Francisco Aranda Diputado por Barcelona y miembro de la Diputación Permanente en el Congreso
OPINIÓN

Una reflexión personal sobre la pandemia

Una alumna de Primaria recibe la vacuna de la covid-19 en un colegio de Valencia.
Una alumna de Primaria recibe la vacuna de la covid-19 en un colegio de Valencia.
EFE
Una alumna de Primaria recibe la vacuna de la covid-19 en un colegio de Valencia.

Para hablar de esta pandemia, primero recordarles algunas obviedades: no soy epidemiólogo. Tampoco especialista sanitario, ni tengo experiencia en gestión de pandemias. No soy investigador, científico o profesional de los datos.

En estos momentos me dedico profesionalmente a la política, como diputado socialista en el Congreso. Soy el portavoz de Justicia de mi grupo.

Soy licenciado en Derecho y en mi vida, ligada a mi partido, me he especializado en el análisis político, la gestión y sobre todo la escritura.

Vivo en pareja, tengo una hija, hermana, padres, familia, amigos, conocidos. Como todos, desde hace dos años convivo con la pandemia y con todo lo que genera a su alrededor: los casos, las sucesivas olas, las restricciones, las medidas de cuidado personal y colectivo, las recomendaciones sanitarias, las informaciones que nos llegan por todos los medios, las consecuencias económicas, los cambios de vida y de rutina.

Como todos, me he habituado a convivir con nuevos conceptos y con nuevas actitudes. Mascarilla, gel hidroalcohólico, distancia de seguridad, confinamiento, burbuja de convivencia. Términos que ya están plenamente incorporados en mi vocabulario y en mi manera de proteger y protegerme.

En dos años he podido ver a mi abuela de 91 años en contadas ocasiones que puedo enumerar con los dedos de una mano, y siempre tras una mascarilla. Ella, la misma que durante muchos días de mi infancia me cuidó. También recuerdo mucho a mi abuelo, que siempre me decía que me limpiara mucho las manos, y que no cogiera nada del suelo.

He quedado con mis padres para tomarnos café en terrazas y hemos cenado con las ventanas abiertas. Llevo dos dosis puestas y espero la tercera de refuerzo con muchas ganas. He vacunado a mi hija. He tenido noches de insomnio y días de tensión. Me he preocupado por leer mucho. Sobre todo a quienes tienen algo que decir sobre esto.

Esta es una pandemia nunca vista en cien años. Eso significa que no hay nadie que te pueda explicar cómo fue la anterior. Todo el mundo se enfrenta a las mismas dudas, a los mismos retos, a las mismas duras decisiones. Sé que hay muchos que lo están dando todo, absolutamente todo. Los profesionales sanitarios, los primeros. Una imagen de la pandemia es la atención humana y profesional que nos dan cuando vamos a vacunarnos.

Confío en la ciencia. No se me ocurre una opción mejor. Fuera de eso está el abismo, está la mentira, la manipulación. En la ciencia está el futuro. Literalmente.

Lo que me pasa a mí no es diferente a lo que le pasa a cualquiera de mi alrededor. Dudas, miedo razonable, cuidados y protección.

Escribo este texto casi sin pensar, sin corregir, del tirón. Porque el 2022 está aquí a la vuelta de la esquina y todos queremos creer que el fin de la pesadilla está cerca. Yo también lo deseo.

Nos estamos vacunando y estamos haciendo que esta ola tenga menor repercusión hospitalaria y de UCI. Hay nuevas vacunas en marcha y nuevos medicamentos. Hay esperanza en ello. Esta pandemia nos ha cambiado a todos. Muchos desgraciadamente han fallecido. Llevamos con nosotros su recuerdo. Y tenemos presente también, todos los días, a aquellos que siguen en primera línea haciendo lo imposible por vencer a esta pandemia y sus sucesivas olas. Sé que el Gobierno ha hecho, está haciendo y hará todo lo posible para mitigar el impacto de esta pandemia, sobre todo para aquellos colectivos más vulnerables, reforzando el estado del bienestar y poniendo en el centro toda una batería de políticas sociales para ayudar a quienes más lo necesitan y más están sufriendo.

Creo que lo vamos a conseguir. Y repito, no soy experto, no sé de pandemias, leo y sigo lo que se recomienda. La pandemia es dura, pero la ciencia es lo mejor que tenemos para vencerla.

Dejémosles trabajar.

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