaje se afronta más allá de poner un tuit aseverando la manera "correcta" de elegir tipologías de actores porque sabes que la gente lo retuiteará. El cambio empieza por uno mismo, en la cotidianidad del día a día. No sólo devorando historias con protagonistas esculturales, no sólo pulsando 'like' a los más adonis de Instagram y dando más pacientes oportunidades a lo que desconoces. La teoría es útil, pero lo que nos hace avanzar es ejercitar la práctica. 

Periodista

Licenciado en Periodismo. Máster en Realización y Diseño de Formatos y Programas de Televisión por el Instituto RTVE. Su trayectoria ha crecido en la divulgación y la reflexión sobre la cultura audiovisual como retrato de la sociedad en los diarios 20 minutos, La Información y Cinemanía y en programas de radio como ‘Julia en la Onda’ de Onda Cero y 'Gente Despierta' de RNE. También ha trabajado en ‘La hora de La 1' y 'Culturas 2' de TVE, entre otros. Colabora con diferentes universidades y es autor del libro 'Tele: los 99 ingredientes de la televisión que deja huella'.

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