Sin alocuciones, sin una desescalada pautada, España ha dejado atrás el estado de alarma. Lo que a priori es una buena noticia, provoca vértigo. La vacunación avanza y los casos de Covid disminuyen, pero el peligro sigue. Las fiestas de la noche del sábado son inquietantes. Los jueces deben amparar las restricciones de cada comunidad. Esta especie de libertad vigilada que no exime al Gobierno de su obligación de coordinar ni a la ciudadanía de su responsabilidad.
OPINIÓN10.05.2021 - 06:02h
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